Acabo de empezar a leer la novela más famosa del escritor manresano Joaquim Amat-Piniella basada en su dura experiencia en el campo de concentración de Mauthausen (Austria) que se titula K.L.Reich (K.L. son las siglas alemanas de Campo de concentración Konzentration Lager) cuando me he acordado de Albert Göring (o Goering) que tuvo que vivir injustamente maltratado por la fama de su hermano mayor. Una historia curiosa donde la sociedad maltrata al indivíduo por llevar un apellido, a pesar de la dignidad que el indivíduo haya demostrado siempre.
Los cinco hermanos Göring (o Goering) nacieron a finales del XIX. Su familia devenía de una lejana aristocracia. El padre era un alto funcionario imperial, comisario de lo que hoy es Namibia (Que junto a Tanganika, parte de lo que es hoy Tanzania, sin la isla Zanzíbar, pertenecían, en esa tarta que era Africa para los europeos de la conferencia de Viena, al imperio alemán del Káiser Guillermo) Mientras su hermano Hermann Monst.. eeh..Goering se dedicaba a la aviación, durante y después de la primera guerra mundial, el joven Albert, interesado en el cine, comenzaba a producir cortometrajes.
Albert Göring
El nazismo llega, por las urnas, al gobierno, y lo primero que hace es cargarse el sistema electoral. Albert, al que horrorizaba el glorioso movimiento nazi-onal en el que su hermano destacaba a la cabeza, se dedica a manifestar su disconformidad pública contra este hatajo de paramilitares. En un altercado callejero donde Albert apareció para manifestar la indignidad al que se sometía a ciertas mujeres de religión hebrea, fue detenido por un nazi, que, al ver su apellido, en vez de enviarlo a la comisaría, lo dejó libre para no alimentar el escándalo.
Los Göring, Hermann el mayor, y Albert, el menor (Faltan los 2 más pequeños)
Albert Goering decidió largarse a Viena a seguir con su producción cinematográfica, lo malo es que en 1938 la Alemania de Hitler se anexiona Austria (A esta fagocitación la llamaron Anschluss) y a Albert le queda por ver como se cargan su productora, entre otras cosas porque su dueño es judío, y también amigo y maestro de Albert Goering, el cual, no duda en falsificar documentos para poder librar del campo de concentración a su amigo de tantos años.
Albert, fastidiado, empieza a arreciar su actividad contra el nazismo. Comienza a hacerse visible en la oposición más feroz y valiente, así que no dudan en atraparlo y meterlo en una cárcel, a pesar de ser hermano del jefazo Hermann, que ya es comandante en jefe de la lüftwaffe (las fuerzas aéreas, vaya). Es amonestado contínuamente por negarse a levantar el brazo a la romana. Quizá por un gesto de amor fraterno, Albert se libró de ir a parar a Mauthausen (donde sí estuvo Amat-Piniella), su hermano lo envió a Checoslovaquia a trabajar en la compañía de automóviles Skoda. Albert, cabreado como un mono, se dedica a sabotear todo lo que puede, lo cual costó un montón de autos defectuosos. Y, aprovechando el apellido, se dedicó a librar de los campos de concentración a muchísima gente. Pasaba a los infraseres judíos por infraseres eslavos. Era una especie de director de la fábrica y tuvo muchísimos encontronazos con los SS que visitaban su despacho bien por la baja calidad de sus productos, bien para reclamarle trabajadores de dudosa procedencia aria.
Hermann Monst..eh..Göring, comandante de la Lüftwaffe, siempre con unos uniformes tan llamativos
Ser director de la fábrica, al final de la guerra, le supuso un problema ya que fue juzgado en Nuremberg y hallado culpable, a pesar de que muchísima gente declaró a su favor explicando que estaban vivos gracias a él. Fue encarcelado un par de años, y al salir, se enteró de que sus bienes fueron confiscados. Después de pasarlo mal enfrentándose al nazismo, lo pasó mal en la reconstrucción de Alemania Occidental. Malvivió y tuvo varios empleos, lo cual le llevó a la bebida por no poder afrontar una vida, que aunque dignísima, no era reconocida como tal, ya que su apellido pesaba demasiado, pero Albert Göring, un tipo con una moralidad irreprochable, no quería renunciar a un nombre que era anterior al horror del nazismo, aunque para la mayoría de ignorantes no significara nada.
Al final de su vida, el gobierno federal le concedió una magra pensión para no tenerlo en la indigencia, y, días antes de morir, contrajo matrimonio con su casera para que ella pudiera cobrar la viudedad.
Una anécdota de este hombre magnífico al que su tiempo trató con un desprecio vergonzoso. Cierto día en la época del nazismo más esplendoroso unos nazis reconocieron a Albert como hermano de Hermann, y al saludarlo con el brazo tieso al grito viril de "Heil Hitler!", Albert les escupió: "Besadme el culo".
Marco
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Hace 1 hora