Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

jueves, 30 de agosto de 2012

La curiosidad que arrastra el crimen

Precisamente en estos días se está dando una cobertura desmesurada, mitad horror, mitad entretenimiento ajeno a los problemas derivados de la crisis, de un doble asesinato de dos niños a manos de un padre con comportamientos psicopáticos, que, para redondear, había estado como militar, en misión de paz (Toma contrasentido) por los Balcanes hace veinte años.

Veinte años, también, va a hacer este otoño la  triste desaparición de tres adolescentes del pueblo valenciano de Alcàsser. No se lo tomen a mal, pero si tomamos estas historias al igual que hacen los grandes medios de comunicación, es decir, sin importarles un pimiento el transfondo humano y pasional del hecho, estamos viendo la calidad de lo que consume el ciudadano medio. Reportajes periodísticos basados más en los guiones plañideros de las películas de Marisol que en reportajes periodísticos serios, creando juicios paralelos y, sobre todo, desenfocando problemas acuciantes que nos tocan a todos.

Todo lo anterior es para meternos en harina de una historia que pasó hace ya medio siglo y en la que tienen que ver, aparte del crimen, las circunstancias sociales, que marcan mucho. La otra noche, ya muy tarde, acerté a hacer zapping justo cuando en la 2 comenzaba La huella del crimen, esa fantástica y veterana serie producida por Pedro Costa Musté en la que se desgranan los crímenes más famosos sucedidos en España de pasadas épocas. Ya dice sabiamente una voz en off, al tiempo que da vueltas una huella digital, que la historia de un país es también la historia de sus crímenes. Y me encuentro con unas imágenes de la zona vieja de València y a Terele Pávez llevando a rastras una maleta, y me quedo a ver el caso de las envenenadas de València.

La envenenadora de València:

Se llamaba Pilar Prades y era una criada retraída y seca de carácter. Nacida en una familia muy pobre de un pueblo de la provincia de Valencia, la ponen a servir siendo una cría. Mientras pasan los años limpiando cristales, fregando cacharros y sirviendo comidas a los amos, Pilar va haciendo su ajuar, porque lo que ella quiere es casarse y fundar una familia, pero pasan los años y nadie se fija en ella. Se siente fea, sola y desgraciada. Ella nunca es la elegida para bailar. Nadie la mira. Cambia de amos con frecuencia, porque, a pesar de ser eficiente y sumisa, hay algo en su forma de ser que hace a los amos desconfiar.

Publicación de la época, para entretener a la gente en una España de crisis eterna

Se pone a servir en casa de unos charcuteros de la capital del Turia. Todo va bien. Cuando hay trabajo en la charcutería, además de llevar la casa, ayuda en el negocio. Los amos son un matrimonio maduro y sin hijos. Un buen día, la charcutera enferma. Guarda cama con un gran malestar estomacal, vómitos, hinchazón de extremidades. El médico no se explica qué le pasa. A las semanas, muere. El charcutero decide despedir a la criada cuando se la encuentra vestida como su difunta y despachando en la tienda el mismo día del entierro. Pilar busca otra casa donde servir. Una amiga, que es cocinera en una casa de un médico militar da referencias suyas. Las dos trabajan en la misma casa. La cocinera, que ha pillado novio, cosa muy importante en aquella época, enferma. El galeno de los galones la interna en un hospital, pues está alarmado. Al poco, la propia esposa del médico sufre los mismos síntomas. El doctor uniformado hace unas pruebas a su mujer y descubre el envenenamiento por arsénico. Indaga y conoce al charcutero. Denuncia a Pilar. Exhuman el cadáver de la charcutera y hallan arsénico. Como suele ser habitual en la policía de este país, después de interrogatorios donde primero zumban y después preguntan, al cabo de 36 horas sin comer ni dormir Pilar confiesa sólo que agarró un bote con un contenido de sabor dulce, porque no tenía azúcar, ya que ella es analfabeta y no sabe leer. Era un matahormigas. Pero ella, contra el consejo de su abogado, se declara inocente. Fue la última mujer condenada a muerte por garrote vil ejecutada en España en mayo de 1959.



