Pamplona,
8 de julio de 1978. Acaba la corrida de toros de aquel sábado, como
hoy. Varios miembros de una peña sanferminera saltan al ruedo
portando pancartas a favor de la amnistía y la liberación de presos
de las cárceles franquistas. En las gradas, división de opiniones,
unos aplauden, otros silban, pero a los pocos segundos sólo se oye
el coro unificado del respetable gritando "¡San Fermín!, ¡San
Fermín!" porque la fiesta es la fiesta. Todo se calma. Sin
embargo, a continuación se abre la puerta grande y comienzan a
entrar grises disparando sus armas (La policía armada que hoy se
llama "nacional" y ahora va de azul). El público lanza las
almohadillas en las que se sentaban. Una lucha desigual, balas,
pelotas de goma y botes de humo contra almohadillas. Hay un total de
siete heridos por bala.
La
policía entrando a saco en una plaza llena
La
ciudad es tomada por la policía y por las calles de Pamplona sólo
se oyen sirenas y disparos. Algunos jóvenes levantan barricadas ante
la indignación de que la policía, aún franquista, reviente la
fiesta. No tarda en producirse una víctima mortal, miembro de una
peña, que se llama Germán Rodríguez.
Con
toda la cantidad de turistas que vienen a celebrar los sanfermines,
pillados en medio de las batallas, estos huyen despavoridos. Muchos
pamploneses abrieron sus casas a los sorprendidos transeúntes que se
vieron en medio de la batalla campal. Hay varios testimonios en un
libro que se publicó poco después que se tituló "¡No os
importe matar!". ¿Por qué ese título? El comandante de la policía lo dijo así por radio en medio de labatalla.
¿Qué
pretendía la policía?
No
se investigó, claro, pero se decía que había elementos que habían
venido a reventar la fiesta llevando camisetas alusivas a la
amnistía, pero siendo miembros parapoliciales.
El
hoy condecorado ministro de gobernación, el franquista Rodolfo
Martín Villa, salió en los medios alegando chulescamente que si se
habían producido víctimas en Pamplona era porque "lo nuestro
serán errores, lo otro son crímenes".
La
indignación popular determina que se monte una huelga general, sobre
todo en el País Vasco. Los gobernadores provinciales, franquistas
hasta la médula, no lo pueden tolerar y despliegan a la policía.
En las manifestaciones de repulsa de la ciudadanía hay otra víctima
de bala en San Sebastián, se llamaba Joseba Barandiarán.
Policía
chorizando el Rentería, Guipúzcoa, aprovechando las algaradas
Ahora
me incluyo yo en la narración. Tenía 4 años y estaba en el pueblo
de mi madre en las fiestas. Se suspendieron y volvimos a San
Sebastián porque mis padres consideraban que el asunto era muy
grave. En mi barrio, como en otros, hubo una manifestación. Mi
recuerdo nítido de mis cuatro años es que, con el gentío de la
manifestación pasando por el puente sobre la autopista, la policía,
debajo, empezó a disparar para dispersarnos. Y corría con mi madre
que empujaba el carrito de mi hermano de 11 meses mientras ella
gritaba a la vez "¡Que hay niños pequeños!"
Pamplona
reivindica
Vuelvo
al tema general. Nunca se investigó. ¿Para qué, si los que lo
llevaban a cabo ya sabían por haber participado? A la ciudadanía
sólo le quedaba especular, aunque con buen tino. Se estaba
redactando la constitución y a algunos no les hacía ninguna gracia
que Navarra tuviera siempre a mano la opción de formar una Comunidad
Autónoma unida a las provincias vascas de la parte de España. Eso
soliviantaba a algunos. La ultraderecha también la había liado a
tiros en Jurramendi, Estella, contra sus incómodos y mal avenidos
camaradas de la guerra, los carlistas.
Germán
Rodríguez era del LKI, partido comunista
También
se especula con que, asesinado el comandante de la policía de
Pamplona pocos meses antes por parte ed ETA, el nuevo comandante,
Fernando Ávila, venido de la legión y voluntario para el cargo,
había venido para "darle un escarmiento a esta ciudad tan
rebelde". Y vaya si así fue.
Libro
"Euskadi. ¡No os importe matar!" donde se relatan los
hechos.
Murió
un joven, hubo 150 heridos y se suspendió la fiesta, pero al
comandante Ávila no le pasó nada aunque berreara por la radio de la
policía esto: "Repeled lo que nos están haciendo estos 200
o 300 hijos de la gran puta. Defended el área, cojones, defenderlo
ahí como sea. Dad la vuelta a la plaza, preparad todas las bocachas
y tirad con todas las energías, lo más fuerte que podáis. No os
importe matar"
Esosí, ni a él ni al ministro, el mismo que hará unos días fuecondecorado como adalid de la democracia por el monarca Felipe VI. Un adalid de la democracia franquista al que le importó muy poco que el fascismo matara. Tan poco que los crímenes quedaron impunes.
2 comentarios:
Estas fiestas nacen de la barbarie y la violencia hacia los toros, así que no es de extrañar que "de vez en cuando" este furor se expanda hacia los propios miembros del género Homo. No me extraña pues el relato.
La historia, en esta mierda de país, se repite y se repite...y se falsea, y se manipula y se prostituye...y siempre parecen ganar los mismos,los mismos criminales, los mismos psicópatas..que cansancio,joder!
Núria, de títeres sin cabeza
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