Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

martes, 30 de octubre de 2018

Kropotkin y la revolución femenina

Leyendo a Kropotkin y su libro de hace ciento treinta años encuentro lógicas palabras sobre la emancipación de la mujer del trabajo doméstico "propio de su condición", que aún hoy día, muchos prohombres de derecha o incluso izquierda creen natural. Porque la conquista de libertades estaba muy bien para el hombre, que podía reclamar sus derechos universales, pero ay de la mujer que los pidiera, por ejemplo, en esa Francia revolucionaria. Ya lo hizo Olimpia de Gouges y acabó decapitada. ¡Pedir derechos de la mujer! ¿En qué cabeza, decapitada, cabe?

Olimpia tenía razón.

Y así, las libertades de las mujeres siguen, aún día, mermadas porque muchos creen natural y no artificial, la supeditación femenina ante la supremacía masculina. Ya lo recogía Ángela Davis, la intelectual afroamericana, antes se aceptó el voto del hombre negro que el de la mujer independientemente del color de la piel que esta tuviera. La mujer, pertenezca a la clase que pertenezca, sea proletaria o de clase acomodada, no tenía ni voz ni voto ni contaba para nada que no fuera callar, criar a los nenes y ser lucida del brazo de un propietario.

Palabras de Kropotkin:  ¿Por qué el trabajo de la mujer no ha contado nunca para nada?, ¿por qué en cada familia, la madre y con frecuencia tres o cuatro sirvientas, tienen que dar todo su tiempo a los asuntos de la cocina? Porque aquellos mismos que quieren la liberación del género humano no han incluido a la mujer en su sueño de emancipación y consideran como indigno de su alta dignidad masculina pensar “en esos menesteres de la cocina”, de los que ellos se descargan sobre las espaldas del gran chivo expiatorio: la mujer. 

Emancipar a la mujer no es abrir para ella las puertas de la universidad, del foro y del Parlamento. Es siempre sobre otra mujer que la mujer liberada descarga el peso de los trabajos domésticos. 

Emancipar a la mujer es liberarla del trabajo embrutecedor de la cocina y del lavado: es organizarse de modo que le permita, si le parece, criar y educar a sus hijos, conservando tiempo libre para tomar parte en la vida social. 

Esto se hará, ya lo hemos dicho, ya comienza a hacerse. Sepamos que una revolución que se embriague con las bellas palabras de Libertad, Igualdad y Solidaridad, manteniendo la esclavitud del hogar, no será la revolución. La mitad de la humanidad, sufriendo la esclavitud de la hornalla de cocina, tendría aún que rebelarse contra la otra mitad.

El último párrafo es sublime.

sábado, 27 de octubre de 2018

Lecturas fugaces que golpean

Doce días sin publicar. Eso para mí debe de ser una especie de récord. A lo que he llegado. Tener que desprenderme del placer de dedicar un ratico "güeno" a escribir mis peroratas  en esta plataforma. Pero es lo que hay. Entre curros y cursos de formación debo restar momentos al placer de escribir y, aún peor, al placer de leer. Eso sí que no lo llevo nada bien.

Ojo, que conste que no es queja. Realmente me lo paso muy bien en mis nuevas tareas laborales que un día os contaré someramente. Quizá se deba al hecho de que es algo nuevo, aunque mis funciones anteriores tenían cierto grado de similitud. 

Al lío. Robo minutejos sueltos para leer un clásico de la literatura libertaria llamada "la conquista del pan" de Piotr Kropotkin, que, aunque había oído referir muchas veces, hasta que no pillé un ejemplar, nunca había leído. Cosas que pasan. Me está resultando bastante ameno, a decir verdad.

Es increíble, pero jodidamente cierto, que en 120 años no hemos cambiado nada, para desgracia de la condición humana. Si este libro se escribió a finales del siglo XIX, aún nos encontramos con la misma miseria en la que nos introducía Kropotkin para explicarnos las injusticias clasistas.