Pilar, aparte de haber crecido en medio de la miseria dentro de una sociedad que la condenaba a ser una criada sin formación, era un símbolo del maltrato institucionalizado a la mujer pobre. Condenada a vivir sirviendo sólo liberada, y en parte, nada más, al casarse para hacerse cargo de su casa sin remuneración. No había otro sentido de la vida, ni la mujer podía aspirar a más. Una sociedad clasista que sumerge en la ignorancia a los más pobres, y la ignorancia, muchas veces se tiñe de maldad y de rencor. Pilar era sumisa y sólo buscaba, de manera fatal, claro, la recompensa de verse ligada en santa unión a un hombre, pero, veinticinco años antes, en 1933, en la ciudad de Le Mans de Francia, las hermanas Papin (Christine y Lea), campesinas en origen y dedicadas al servicio doméstico, con una infancia triste y una madre nada amorosa, por miedo a sufrir una reprimenda de su ama, asesinan brutalmente a esta y a su hermana sacándoles los ojos y lacerándolas prolongando la agonía con un martillo. Al llegar el marido y cuñado de las víctimas se encontró una carnicería, ojos y huesos por el suelo, su esposa muerta y su cuñada agonizante. Las hermanas Papin estaban en su cuarto abrazadas en la cama y completamente desnudas, aunque cubiertas en sangre.

La imagen de las hermanas Papin desnudas y abrazadas se convirtió en uno de los referentes para buscarles tres pies al gato e inventarse descabellados supuestos de lesbianismo incestuoso, lo cual ha valido para escribir obras de teatro o películas (Las criadas, de Jean Genet o, en cine, les blessures assassines,2000 y mi querida hermana,1994), de la misma manera que quedaba esta idea, tan de agrado de algunos hombres, del lesbianismo incestuoso y criminal con la historia del asesinato de Hildegart por parte de su madre. (libros de Carmen Domingo o el relato periodístico de Eduardo de Guzmán, sin olvidarnos de la peli de Fernán Gómez, de 1977)

Volviendo al caso de las doncellas diabólicas, los datos son terribles. La señora Lancellin, la esposa del abogado, pedía a su ejecutora que la matara de una vez mientras Christine reía y la hería en una zona no vital. En este caso, a pesar del ensañamiento y la brutal carnicería, se declararon culpables y la pena capital fue declinada. Christine quedó recluida en un centro psiquiátrico donde se negó a comer  y murió poco antes del inicio de la segunda guerra mundial. Lea, tras ocho años de encierro en una prisión, quedó libre, por buena conducta, en plena guerra. Corría el año 41. Lea murió en 2001. Sin embargo a Pilar Prades, en época de Franco, la condenaron a poner el cuello en el garrote vil.

Antonio López Sierra, el verdugo:

El verdugo que tenía que llevar la sentencia a cabo se llamaba Antonio López Sierra. Otro hombre pobre de familia humilde al que le llegó la madurez cuando estalló la guerra y luchó del lado de los nacionales y luego marchó a Rusia con la 250 división panzer de la Wehrmacht, la división azul. Estuvo luego de barrendero por Alemania y malviviendo, ya de vuelta en la península, hasta que le ofrecieron el puesto de verdugo. Ajustició a una veintena de personas, entre ellas, a Pilar Prades. López Sierra no sabía que debía ejecutar a una mujer, y cuando lo supo, se negó. Hubo que darle coñac y casi arrastrarlo al torno del garrote, lo cual sirvió de idea al gran director valenciano Luis García Berlanga para hacer su película El verdugo donde a Nino Manfredi le repugna ser ejecutor como su suegro, el magnífico Pepe Isbert, el cual da una lección impagable sobre los métodos internacionales de ejecución.

A los pocos meses López Sierra tuvo que ejecutar al famoso Jarabo, un bon vivant sin un duro, de familia bien venida a menos, que mató a cuatro personas. Como Jarabo era un tiarrón y no cabía su cuello en el tormento, sufrió más de 20 minutos los estertores de la asfixia. Demoledor. En la misma serie producida por Pedro Costa Musté y dirigido por J.A.Bardem, un gran Sancho Gracia se marca un papelón haciendo del mismo Jarabo.



