Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

domingo, 24 de abril de 2022

Moviendo el bote

 Estaba hace unas noches divirtiéndome con las desventuras de esa cuadrilla de adolescentes norirlandesas  llamadas "las chicas de Derry", en versión original, pero con subtítulos, porque me cuesta entender lo que dicen, cuando ocurrió en uno de sus capítulos un hecho inusitado.

La prota y sus colegas están en pleno bailoteo de una boda cuando suena un tema musical que viene a ser, para que lo entendáis, como el "Paquito chocolatero" de la verde Irlanda. Si en la piel de toro cuando suena este pasodoble, novia incluida, se ponen a descolocarse las lumbares, en Irlanda cuando suena "rock the boat" todo el mundo se sienta en fila a hacer como que está remando en una canoa. Resulta que el hit de la música disco aquél que cantaban "the hues corporation" es una pieza que se baila con alegría en aquella isla. Bueno, bailar, lo que se dice bailar, se trata más bien de remar en seco. En cuestión de en qué bodas  se mueven más, creo que está claro.


Este tema me hizo recordar la petición contraria de Bob Marley que pedía que no menearas el bote en "satisfy my soul".


Aunque "mover el bote", si no recuerdo mal, en inglés significa "molestar". Perdonad si me equivoco pero creo que significaba justamente eso. 

Y hablando estrictamente de botes de remo, me he acordado de aquél tema que cantaban Peter, Paul and Mary cuyo origen es un espiritual negro que se hizo popular durante la guerra de secesión "Michael row the boat ashore", que se ha cantado en tantas funciones religiosas. Dejo la versión de Peter Seeger.


Moviendo el bote me despido hasta otro rato.

martes, 5 de abril de 2022

Música que saca pecho

 Acabo de escuchar la versión en euskera del tema de Rigoberta Bandini, ese que junto a la muñeira del siglo XXI de las Tanxugueiras , terra, se convirtieron en las dignas perdedoras del festival de  Benidorm, ese concurso amañado para elegir candidato de cara al soporífero eurofestival de la canción. Esta versión y la original, que van a seguir pegando fuerte este verano, me ha traído a la memoria otra canción que reivindicaba el seno mamario. 


La tonada está convirtiéndose en todo un himno que ya ha sonado a lo largo y ancho de muchísimas manifestaciones del 8 de marzo. Una canción que reivindica a las madres y a los senos trayendo a la memoria colectiva la imagen de "la libertad guiando al pueblo" obra pictórica de Eugène Delacroix. Aquella señora en top less enarbolando la tricolor francesa es la alegoría de la revolución ciudadana contra el último rey galo, Calos X, allá por 1830. 

Este es el estilo "Delacroix"

La canción de la Bandini reivindica sacar el pecho fuera "al estilo Delacroix" porque es demasiado joven para haber reivindicado los dibujos que veíamos la generación boomer allá por finales de los 70, y es que le pega más sacar un pecho fuera "como afrodita A". Ahí lo dejo. Reivindico al robot femenino que salía en Mazinger Z así como a su piloto, Sayaka Yumi.

El de Afrodita A hubiera molado.

Pero he dicho más arriba que dejaba dos temas musicales dedicados a las mamas. El otro tema es bastante antiguo, obra del insigne, y para la mayoría, ignoto, Xabier Lete, que en su "seaska kanta" (Canción de cuna) ya hablaba del pecho de la madre, alimento de la infancia.


De este precioso tema, que recuerdo desde niña, ya hablé hace bastante tiempo, pero las cosas buenas conviene repetirlas de tanto en tanto. En aquella ocasión traía el tema a resultas de que aún hay gente que se ofende si ve a una madre dando de mamar a su hijo. Hacer top-less en la playa  no les da asco algunos, pero algo tan natural como que una criatura se alimente de una manera tan natural, sí. Ambos temas reivindican la importancia de las tetas como alimentadoras de la humanidad.

Hale, a sacar pecho con orgullo.

sábado, 2 de abril de 2022

Coincidencias

Me gusta leer novela negra. Acabo de terminar una ágil historia escrita por Javier Sagastiberri llamada "Muerte en el Carlton". Me lo he pasado bien. Me ha gustado y la he disfrutado, gracias al cielo, porque últimamente sólo encuentro noveluchas que no valen lo que cuestan en caja. 

La de Sagastiberri la he leído entre dos fines de semana; el domingo anterior y hoy. Entre semana no dispongo de tiempo, pero he conseguido escamotear en el pc del trabajo, cuando tengo ratos tranquilos, la última historia de los ertzainas de Eva García Sáenz de Urturi, "El libro negro de las horas". Que sean miembros de la ertzaintza (El cuerpo de policía vasco) los protagonistas, esto es, ertzainas (agentes de policía), no es la única coincidencia. Fijaos que contrapongo ertzaintza (la institución) a ertzaina (agente de policía), para que alguien pueda percibir la sutil diferencia de concepto, ya que desde los medios no suelen dar ni una.

La coincidencia

Decía que, aparte de de los ertzainas protagonistas y de que, como es natural, las historias se sitúen en dos capitales vascas como son Bilbao en la primera y Vitoria-Gasteiz en la segunda, hay otra coincidencia que me ha sorprendido ya que no me esperaba encontrarme con el mismo libro medieval citado en ambas historias.


En la de Sagastiberri, al ricacho de Neguri que celebra su cumpleaños en el hotel Carlton, unos invitados muy cercanos le regalan un libro valiosísimo. Las muy ricas horas del  duque de Berry, una obra medieval que en la novela de García Sáenz de Urturi posee una librera del cual explica que se realizan facsímiles, esto es, copias lo más exactas posibles que suelen costar una pasta. Encontrarme el mismo libro medieval citado en dos novelas que me he estado leyendo al alimón me ha hecho mucha gracia, la verdad.


Me sucedió algo parecido hace unos pocos años con Bábel, un autor ruso que aparecía recurrentemente en dos lecturas simultáneas de dos autores, como ya expliqué.

Bendita lectura. Ahora voy a sumergirme en los cubanismos de Leonardo Padura y dejo al Kraken y a mi tocaya para entre semana.