El príncipe Kropotkin en diferentes épocas de su vida (Y de su barba)

En el capítulo "Vías y medios", donde explica cómo el capitalismo para existir necesita que haya miseria, sus palabras no nos pueden parecer más actuales:

"Los economistas nos recordarán, sin duda –a ellos les encanta
recordarlo–, el bienestar relativo de cierta categoría de obreros,
jóvenes, robustos, hábiles en ciertas ramas especiales de la
industria. Siempre nos señalan con orgullo a esa minoría. Pero
ese bienestar mismo (patrimonio de unos pocos), ¿es seguro
que les está asegurado? El día de mañana, la incuria, la imprevisión
o la avidez patronal arrojarán quizás a esos privilegiados
a la calle y ellos pagarán entonces con meses y años de dificultades
o miseria el período de bienestar del que disfrutaron.
¡Cuántas industrias mayores (textiles, hierro, azúcar, etcétera),
sin hablar de industrias efímeras, hemos visto parar y languidecer
una tras otra, ya sea por efecto de especulaciones, por consecuencia
de cambios naturales de lugar del trabajo, o por causa
de la competencia promovidas por los mismos capitalistas!
Todas las principales industrias textiles y mecánicas han pasado
recientemente por estas crisis. ¿Qué diremos entonces de
aquellas cuya principal característica es el trabajo temporario?

¿Qué diremos también del precio al que se compra el bienestar
relativo de algunas categorías de obreros? Pues éste se ha
obtenido a costa de la ruina de la agricultura, la descarada explotación
del campesino y por la miseria de las masas. Frente a
esa débil minoría de trabajadores que gozan de cierto bienestar,
¡cuántos millones de seres humanos viven al día, sin salario
asegurado, dispuestos a concurrir adonde sea que los llamen!
¡Cuántos campesinos trabajarán catorce horas diarias por una
mediocre comida! El capital despuebla los campos, explota las
colonias y los pueblos cuya industria está poco desarrollada y
condena a la inmensa mayoría de los obreros a permanecer sin
educación técnica, mediocres hasta en su mismo oficio. El estado
floreciente de una industria se consigue inexorablemente por
la ruina de otras diez.

Y esto no es un accidente: es una necesidad del régimen capitalista. 
Para poder retribuir a algunas categorías de obreros,
hoy es necesario que el campesino sea la bestia de carga de la
sociedad; es necesario que las ciudades deserticen los campos;
es necesario que los pequeños oficios se aglomeren en los barrios
inmundos de las grandes ciudades y fabriquen casi por
nada los mil objetos de escaso valor que ponen los productos
de la gran manufactura al alcance de los compradores de salario
mediocre; para que el mal paño pueda usarse para vestir a
los trabajadores pobremente pagados, es necesario que el sastre
se contente con un salario de muerto de hambre. Es necesario
que los países atrasados de Oriente sean explotados por los
de Occidente, para que en algunas industrias privilegiadas el
trabajador tenga, bajo el régimen capitalista, una especie de
bienestar limitado."

Esto que escribió Kropotkin hace ciento veintitantos años sigue, por desgracia, siendo la cosa más común y deleznable de nuestro ávido sistema capitalista, que no duda en joder la vida, hasta la muerte, de millones de seres humanos para que los que están sacando los beneficios puedan seguir viviendo como reyes a costa del sufrimiento y muerte de todo el planeta, sea animal, vegetal o mineral.

Y que no hayamos cambiado ni un ápice. ¡Hasta la explosión planetaria final!


lunes, 15 de octubre de 2018

Olor de santidad.

El papa  Paco acaba de canonizar a monseñor Óscar Arnulfo Romero, y a otros seis cristianos más incluido el papa Montini (Pablo VI). Curiosamente Pablo VI fue el predecesor de Wojtyla, después del fugaz paso por la silla de San Pedro del papa Luciani (Juan Palblo I). A los 33 días de papado, Luciani no despertó una mañana con lo cual muchos altos cargos de la iglesia resoplaron aliviados y en la consiguiente fumata del cónclave colocaron las sandalias del pescador a un polaco, Wojtyla, que se dedicó a ningunear a la iglesia obrera latinoamericana.

