Dicen las meteorólogas que se avecina una ola de calor. Por estas fechas yo no sé diferenciar una ola de calor de un sofocante clima de pleno verano normal, corriente y, sobre todo, moliente. Mis poros siempre han sido gandules, no tiendo a licuarme, pero esta mañana, aún temprano, era capaz de empapar la camiseta, hale, como si hiciéramos honor al refrán de los deportistas "pofesionales".
¿De qué se sonreirá el Lorenzo?
Con estas temperaturas hasta me meto a gusto a trabajar con el clima regulado por aire acondicionado. No soy nada fan de estos cacharros que reparten frigorías como si no hubiera un mañana. Menos mal que, gracias a la deidad qué más les guste y al señor que montó los aparatos en este humilde lugar donde me hallo, la implacable ola refrigeradora no me alcanza. Eso sí, mantiene fresco el ambiente, aunque los ordenadores, la centralita, la impresora, etecé, etecé, consiguen crear un microclima a mi alrededor, así, en una especie de guerra entre máquinas.
El vendedor de cupones de la entrada, qué cachondo, dice que ojalá le toque la lotería para poder irse a la playa. No sabe ná.
Ayer fue día de Santiago apóstol. Fiesta grande en Galiza y en muchas zonas por donde pasa la ruta jacobea, que si no era tradicional, se inventa y ya está. Hasta de la Polinesia se puede hacer una ruta., ¿Por qué no?
Como mi lugar natal se halla en el menos conocido camino de la costa pergeñado de villas y ciudades con advocaciones del santoral por eso de dotar de religiosidad los puntos de recogida nocturna del peregrino, honrar con fiestas al que dicen algunos que duerme el sueño eterno en Compostela es muy habitual. Astigarraga, pueblo de tradición sidrera que se libraba de las mareas del litoral tiene hasta su ermita de Santiago en su Santiagomendi (Monte de Santiago). Creo que esto ya lo conté hará unos cuatro años.
Pasaia, esa curiosa villa troceada por un fiordo meridional, pasa su verano sumida en fiestas. Si empieza por San Juan, en su distrito de Donibane (Que quiere decir "San Juan"), sigue el de San Pedro, San Fermín en Antxo y el Carmen en Trintxerpe. Si a estas añadimos la festividad de San Luis de Herrera, La Magdalena de Rentería y el Santo Cristo de Lezo, nos dará el resultado de todo el santo verano de fiesta en fiesta. Pero abundan otras festividades no propias como Santiago, el 25 de julio y San Ignacio, seis días después. Y viva la vida.
Xenpelar, que fue un esmerado bertsolari de la vecina Rentería, improvisó unos graciosos versos sobre un susto que dio un becerro al escaparse el día de Santiago en el pueblo de Pasaia. Años después la cantó con un toque hillbilly el recordado Mikel Laboa. No me resisto más y la cuelgo aquí, letra y traducción incluida.
Pasaiako herritik dator notizia
zezen bat izan dala jenioz bizia
kantatutzera noa bistan ikusia
alegratzeko triste dagoen guzia.
Santiago eguna Pasaian seinale
ailegatu eztanak egin beza galde
hasieran jendia zezenaren alde
azkenean etziran arrimatu zale.
Gure Pasaia beti sonatua dago
errapin gabe ezta urte bat igaro
hurrengoan jarriko dituztela nago
barrera hestuago edo zezena handiago.
Torillotik atera zuten lehendabizi
bei zar bat gidaria bandera ta guzi
arrapatzen zuena purrukatzen hasi
azkenean kanpora plazatik igesi.
Hiru komertziante plazatik kanpoan
poxpolo ta barkillo labana tratuan,
pareta egon arren hamar oin altuan
panparroi pasatu zen putzura saltuan.
Hoiek horrela eta gehiago ere bai
lurrean ziraldoka egin zuten lasai
ezkonberriak eta zenbait dama galai
zezenaren mendian etzuten jarri nahi.
