Tengo un bló

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lunes, 15 de octubre de 2018

Olor de santidad.

El papa  Paco acaba de canonizar a monseñor Óscar Arnulfo Romero, y a otros seis cristianos más incluido el papa Montini (Pablo VI). Curiosamente Pablo VI fue el predecesor de Wojtyla, después del fugaz paso por la silla de San Pedro del papa Luciani (Juan Palblo I). A los 33 días de papado, Luciani no despertó una mañana con lo cual muchos altos cargos de la iglesia resoplaron aliviados y en la consiguiente fumata del cónclave colocaron las sandalias del pescador a un polaco, Wojtyla, que se dedicó a ningunear a la iglesia obrera latinoamericana.

Al poco de ser convertido papa el actual Bergoglio, proveniente de la citada iglesia latinoamericana que sufrió entre los 70 y 80 la violencia de los Estados lacayos de terceros países más poderosos imponiendo dictaduras y encarcelando, torturando y asesinando opositores, no dudó en concluir el meteórico proceso de canonización de Wojtyla. Hace ya cinco años que ascendió a santoral San Juan Pablo II.

Dos santos de la iglesia. El de la derecha no hizo nada para impedir el asesinato del de la izquierda.

Ese Juan Pablo II que despreció las peticiones de ayuda de monseñor Romero, hoy tan santo como el polaco. Romero acudió al Vaticano para pedir ayuda ante la cantidad de muerte y represión que sufría la clase popular salvadoreña. Juan Pablo II, sin ganas, después de mucho solicitarlo, accedió a escuchar al obispo centroamericano pero se negó a ayudarle en su intento de pacificar su pueblo. Dolido por la reacción del "Santo" padre, volvió a El Salvador donde una mala mañana fue muerto a tiros mientras celebraba una eucaristía. Entonces a Juan Pablo II quizá le entrara remordimiento, ya que la culpa está muy presente en el catolicismo y, cuando en uno de sus innumerables viajes aterrizó besando el suelo de El Salvador, fue a rezar a la tumba del obispo, y eso fue lo único que hizo por él.

Y ahora, Bergoglio, el papa Paco, ese superior de los jesuitas argentinos que no dudó en impedir que la dictadura de Videla, Massera y Agosti detuviera y torturara a sus propios hermanos de la Compañía de Jesús, cierra este lamentable capítulo donde la curia superior pretende elevar a los altares a sus mártires del abandono, como si así se arreglaran las muertes, los atropellos, la violencia y la criminalidad que han sufrido, sufren y sufrirán sus fieles cristianos, pero sobre todo, los pobres.

La iglesia de los hombres, pues los hombres la han creado a su imagen y semejanza, por mucho que nombren a un Dios, no es más que otra deplorable muestra de manipulación y oscuros fines por los que los pobres fieles deben sufrir y morir "para ganar el cielo", e incluso alcanzar el santoral, y los altos miembros de la curia tienen información, y, sobre todo, poder. ¡Qué triste!

3 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

¡¡Que cosas tienes!! la iglesia católica fue creada por dios y su triunvirato.

emejota dijo...

Ya te digo....!

Esti dijo...

¿Pero no están canonizando a demasiada gente? COn que un par de personas digan que te rezaron y entonces sucedió algo milagroso y... ¡boom! ya eres santo. Es más difícil sacarse unas oposiciones que que te canonicen.