Estoy leyendo, a ratitos, un voluminoso libro del historiador Paul Preston sobre los reporteros de guerra en la civil española. Dentro de los reporteros que daban noticias sobre la evolución del bando sublevado, o sea, el de Franco, se hallaba un reportero norteamericano pelirrojo llamado Hubert Knickerbocker. Este reportero pelirrojo escribía para varios diarios norteamericanos y había sido corresponsal en la Berlín de los años 30.
Enviado a España como corresponsal de los diarios del magnate W.R. Hearst, fue siguiendo la campaña del ejército rebelde contra el gobierno de la República y no tardó demasiado en ver de qué pasta estaban hechos los militares traidores al Estado.
H.R. Knickerbocker, corresponsal norteamericano.
El capitán Gonzalo Aguilera Renfro era un aristócrata salmantino de madre escocesa que fue educado en prestigiosos colegios ingleses a finales del XIX. Hablaba con fluidez inglés, alemán y francés, cosa que le convirtió en portavoz del ejército golpista para los corresponsales extranjeros. Dueño de grandes extensiones de dehesas salmantinas y extremeñas, había pasado a la reserva del ejército, vamos que se había jubilado, nada más erigirse la República. Lo que son las cosas, con el golpe de Estado de los militares africanistas en julio de 1936, este carcamal retirado reencontró el vigor de su juventud y corrió raudo y veloz a tomar parte de la asonada, convirtiéndose, por sus cualidades políglotas, en propagandista de cara al exterior.
Capitán reservista Gonzalo Aguilera que pensaba que los pobres sobramos.
El periodista yankee Knickerbocker recogió algunas de las ideas que rondaban en la cabeza a este capitán Aguilera, dándose cuenta de inmediato de que lo que pretendían los golpistas era devolver prácticamente al medievo a la población superviviente del país. Estas son algunas de sus perlas:
«Vamos a matar a 50.000 en Madrid. Y vayan donde vayan en su huida Azaña, Largo Caballero y toda esa gente, los cogeremos, y los mataremos hasta el último hombre aunque nos cueste años seguir su pista por el mundo […] es una guerra de razas, no una mera guerra de clases. Usted no lo entiende porque no se da cuenta de que hay dos razas en España, una raza esclava y una raza dominante. Esos rojos, del presidente Azaña o los anarquistas, son todos esclavos. Nuestro deber es volver a ponerlos en su sitio… sí, ponerles cadenas otra vez […] Tenemos que destruir esa tanda de escuelas rojas que la llamada República estableció para enseñar a los esclavos a rebelarse. A las masas les basta con saber leer lo justo para entender las órdenes. Tenemos que restaurar la autoridad de la Iglesia. Los esclavos la necesitan para que les enseñen a comportarse […] Es deplorable que las mujeres voten. Nadie debería votar y menos aún las mujeres …»
Otros comentarios del tal Aguilera:
"Todos
nuestros males vienen de las alcantarillas. Las masas de este país
no son como sus americanos, ni como los ingleses. Son esclavos. No
sirven para nada, salvo para hacer de esclavos. Pero nosotros, las
personas decentes, cometimos el error de darles casas nuevas en las
ciudades en donde teníamos nuestras fábricas. En esas ciudades
construimos alcantarillas, y las hicimos llegar hasta los barrios
obreros. No contentos con la obra de Dios, hemos interferido en su
voluntad. El resultado es que el rebaño de esclavos crece sin cesar.
Si no tuviéramos cloacas en Madrid, Barcelona y Bilbao, todos esos
líderes rojos habrían muerto de niños, en vez de excitar al
populacho y hacer que se vierta la sangre de los buenos españoles.
Cuando acabe la Guerra destruiremos las alcantarillas. El control de
natalidad perfecto para España es el que Dios nos quiso dar. Las
cloacas son un lujo que debe reservarse a quienes las merecen, los
dirigentes de España, no el rebaño de esclavos"
Hay más de este aristócrata que se creía libre en expresar tanto repugnante parecer:
"Tenemos que matar, matar; ¿sabe usted? Son como animales, ¿sabe?, y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. Ahora espero que comprenda usted qué es lo que entendemos por regeneración de España... Nuestro programa consiste... en exterminar un tercio de la población masculina de España. Con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado. Además también es conveniente desde el punto de vista económico. No volverá a haber desempleo en España, ...¿se da cuenta?."
O bien:
"El gran error que han cometido los franquistas al empezar la Guerra Civil Española ha sido no fusilar de entrada a todos los limpiabotas. Un individuo que se arrodilla en el café o en plena calle a limpiarte los zapatos está predestinado a ser comunista. Entonces ¿por qué no matarlo de una vez y librarse de esa amenaza?"
Tales reflexiones y la fiera represión y asesinatos posteriores ejercidos por el bando rebelde, que dejó de llamarse así sólo porque venció la guerra se ve que iban de la mano, por si alguno aún cree que eso "son cosas de las guerras", aunque, en España, cuando dejó de haberla, siguió palmando gente por indigestión de plomo previo paso y hacinamiento en cárceles y comisarías.
Libro que recoge las bravatas genocidas del terrateniente salmantino.
El reportero Kinckerbroker recogió más impresiones de este clasista misógino, cosas como "Los demócratas sois todos siervos del bolchevismo. Hitler es el único que sabe reconocer a un rojo cuando lo ve", cosas como que a los afiliados a los sindicatos había que aplicarles la pena de muerte, y, sobre todo su diferenciación clasista se centraba en la educación, explicando que "debemos destruir la prole de escuelas rojas que la llamada república instaló para enseñar a los esclavos a rebelarse. A las masas les basta con saber leer lo suficiente como para entender las órdenes".
Seguro que algunos piensan que esta es la exageración desmedida de un loco con cierto poder, pero tened en cuenta que si lo soltaba tan alegremente era porque seguro que había muchos otros como él que pensaban de la misma manera. Y si no lo creéis, pensad en todas las reformas educativas que están orientadas a crear analfabetos funcionales leales y dóciles para el sistema.