Plazatik itsasora salta da igeri
adarrak besterikan etzuen ageri
bakerua begira bere zezenari
eserita jan ditu hiru libra ogi.
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Del pueblo de Pasajes llega una noticia
de que ha habido un toro de genio vivo
voy a cantar lo visto
para alegrar a todo el que está triste.
El día de Santiago en Pasajes día señalado
el que no estuvo puede preguntarlo
al comienzo todo el mundo se arrimaba al toro
al final no había tanto valiente.
Nuestra Pasajes siempre ha tenido fama
no pasa un año que no haya cosas curiosas
para el próximo año pondrán
la barrera más cerrada o un toro más grande.
Al primero que sacaron del toril
con una vaca vieja de guía con banderas y todo
empezó a arrasar todo lo que se le ponía por delante
y al final se escapó de la plaza.
Pilló a tres comerciantes que estaban fuera de la plaza
vendiendo cerillas y barquillos,
aunque la pared tenía diez pies de alto
lo saltó fanfarrón hacia el pozo.
Como estas hubo y muchas más
revolcones por el suelo
los recién casados y varias damas elegantes
no querían ponerse en el monte del toro.
De la plaza al mar ha saltado a nadar
y no se le ven más que los cuernos
el vaquero mira a su toro
mientras se zampa sentado tres libras de pan.
De aquí a cinco años estamos matándonos unos a otros dado el mal rollo, no sólo estatal, sino mundil que hay. La mezquindad del ser humano no tiene fronteras, irónicamente.
Pero voy a volver a hablar, no de la radicalización supremacista que estamos sufriendo a nivel mundial, sino lo que pasa en este pequeño reino heredado de un general, y más concretamente, vuelvo al tema de cómo nos perfilan un líder joven, bien parecido, que mantiene su ideología al pairo y que lo único que le importa es acaparar poder.
Esta vez Sánchez o Rivera se libran, aunque entran dentro de la categoría. Volveré a hablar de Casado. Una pena que no me guste hacer apuestas, aunque me temo que los de Wiliam-Hill no me hubieran aceptado mi pronóstico de victoria pepera para este máster "of iunivers". Aunque no me cansaba de decir aquí que SSS (la aspirante de Rajoy) se iba a comer una bosta. ¿Por qué?
Líderes nacidos en los 70, como Macron. Iglesias no cuenta.
Por tres razones fundamentales: La primera es que era la continuidad del mediocre de Rajoy, y su bochornosa salida no la ayudaba en nada; la segunda es que aún todavía ser mujer sigue siendo una desventaja para liderar, oh, sí, cuñados que insistís en que el feminismo es desigualdad y que ya tenemos un 8 de marzo, ¿Para cuándo el día del machurilo?. La ciudadanía conservadora de este país, de derechas de toda la vida, desconfía de que una mujer pueda dirigir nada. No somos la Gran Bretaña de los 80 y nadie se acuerda de que aquel país funcionaba, con guerra malvinera victoriosa y todo, gracias al empuje de dos mujeres; y la tercera y no menos importante, sino todo lo contrario, Pablo Casado se ve respaldado por el extremismo derechista más cazurro y exaltado. ¡Si hasta lo apoya ese diosecillo ególatra llamado Aznar! Con el caballo de batalla, o jamelgo famélico, de que España se rompe, que es lo que motiva a tanto afecto al régimen pepero, Casado ha conseguido arribar al poder.
No es que le de importancia a su victoria porque ya se encargan los medios en intentar acostumbrarnos a su imagen como un victorioso líder. Su imagen, que no su discurso renqueante y torpe. Tres varones caracartones aspiran a ser los que dirijan el cotarro de este país que se rompe de pura negligencia por parte de sus dirigentes. Dentro de unos años, no dirigirán ni su comunidad de vecinos, si es que queda alguna.
El depósito de combustible de vacía con asiduidad, así que hay que ir a llenarlo convenientemente. La gasolinera más barata es la de un supermercado local con su tarjetita de puntos y descuento 2x1. Así que paras el coche en un surtidor de autoservicio, porque manipulas tú las mangueras, introduces las tarjetas correspondientes siguiendo las indicaciones de una voz varonil que te va diciendo lo que tienes que hacer, nena.