Al poco de ser convertido papa el actual Bergoglio, proveniente de la citada iglesia latinoamericana que sufrió entre los 70 y 80 la violencia de los Estados lacayos de terceros países más poderosos imponiendo dictaduras y encarcelando, torturando y asesinando opositores, no dudó en concluir el meteórico proceso de canonización de Wojtyla. Hace ya cinco años que ascendió a santoral San Juan Pablo II.

Dos santos de la iglesia. El de la derecha no hizo nada para impedir el asesinato del de la izquierda.

Ese Juan Pablo II que despreció las peticiones de ayuda de monseñor Romero, hoy tan santo como el polaco. Romero acudió al Vaticano para pedir ayuda ante la cantidad de muerte y represión que sufría la clase popular salvadoreña. Juan Pablo II, sin ganas, después de mucho solicitarlo, accedió a escuchar al obispo centroamericano pero se negó a ayudarle en su intento de pacificar su pueblo. Dolido por la reacción del "Santo" padre, volvió a El Salvador donde una mala mañana fue muerto a tiros mientras celebraba una eucaristía. Entonces a Juan Pablo II quizá le entrara remordimiento, ya que la culpa está muy presente en el catolicismo y, cuando en uno de sus innumerables viajes aterrizó besando el suelo de El Salvador, fue a rezar a la tumba del obispo, y eso fue lo único que hizo por él.

Y ahora, Bergoglio, el papa Paco, ese superior de los jesuitas argentinos que no dudó en impedir que la dictadura de Videla, Massera y Agosti detuviera y torturara a sus propios hermanos de la Compañía de Jesús, cierra este lamentable capítulo donde la curia superior pretende elevar a los altares a sus mártires del abandono, como si así se arreglaran las muertes, los atropellos, la violencia y la criminalidad que han sufrido, sufren y sufrirán sus fieles cristianos, pero sobre todo, los pobres.

La iglesia de los hombres, pues los hombres la han creado a su imagen y semejanza, por mucho que nombren a un Dios, no es más que otra deplorable muestra de manipulación y oscuros fines por los que los pobres fieles deben sufrir y morir "para ganar el cielo", e incluso alcanzar el santoral, y los altos miembros de la curia tienen información, y, sobre todo, poder. ¡Qué triste!

jueves, 11 de octubre de 2018

Los golpes que da el Voxeo

Las incautas siguen creyendo que en España no hay extrema derecha. Eso se decía alegremente hace nada. Y sin embargo están desperezándose después de años aletargados. Y no estoy hablando de los bisoños cachorros que mamaron de la teta del neoconservadurismo a la par que mentían con todo el descaro en sus currículums. No, de los gemelos Rivera y Casado, ambos cachorrillos del PP, acostumbrados al derechismo chapucero del puesto vitalicio en rancias butacas institucionales teniendo que transigir con gente de otras coloraciones políticas con tal de no soltar la mano de dentro del bote, no estoy hablando.


Qué pena, cuántos amigos de la ultraderecha.

Hay otros, como Santiago Abascal, que está viviendo sus diez minutos de gloria (Espero que sea así de efímero) después de su mítin-festival-astracanada fascista de Vistaalegre. Santiago Abascal también antiguo cachorro del PP, que son las siglas de Partido Perifranquista. Un tío que se jacta de llevar arma, de echar las culpas a los inmigrantes (Un clásico del fascismo eso de hacer creer que todos tus males son culpa de otros desgraciados, no de quienes te putean. Ellos, no), de anunciar que defenderá el "rancionalcatolicismo" español, o de  poner freno al feminismo. Eso es el fascismo que "no había en España".

Lo peor es que hay gente que se para a escucharlos y no sólo eso, sino que es tan incauta como para creerse sus gilipolleces y hasta tiene la intención de votarlos.  Vox representa la España rancia e intransigente que nunca se fue del todo y que amenaza con volver y nos amedrenta con quitarnos la voz a los que somos críticos con el Estado porque, ellos, que son tan de uniformes, les gusta la uniformidad  por encima de todo. 

Un polémico y tramposo periodista, un pederasta insoportable y un asesino de animales apoyando a Vox.

Lo que más me jode es que habrá gente que vote a estos hediondos seres salidos de una fosa abisal de los años treinta del siglo pasado. Apestan y lo peor es que si consiguen representación institucional el tufo no se irá de allá donde aposenten sus pestilentes culos.

