Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

jueves, 21 de enero de 2021

Paisajes impresionistas

El otro día me vino así, de repente, un recuerdo a la memoria sobre un par de cuadros impresionistas de los que había sendas reproducciones en casa de mi abuela paterna. Aparte de estos coloridos paisajes campestres franceses que había en una de las habitaciones debería mencionar que presidiendo la sala de estar había una reproducción del Gernika de Picasso, símbolo del horror de la guerra y la represión política posterior, todo grisura, pero esa es otra historia.

Cuando estudiábamos historia del arte en bachiller y nos tocaba tragarnos el impresionismo francés con sus bailarinas, Degas, sus almuerzos nudistas, Manet, sus bodegones, Cezanne o sus chicas polinesias, Gauguin, nos armábamos un taco maravilloso porque había que hilar muy fino para saber quién había pintado qué cuadro. Eran unos cuantos pintores y, a veces, encima, se distinguían sólo por una puñetera letra, como Manet y Monet. 

 Y así Monet, que no Manet, pintó "las amapolas" en el que salían figuras femeninas paseando por un bucólico entorno con gorritos y sombrillas en ristre, porque tomar el sol no era de buena educación y, a juzgar por la cantidad de puntitos rojos, que son las amapolas, claro está, debe ser comienzos de verano. Este cuadro me tenía confusa, porque así como me hubiera gustado corretear por esos campos floreados de Argenteuil, que por lo visto así se llama el lugar de inspiración del pintor, había otro a su lado que, ciertamente representaba una estampa muy parecida, aunque una de mis tías me explicara con esa paciencia infinita que sólo otorgan los años de docencia, que esa la había pintado un tal Renoir.

Monet pintó paseítos con gorros y sombrillas.


Renoir pintó "paseo por el campo" un par de años después que Monet coloreara un lienzo con aquellas amapolas. Dos cuadros de temática campestre con más señoras ataviadas de gorro y sombrilla y más flores rojas por el bucólico lugar. Para mí parecían dos imágenes consecutivas de un mismo paseo.  Fijaos que en ambas escenas, van una mujer y una criatura delante y a lo lejos hay otras dos figuras. A mí se me antojaba  casi una persecución. Cosas de la infancia, aunque me hubiera encantado poder tirarme de cabeza al cuadro y aparecer por aquellos paisajes.

Renoir también pintó paseítos con gorros y sombrillas.


De otro cuadro que me subyugaba, que era uno de Brueghel, el viejo, con sus patinadores en el hielo bajo el cielo blanco del invierno del cual también había una reproducción vecina de pared de las otras dos obras os hablaré otro rato. Ya vale de pintura por hoy, que su olor marea.

lunes, 11 de enero de 2021

Carnavalada capitolina

 Cada vez tengo menos tiempo para escribir, cosa que es lamentable. Y mira que salen temas, aunque ni voy a hablar del covid, ni del frío glacial propio de la estación, ni de las nevadas a las que no están acostumbradas en ciudades, aunque llevo días queriendo hablar del asalto al capitolio por una panda de blancos supremacistas fachorrepublicanos estadounidenses. Esa gente que va de carnaval disfrazada de búfalo, de soldado de la guerra colonial o de militar filonazi que se cree con más derechos que nadie a la hora de imponer, y digo imponer, su verdad sobre la realidad aparente. Lo malo es que esta verdad propia hinchada a base de bulos es otra contagiosa epidemia que asalta a fascistas de otras latitudes.

El asalto al congreso norteamericano, aunque pudiera parecer una carnavalada es algo bastante serio, aunque estoy convencida que muchos de los asaltantes lo creían tan serio como el incidente del cargamento de té del puerto de Boston que figura en los anales de la historia como el origen de la independencia de las colonias norteamericanas de la corona británica.

Carnaval adelantado.

Ni Alexis de Tocqueville podría haber previsto semejante bufonada cuando escribía sobre la democracia americana allá por los comienzos del siglo XIX, cuando los useros iban de próceres de la democracia. Esto no es sólo cosa del desequilibrado de Trump. la cosa viene de más allá. En muchas zonas estadounidenses la derecha más recalcitrante, esa que ensalza el supremacismo del hombre blanco protestante, es la que pelea por recuperar esas parcelas del poder que siente cómo le comen otras ideas más modernas. Los soplidos a las brasas de ese majadero de Trump lo único que han hecho es eso: Avivar el fuego intolerante.


Los Dixies trumperos pasando por Washington.

Un asalto como el del día de reyes pasado no es algo que se haya improvisado, como es lógico suponer. La bravuconada del majadero saliente sólo fue la espoleta; el arma estaba cargada con anterioridad. Lo peor es la connivencia de las fuerzas del ¿orden? que no dudaron en desplegar al ejército y a la famosa guardia nacional cuando muchos fueron a protestar por el asesinato de George Floyd con el black lives matter, y, sin embargo, con la algarada ultraderechista de los tramperos, sólo había cuatro maderos mal pertrechados.

Y al  final, un montón de chorizadas en el capitolio y una vergüenza suprema ante el mundo mientras ese majadero sale por la puerta de atrás sin un miserable atisbo de arrepentimiento. Es lo que pasa por dejar a los abusones en cargos de poder.



domingo, 3 de enero de 2021

¿Qué culpa tendrá el 2.020?

Hale, pues ya hemos estrenado calendario nuevo. Hay gente que se cree que porque cambie un guarismo cambia la esencia de las cosas. Llevo días escuchando cómo se acentúa el odio al pasado año, como si éste por sí solo tuviera la culpa de algo. La gente, puestos a culpar, achaca al pobre año pasado toda la responsabilidad infecciosa, como si fuera un ser consciente, pensante y contagioso.



Explícales a los que anteayer deseaban a voz en grito que se acabara el año cenizo que Covid-19 lleva el 19 porque la enfermedad se desarrolló el año del que toma el apellido.  No entiendo cómo funciona el mecanismo de coger al año, transformarlo en una personalidad antagonista y perversa y achacarle todos los males que sufrimos, aunque ya hayamos estrenado otro calendario.

En fin, paciencia. Mucha paciencia y que el año vaya bien.