A extinguirse, como los videoclubes.
Y, oh, sorpresa, debajo de los marcadores electrónicos del precio y los litros que van entrando al depósito hay una pantallita que se enciende. Una voz, esta vez femenina, te ennumera las ventajas de tu supermercado amigo y lo mucho que trabaja para que tú compres barato y de confinza. Y te tienes que tragar el anuncio como si fuera publicidad del youtube antes de ver lo que deseas porque hasta que no se acabe el publirreportaje, el expendedor de combustible no se pone en marcha.
Y entonces, una se pregunta: Si hay que apagar la radio del coche y es mejor no usar el móvil cerca de los surtidores de gasolina ¿Una pantalla encendida dando anuncios del supermercado que regenta la gasolinera integrado en el propio surtidor, es realmente seguro? ¿Nos toman el pelo? ¿Encima tenemos que aguantar la publicidad por arañar unos céntimos miserables en la adquisición del carburante?
El país se rompía y había que hacer algo. Unos cuantos jóvenes de familias bien, de esas que habían heredado las dotes de mando de los vencedores en aquella infausta guerra, decidieron que era hora de tomar relevancia política y presentaron un nuevo partido, un eslogan, un color, un logotipo innovador y el respaldo de muchísimas empresas de peso de amigos y familiares.
El partido se autodefinía como regeneracionista, o, lo que es lo mismo, que se afanaba por devolver a primera fila los rancios valores de unidad patria, valores conservadores, ultraliberalismo en lo económico, división clasista, supremacía racial y segregación de género. Ahora sólo había que convencer a los inevitables electores de que su modernidad chapada a la antigua era lo mejor y que si otrora estas ideas habían funcionado, para sus creadores, sobre todo, bien podía repetirse el esquema, aunque perjudicara a las clases trabajadoras y a las mujeres de toda condición. Pero con un poco de maquillaje, hasta incautos e incautas de futuro más que incierto los sustentarían en las urnas.
El caballo de batalla era la unidad territorial. Había que fundamentar la fraternidad de todos los habitantes del país. Se dedicaban a repetir con ahínco este abrazo fraternal. Un abrazo fraternal que no se creían ni ellos, pues, mientras suscribían dicha unión fraternal en su discurso, a la tercera frase ya volvían a despotricar de todas aquellas identidades no uniformes con su pensamiento.
Degeneracionistas vestidos como sus abuelos. La chica, como en las pelis que no pasan el test de Bedchel, está por la cuota de paridad de la que tanto discrepan en la intimidad.
Su discurso se desdecía en dos segundos. Llamar a la igualdad fraternal para, acto seguido, echar la culpa de todas las desgracias a los rompedores de la nación, a los que hablaban otros odiosos idiomas, o a los que pensaban de manera crítica. Su discurso incongruente demolía su afán de cohesión en hermandad patriótica.
Y allá se presentaron, en las elecciones, con la ventaja que da tener la pasta de los empresarios y los medios de información de su parte, poseer a la ciudadanía idiotizada gracias a un denodado esfuerzo por lobotomizar su sentido crítico en las escuelas y encontrar al electorado más abúlico del mundo incapaz de sentir curiosidad por saber qué dirección va a tomar la política de estado sobre sus derechos y libertades.
Y ganaron, aquellos que abogaban por la unidad de un estado que juraban que otros rompían y cuyo líder sólo veía españoles mirara donde mirara. Irónicamente fue la rabia contenida de los miembros y simpatizantes de su partido los que acabaron por romper el país. Promulgaron leyes inconcebibles sobre prohibiciones de idiomas, vetos a identidades y expresiones culturales despreciadas por el centralismo regenerador, leyes retrógradas sobre el cuerpo de las mujeres, leyes que beneficiaban a los empresarios y maniataban a la clase trabajadora. Ellos, que querían regenerar el país degeneraron su salud ciudadana y su vitalidad.
