Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

miércoles, 30 de agosto de 2017

Food fusion

Cuánto daño ha hecho la cultura, por llamarlo de alguna manera, anglosajona norteamericana dominante. Ellos, que controlan el mundo por lo militar, se emplean, por lo civil, en imponer sus gustos culturales. Por mucho que se empeñen, un amerindio no es latino en sentido estricto. Latinos son los oriundos de la región del Lazio, capital, Roma. Como debajo de su frontera con México, aparte de las propias lenguas nativas, arrinconadas hasta su desaparición, las oficiales son derivadas del latín de los romanos (Castellano, portugués y francés) todo es "latino", tengo el calor de una copa de vino.

Por mucho que se empeñara ese buscavidas de Cristóbal Colón, jamás llegó a la India, como pretendía. Se tropezó con un continente por medio, pero eso sí, a los pobres nativos, caribes en aquél lugar, les colgaron el gentilicio de los asiáticos y se quedaron con "indios".

Pero no puede ser, por mucho que lo intentes, a ver si te queda claro, que la comida hindú no es latina, ni siquiera porque en Goa falen portugués. Que si se dan comidas punjabíes de ese norte montañoso entre Pakistán e India, no queda Goa demasiado cercano como para que, si pretendes dar autenticidad, haya sabores "latinos", y con latinos nos volvemos a referir a americanos de México para abajo, pasándonos por la entrepierna todo el sur de Europa, que sí que es latino. 

"Comida típica latina"

Que si pretendes hacer cocina fusión, que eso siempre es interesante y la cultura de mesa casi siempre resulta placentera, está muy bien, pero no me negarás que queda raro de gónadas mezclar punjabí con latino. Que queda chusco. Pobres nativos americanos, que si son indios de la India, que si son latinos...¡Qué manera de sustraerles las raíces!

martes, 29 de agosto de 2017

El último fin de semana dulce

Se acabó lo bueno. El dolce far niente toca a su fin. De vuelta al trabajo mientras las horas de sol van mermando. Aún aprovechamos este último fin de semana para acercarnos al siempre fascinante mercat de Sant Antoni a rebuscar joyitas entre tanto libro de segunda mano. Alguna cosa cayó. Me encontré con la novela "el Blocao", que narra escenas de la hoy poco conocida, pero entonces muy sufrida, guerra de Marruecos. Una novela de muy pocas páginas de los años 20 escrita por el periodista, y ex soldado de reemplazo en la guerra marroquí, José Díaz Fernández. Republicano convencido, escapó a Francia, una vez perdida la guerra, y allí murió, aún joven, esperando el pasaje a Cuba. Lo que son las cosas, también me topé con unas memorias políticas del general "dictablando" Dámaso Berenguer. Espero que no se me atraganten.

Par de piezas capturadas

Para acabar el período vacacional, se nos ocurrió subir a la torre de Santa Catalina con un par de cervezas para brindar por el próximo verano. La torre de Santa Catalina es un mirador que se alza sobre el río Cardener  en la orilla opuesta a la ciudad de Manresa con su imponente Seo en primer término. Suele ser lugar de cruising, es decir, sexo furtivo y casual de varones homosexuales. Cuando llegamos nosotras a mediodía no había nadie en aquel lugar, y a primera hora de la tarde, empezaron a merodear unos cuantos automóviles, y, en cada uno, un varón de cierta edad. Todos nos observaban con cierta cautela, quizá porque en aquel momento, las únicas que practicaban algo de sexo éramos nosotras. Dicho de otra manera, de momento éramos nosotras las que les jodíamos el plan. Cuatro varones de provecta edad, cada uno en su coche, esperando el momento en que las notas discordantes, nosotras, abandonáramos el lugar para ponerse manos a la obra.

Aperitivo de fin de fiesta

Creo que de esto ya hablé en su día. La torre de Santa Catalina y el verano tiene un significado muy especial para nosotras.


Como es mejor desperezarse poco a poco, hoy pongo fin a mi relato. Mañana, más.

jueves, 3 de agosto de 2017

Llega el ansiado día

Ya no me queda nada para coger unas semanitas de descanso. Este año las necesito, no como agua de mayo, sino del trimestre entero. Trabajar de cara al público desgasta y mucho. Antes lo llevaba bien, además soy una tía muy simpática al natural (Y en lata, también), pero cada vez tengo menos aguante. Siento cada vez más apetecible la idea de agenciarme un Kalashnikov y liar una masacre. Debe ser la edad, que ya no estoy para escuchar gilipolleces y voy camino de ser una borde de mostrador.

Pero bueno, no pensemos en eso. Aguantemos un par de días más y al salir por la puerta, con mi libertad condicional laboral, dedicaré un corte de mangas a la oficina que va a luxarme el codo. Cantaré el estribillo que hiciera famoso Nino Bravo, aunque sea la luctuosa narración de un fugitivo del muro de Berlín. Lo que importa es el mensaje reiterativo cuando el tema pega fuerte:


Y si no, los de Weezer tienen toda la razón:


Tengáis días exclusivos para vosotros solos u os tengáis que alquilar por horas para pagar la vida, disfrutad de estos días radiantes. Yo sí que lo haré. Hasta la vuelta.