Espero que no consigan un gran eco cuando en las elecciones levanten su "vox". ¡Que no había ultraderecha en España! ¡No, qué va!.

Niños y niñas, no cojáis nada de Vox. Es caca.

viernes, 5 de octubre de 2018

Correos no tiene ni "pa" suelas.

El verano suele hacer estragos en las plantillas de los puestos laborales ya que, para que unos disfruten del derecho de asueto, los que se quedan deben acarrear con todo el volumen de trabajo, que suele ser el mismo sólo que con la mitad de trabajadores.

En esta miniciudad pasa como en todas partes y en correos, esa empresa pública privatizada con esto de que vivimos sumergidos en los procelosos mares de la economía de mercado,  se da la circunstancia de que no hay personal para cubrir vacaciones ni sustituir baja alguna. Este es un problema estival que se arrastra hasta bien entrado el otoño. Sin ir más lejos, ayer las telarañas que poblaban ufanas mi buzón, se vieron sorprendidas por un folleto comercial que presentaba las ofertas de la primera semana de septiembre. Menos mal que, aunque ya estamos en octubre, ni era un envío importante ni presto demasiada atención a esas cosas. Peor es que estoy suscrita a una editorial que publica cosas diferentes a las zafiedades de los grandes monstruos  que abarrotan el mercado de la letra impresa y ya me han cobrado el ejemplar enviado de septiembre, el cual debe estar criando polvo en los ignotos almacenes de la oficina de correos de esta miniciudad.

Buzón manifestándose contra los presos políticos custodiado por dos buzones de la benemérita.

Esta es una desastrosa situación que se repite año tras año y verano tras verano, pero correos sigue sin ponerle remedio. Ni quiero ni pensar en la cantidad de cosas importantes de verdad que no llegarán  a tiempo a sus destinatarios por la absoluta dejadez de la empresa pública a la que están dejando agonizar desde tiempos inmemoriales, cuya plantilla es eventual en la mayoría de los casos y a nadie le importa realmente que el correo se amontone en la oficina porque no hay cartero que salga a repartir, y, cuando digo a nadie no me refiero a los sufridos usuarios del servicio, sino a los gestores de la entidad, a los que les importa toda la producción de la huerta murciana el  desordenado apilamiento epistolar.

Debería cabrearnos que todo esto de la dejadez es parte del proceso de arruinar la empresa para venderla a precio de saldo. Una pena, pero, oye, que el problema de España es la independencia del vecino y que Joaquín no está en la selección.

En fin, querid@s, nada nuevo bajo el sol y tampoco en el buzón.

martes, 2 de octubre de 2018

Iglesia de armas tomar

El arzobispo de Madrid declara que da el visto bueno a la inhumación de Franco en la catedral de la Almudena. Eso indica que es cierto que sacarán al sátrapa de Cuelgamuros y que le darán sepultura en esa catedral, museo del mal gusto, lugar en el cual hasta el propio San Josemari, que se creía más que Dios, tiene su propia capilla con imagen divinizada, patrón de los soberbios y de los ricos de espíritu y de los de cuenta corriente.

La iglesia católica española, siempre tan beligerante, legitimó y dio cobertura al golpe de Estado de los militares africanistas en julio de 1936, llamándolo "santa cruzada", con ese cardenal Isidro Gomà pidiendo taxi sin atisbo de vergüenza.

Hermanos en Jesucristo, ¿Va a haber taxi para todos?

Que si le dieron cobertura, el dominico y profesor de teología moral de Salamanca, r.p. Ignacio Menéndez Reigada se atrevía a soltar esto en pleno inicio bélico: “el alzamiento en armas contra el Frente Popular y su Gobierno es, no sólo justo y lícito, sino hasta obligatorio, y constituye por parte del Gobierno Nacional y sus seguidores la guerra más santa que registra la historia”

El cardenal y arzobispo de Toledo, Isidro Gomà, se atrevió, no sólo a figurar como un fascista fanático en las poses con el brazo a la romana rodeado de militares, sino que da un discurso beligerante y, a la vez, delirante, impropio de un buen cristiano: 


Esta cruentísima guerra es, en el fondo, una guerra de principios, de doctrinas, de un concepto de la vida y del hecho social contra otro, de una civilización contra otra. Es la guerra que sostiene el espíritu cristiano y español contra ese otro espíritu...