El partido degeneracionista. El partido que pretendía salvar el país y acabó hundiendo a sus paisanos. decían que era por la patria, pero no tenían otra patria que sus propios culos forrados y sus compatriotas no significaban nada.
Ya no hubo nada que hacer. El país se rompió definitivamente de tanto usar su nombre.
No pueden colarnos por más tiempo ese hermoso cuento de "la transición modélica" en la que algo cambiaron para que todo permaneciera igual, a lo Gattopardo. Esa bonita fábula que todo el mundo quería creer con fervor. Y no hay más que leer las noticias para ver que eso es así.
Y no pasa nada, porque que cientos de personas se manifiesten el el vallejo pidiendo taxis al unísono y prietas las filas, recias, marciales, a los que detentan el poder gatopardesco no es que les parezca mal, es que puede que hasta les provoque una lagrimilla de nostalgia.
Ya veréis mañana, que es su día de celebración y orgía.
La última cortesana del reino del emérito ha hablado, y, como no es súbdita de esta monarquía impuesta por decisión testicular antemórtem, ha dicho lo que le ha salido de los reales sitios. Y, claro, a los muy inocentones les ha sorprendido y a los que no lo son les ha indignado y a los monárquicos de raigambre les solivianta que se aireen las vergüenzas de su familia coronada, pero no porque sean falsas, y hay que correr a desacreditar a esa fulana de rancio abolengo, sino porque demuestra que la realeza, en cuestiones de pasta, demuestra maneras de aprovechado concejal de urbanismo de villorrio turístico.
España del pelotazo en el que los pobres soportamos y consentimos porque no queremos ver.
Urdangarín, que es culpable, ciertamente, pero también el eslabón más débil por ser plebeyo, es el que paga los desmanes que "pudiera haber hecho" su familia política. Y digo pudiera haber hecho porque es peligroso decir ciertas cosas en este reino si no perteneces al bando de los herederos de los vencedores. Urdangarín pasa su condena recluido en una cárcel cómoda de mujeres con un módulo sólo para él, y, seguramente, está prestando sus servicios a la casa de su suegro. Él no es nadie dentro de la intangibilidad de su familia política y le toca pagar el pato sin pringar a los demás y, de todos es sabido que al rey emérito "lo abdicaron" porque después de su lío en Botswana, con rotura de cadera incluida porque hay "deportes" que ya debe practicar con moderación debido a su edad, había que sacarlo antes de que explotara el escándalo, que no es, ni de lejos, la conocida sucesión de favoritas reales.
Hasta la constitución lleva el escudo de la España fascista con su águila de San Juan, su yugo y sos flechas falangistas.
En un reino en que pocos súbditos quieren ver la realidad, porque esto no pilla de sorpresa a los más críticos con la jefatura del Estado, va a ser tarea difícil que los más incautos despierten ante el sopapo de las verdades. Pequeñas noticias indicaban ciertos aspectos siempre contados con prevención y timidez, por miedo a acabar maniatados, condenados y amordazados por la ley homónima.
Ahora, claro, para salvar el honor nacional los más recalcitrantes de entre la prensa más lameposaderas bombardearán con noticias sobre el comportamiento nada recatado de la cortesana, como si con eso se ocultara que el rey emérito se ha hecho una fortuna a base de su posición privilegiada e intocable porque lo dice la Costitución. ¡Qué pena de país que hará más caso a las lucecitas de colores que a la verdadera noticia!
Aprieta la canícula y hay que buscarse un calzado adecuado para que los pies no sufran. Así que armada de valor y de diniero con que pagar, me adentré en la primera zapatería no sin antes elegir del muestrario del escaparate unas sandalias que me gustaran y que, sobre todo, fueran cómodas. Y pido por ellas a la solícita dependienta que asiente con la sonrisa pero cambia a gesto contrariado cuando le pido un número cuarenta y uno. "No, lo siento, de ese número no nos queda nada". Supongo que será cosa de las rebajas veraniegas.
