No tenía muy bien pensado sobre qué postear hoy, bueno, es que realmente bien pensado no tengo nada porque los bytes de mi coco no alcanzan, pero eso es otra historia, cuando he leído la contestación de
Nineuk al comentario que le hice ayer. En Donostia hay un vetusto velódromo que, aparte de que durante muchos años fue el destino final de la Vuelta Ciclista a España, y sede de numerosos campeonatos de ciclismo en pista, como las 6 horas de Euskadi, suele ser pabellón de conciertos y sala de cine.
Foto borrosa. La cámara no tenía pilas Pues sí, tiernas criaturas, yo curré durante muchísimos años en uno de los patronatos municipales de mi ciudad. Como era un ente grande y clasista había grandes guerras intestinas que, como es natural, se volvían diarréicas. Pero otro día os contaré cómo caí del cielo de los intocables al limbo de los desheredados. En el cielo de los intocables pocos se salvaban de ser decentes, entre ellos un chico de mi barrio que siempre supo cuadrar las distribuciones de personal como nadie. A mí me encantaba eso que me decía cuando me llamaba por teléfono: “Como sé que te gusta el cine, te envío al Velódromo”, ya que en el Velódromo se pasaban muchísimas pelis del Zinemaldia, e incluso había galas. Jo, me encantaba. Estaba en la portería y me llamaban para apagar luces, estar al tanto de los montadores del escenario…Y sí, me veía las pelis. Vi el estreno de “El bosque”, “the italian job”…Colaba a mi hermano y a mis amigos. Mi mejor amigo entró sin hacer cola en “
el milagro de Candeal” por el acceso trasero y disfrutó como un enano del concierto de Carlinhos Brown, que sí, que ahora es un pesado, pero hace siete años estaba de moda. Allá he visto las tres sagas del padrino, click, el estreno de Camarón….
El escenario. Ese día curraba "la rubia"No sólo había festival de cine, también se daban conciertos. Siempre me alucinaba la de gente que movía un staff de concierto. Lo asombroso era el aspecto patibulario de la mayoría de los integrantes de los tours, más que un concierto, parecía una reunión de moteros con tatuajes hasta en la lengua. Recuerdo con alegría el concierto de Scorpions. Estuve durante todo el montaje y nos quedamos a verlo N y yo. Mira que éramos pocas las mujeres que trabajábamos allá, y siempre que nos tocaba juntas era la caña. Eramos nosotras las que montábamos las cenas y los campeonatos de fútbol, pelota, mus….
Acojonaba cerrar el velódromo estando sola, y más una vez que, al comprobar las puertas para largarme, entrando yo desde la pista hacia el pasillo de los talleres de ciclismo, que rezumaban humedad, me resbalé por tomar demasiada carrera en la rampa y fui a caerme cuan larga soy con las patas al aire y dando con la coronilla en el suelo. Tuve suerte de no tener conmoción, porque si me llego a dar una buena, me encuentran al día siguiente.
Hay muchas más historias de la instalación, como algunas sonadas juntas de soci@s- accionistas de la Real Sociedad, que me tocó vivir, de las épocas de zozobra aún en primera, que dejaban a la toma de la Bastilla en una sencilla verbena de verano.
Jo, qué recuerdos.