Ignoramos cómo y con qué fines se produjo la insurrección militar de Julio: los suponemos levantadísimos. El curso posterior de los hechos ha demostrado que lo determinó, y lo ha informado posteriormente un profundo sentido de amor a la patria. Estaba España ya casi en el fondo del abismo, y se la quiso salvar por la fuerza de la espada. Quizás no había ya otro remedio.

La guerra Santa, como dice al final del párrafo donde nos cuenta el albor de la revuelta en Navarra, llena de curas trabucaires que traían armas de contrabando para los golpistas, como hizo algún clérigo de la Navarra más reaccionaria.

Es preciso haber vivido aquellos días de la primera quincena de agosto en esta Navarra, que, con una población de 320.000 habitantes, puso en pie de guerra más de 40.000 voluntarios, casi la totalidad de los hombres útiles para las armas, que dejando las parvas en sus eras y que mujeres y niños levantaran las cosechas, partieron para los frentes de batalla sin más ideas que la defensa de su religión y de la patria. Fueron, primero, a guerrear por Dios...

Al compás de Navarra se ha levantado potente el espíritu español en las demás regiones no sometidas de primer golpe a los ejércitos gubernamentales.

Porque, eso sí, después de matar tan calentito, que diría Gila, al que fusilaron mal en la guerra, por cierto, se iban a confesar y rezaban el rosario.

Y en todos los frentes se ha visto alzarse la Hostia Divina en el santo sacrificio, y se han purificado las conciencias por la confesión de millares de jóvenes soldados, y mientras callaban las armas, resonaba en los campamentos la plegaria colectiva del Santo Rosario.

Monseñor Plà y Deniel también contribuyó a hacer creer a las acémilas el valor redentor de la maldita guerra:  “En el suelo de España luchan hoy cruentamente dos concepciones de la vida, dos sentimientos, dos fuerzas que están aprestadas para una lucha universal en todos los pueblos de la tierra… Comunistas y anarquistas son los hijos de Caín, fratricidas de sus hermanos, envidiosos de los que hacen un culto a la virtud, y por ello los asesinan y martirizan”. Y añadía el sotanado: “Reviste, sí, la forma externa de una guerra civil, pero en realidad es una Cruzada. Fue un sublevación, pero no para perturbar, sino para restablecer el orden”, “…una Cruzada por la Religión, por la Patria y por la Civilización”, “…una Cruzada contra el comunismo para salvar la Religión”.

Y esta sólo es una pequeña muestra de lo que la iglesia se dedicó a producir para fomentar la puñetera guerra como no se debiera hacer. La iglesia inventó la cruzada, antes inexistente pues no era más que un simple golpe de estado. Muchos clérigos lucieron armas y las usaron, que es peor. Eso sí, por si acaso no hacen muy conocido el hecho de que expulsaron a un par de obispos que no pensaban igual y que fusilaron o encarcelaron, o las dos, a numerosos sacerdotes, sobre todo en el País Vasco.

Y aún la iglesia se atreve a hablar de perdón y de mejillas dispuestas al fustigamiento cuando ellos alabaron el asesinato, glorificaron a los asesinos y recibieron bajo palio a un dictador que firmaba sentencias de muerte sin ningún escrúpulo. Esta iglesia, que firmó una pastoral deleznable, que aquí os dejo. Esta iglesia no ha cambiado.


Capellanes castrenses cardenalicios.

Sus arzobispos de Toledo, quizá contagiados por la academia castrense de la misma ciudad, juran bandera como los militares. Quizá confundan la ropa talar con el uniforme militar, las sotanas con las guerreras, los solideos con las gorras de plato y la estola con los correajes. Aún hacen declaraciones inconcebibles, como las advertencias sospechosas de cierto arzobispo. La iglesia española sigue siendo la gran defensora de la dictadura. Nada sorprendente, por desgracia.