Pruebo en la siguiente zapatería y vuelve a repetirse el mismo caso. Algo insólito que nunca me había pasado. ¿Podría ser que las mujeres que calzan el 41 hayan acudido en tromba todas a la vez a comprarse sandalias y me haya quedado sin el par por ir tarde? ¿O tal vez se deba a que no somos mercado suficiente y, directamente, pasan de traer mercancía del 41 porque las mujeres de este pie pasamos de las sandalias?
No contenta con eso voy a una gran superficie de ropa deportiva, más concretamente "el gato largo" (Thecatlong), donde otras temporadas me he encontrado cosas muy majas, como por ejemplo unas comodísimas sandalias "Columbia" que me duraron más años que las pilas al conejo de "Duracel". Las Quechua, que no han pisado los Andes en su vida, no me acaban de gustar, pero hay unas "Merrell" guapísimas y en rebajas. Pero sólo hasta la talla 40. Está visto que o me cerceno las falanges pedestres o me aguanto. Y el joven bisoño con peto del gato largo nos dice que ni siquiera hay números 41 para pedir por "intenné".
No, no son estas, pero era mi opción B, y para el norte, que ni pintadas.
No me había pasado nunca esto de no encontrar calzado, ni aunque fuera a precio de caviar iraní, ni las "columbia" a "nollegaasetentaeurosporuncéntimo" quedaban de mi número. Pero, sí, al final, encontré unas, tras mucho buscar, en una zapatería del centro comercial. Ahora esperemos que no me hagan daño, con lo princesita que he resultado. Válgame el dr. Scholl.
Por mucho que lo mire, no encuentro la diferencia. Son idénticos. No-tan-jóvenes treintaañeros vestidos con sobrios trajes de chaqueta y corbata, a la vieja usanza de sus padres y abuelos, porque el hábito hace al monje y el traje al político de rancio tufo neocon.
Hablan con hastío fingido de la guerra del abuelo, y afirman con asqueo teatral que eso ya está pasado, pero se niegan a aceptar las leyes de memoria histórica que debieran haber existido desde que ellos eran inocentes criaturas en pañales, porque, muy en el fondo, su posición social de partida se debe a lo que sus abuelos pescaron en su hedionda victoria cainita. Hasta en eso se asemejan, y no sólo ellos, sino todos los "triunfantes" políticos de su ideología céntrica por la derecha de su generación.
La invasión de los clones
No hay cómo diferenciarlos, varones blancos supremacistas al dictado de lo que mande el gran capital que tienen afán por comerse el liderazgo de la derecha de centro sin más valores que los del Ibex35, sin más ideología que la del pelotazo y sin más oratoria que cuatro lugares comunes para engañar a los tontos de baba y a los que creen que España se rompe aunque no calculan cuánta culpa tienen estos bisoños alevines de tiburón ultraliberal.
Casado y Rivera, tan idénticos, tan vacíos de contenido, tan anodinos, tan madelmanes de corbata y peinado clásico de caballero. Se miran en el espejo de Macron y sueñan con ser los trinufadores de sus mediocres carreras políticas en este reino, por designio general, cuya calidad democrática es tan deficiente como el aparente talento de los clones.
Pamplona,
8 de julio de 1978. Acaba la corrida de toros de aquel sábado, como
hoy. Varios miembros de una peña sanferminera saltan al ruedo
portando pancartas a favor de la amnistía y la liberación de presos
de las cárceles franquistas. En las gradas, división de opiniones,
unos aplauden, otros silban, pero a los pocos segundos sólo se oye
el coro unificado del respetable gritando "¡San Fermín!, ¡San
Fermín!" porque la fiesta es la fiesta. Todo se calma. Sin
embargo, a continuación se abre la puerta grande y comienzan a
entrar grises disparando sus armas (La policía armada que hoy se
llama "nacional" y ahora va de azul). El público lanza las
almohadillas en las que se sentaban. Una lucha desigual, balas,
pelotas de goma y botes de humo contra almohadillas. Hay un total de
siete heridos por bala.
La
policía entrando a saco en una plaza llena
La
ciudad es tomada por la policía y por las calles de Pamplona sólo
se oyen sirenas y disparos. Algunos jóvenes levantan barricadas ante
la indignación de que la policía, aún franquista, reviente la
fiesta. No tarda en producirse una víctima mortal, miembro de una
peña, que se llama Germán Rodríguez.
Con
toda la cantidad de turistas que vienen a celebrar los sanfermines,
pillados en medio de las batallas, estos huyen despavoridos. Muchos
pamploneses abrieron sus casas a los sorprendidos transeúntes que se
vieron en medio de la batalla campal. Hay varios testimonios en un
libro que se publicó poco después que se tituló "¡No os
importe matar!". ¿Por qué ese título? El comandante de la policía lo dijo así por radio en medio de labatalla.
¿Qué
pretendía la policía?
No
se investigó, claro, pero se decía que había elementos que habían
venido a reventar la fiesta llevando camisetas alusivas a la
amnistía, pero siendo miembros parapoliciales.
El
hoy condecorado ministro de gobernación, el franquista Rodolfo
Martín Villa, salió en los medios alegando chulescamente que si se
habían producido víctimas en Pamplona era porque "lo nuestro
serán errores, lo otro son crímenes".
La
indignación popular determina que se monte una huelga general, sobre
todo en el País Vasco. Los gobernadores provinciales, franquistas
hasta la médula, no lo pueden tolerar y despliegan a la policía.
En las manifestaciones de repulsa de la ciudadanía hay otra víctima
de bala en San Sebastián, se llamaba Joseba Barandiarán.
Policía
chorizando el Rentería, Guipúzcoa, aprovechando las algaradas
Ahora
me incluyo yo en la narración. Tenía 4 años y estaba en el pueblo
de mi madre en las fiestas. Se suspendieron y volvimos a San
Sebastián porque mis padres consideraban que el asunto era muy
grave. En mi barrio, como en otros, hubo una manifestación. Mi
recuerdo nítido de mis cuatro años es que, con el gentío de la
manifestación pasando por el puente sobre la autopista, la policía,
debajo, empezó a disparar para dispersarnos. Y corría con mi madre
que empujaba el carrito de mi hermano de 11 meses mientras ella
gritaba a la vez "¡Que hay niños pequeños!"
Pamplona
reivindica
Vuelvo
al tema general. Nunca se investigó. ¿Para qué, si los que lo
llevaban a cabo ya sabían por haber participado? A la ciudadanía
sólo le quedaba especular, aunque con buen tino. Se estaba
redactando la constitución y a algunos no les hacía ninguna gracia
que Navarra tuviera siempre a mano la opción de formar una Comunidad
Autónoma unida a las provincias vascas de la parte de España. Eso
soliviantaba a algunos. La ultraderecha también la había liado a
tiros en Jurramendi, Estella, contra sus incómodos y mal avenidos
camaradas de la guerra, los carlistas.
Germán
Rodríguez era del LKI, partido comunista
También
se especula con que, asesinado el comandante de la policía de
Pamplona pocos meses antes por parte ed ETA, el nuevo comandante,
Fernando Ávila, venido de la legión y voluntario para el cargo,
había venido para "darle un escarmiento a esta ciudad tan
rebelde". Y vaya si así fue.
Libro
"Euskadi. ¡No os importe matar!" donde se relatan los
hechos.
Murió
un joven, hubo 150 heridos y se suspendió la fiesta, pero al
comandante Ávila no le pasó nada aunque berreara por la radio de la
policía esto: "Repeled lo que nos están haciendo estos 200
o 300 hijos de la gran puta. Defended el área, cojones, defenderlo
ahí como sea. Dad la vuelta a la plaza, preparad todas las bocachas
y tirad con todas las energías, lo más fuerte que podáis. No os
importe matar"
Marco
-
Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Nacida en los 70. Fiel reflejo de la generación Y (Con estudios, casi mileurista, y con un trabajo precario)Pero con ganas de tirar "p´alante", si el destino y quienes lo tejen nos dejan un poco en paz.