López Sierra, también fue el ejecutor del último hombre asesinado por procedimiento de garrote vil, que fue Salvador Puig Antich. Así que este verdugo con licencia para matar se llevó por delante tanto a la última mujer, como al último hombre. A pesar de su reticencia por matar a Pilar Prades, López Sierra  afirmaba que lo que él quería era ganarse la vida y que lo que hacía era lo que le mandaban. Por si les interesa, como documento, Basilio Martín Patino, filmó un documental llamado Queridísimos verdugos, en el que, entre otros, López Sierra habla de su experiencia laboral.



Afortunadamente, con la venida de la democracia, cosa que yo no estoy segura de que haya llegado, y el tiempo me está dando la razón, la pena de muerte quedó derogada. Y, si hay alguien que apoya su reinstauración, si tanto la pide, que sea elegido verdugo y que sea él quien de las vueltas al torno del garrote, a ver qué le parece y si está tan dispuesto.

Ah, os dejo El verdugo, que, a pesar del tema, es fantástica:

lunes, 27 de agosto de 2012

Husemos el casteyano, capítulo XXIV: Hel prezio gusto

Gran superficie en una populosa población aledaña a la ciudad condal. Mascarilla de "Serun".




Sí, ya sé que "sérum" no está en el diccionario de la r.a.e., pero "serun", tampoco.

martes, 21 de agosto de 2012

Promenade du soir (Paseo vespertino)

Domingo en el cor de Catalunya. Cae un sol despiadado, tanto que los pajaricos se fríen en las ramas. A eso de las seis de la tarde cuando el calor aprieta, pero no ahoga, aunque poco le falta, salimos a pasear por esta ciudad industrial de ses meses de invierno y seis meses de infierno. Esta semana comienza la festa major y había alguna actividad como el paseo de la pubilla y el hereu (los jóvenes elegidos como representantes de la ciudad en fiesta). El paseo va precedido de trabucaires quemando pólvora y una batukada.

En la plaça major, presentan a los niños a la Tremenda, una de las alegorías de cartón-piedra de la fiesta. Nos tomamos una cervecica en un bar en el que hace más calor dentro que fuera. Decidimos ir hacia la Seu (Iglesia imponente sobre una atalaya de roca que domina el curso del Cardener, el río sobre el que se fundó la ciudad). Decidimos dar una vuelta sobre el nuevo paseo abierto entre las rocas que va a dar a la vía de Sant Ignasi. Es un peseo elevado sobre el río, pero bajo la roca donde se alza la Seu. Sale de la plaça de la Reforma, que hace honor a su nombre, porque siempre está de ese modo y que podéis contemplar en la cinta Plácido, de Luis García Berlanga. El paseo tiene una curiosa dedicatoria:

Los AC/DC tienen un parque.

Las vistas son de lo mejor de la ciudad. El curso del río deja al otro lado la estación y sobre ella una montana coronada por la torre de Santa Catalina. Sobre el Cardener, el afamado puente viejo (Nada que ver con cierto culebrón de sobremesa de cadena privada ) tantas veces hecho y deshecho desde hace siglos.

El puente medieval, reconstruído en 1962

Mi novia, queriendo ver con calma y perspectiva el cuadro panorámico, se acerca a un pretil sorteando toda clase de excrementos caninos. Ella es una mujer fría, serena. De una pieza. Jamás la he visto histérica ni dar un gritito agudo de miedo....Hasta ese preciso momento. De repente me la encuentro soltando chillidos nerviosos y saltos de bailarín ruso. Estupefacta me quedo mientras la veo darse azotes con un periódico enrollado. Resulta que un lagarto de considerables proporciones se le ha subido por el brazo hasta casi llegar al hombro y ella, al notar las garras, y ver al saurio, es presa del pánico.

 Este simpático saurio se paseó por mi moza.

Menudo trauma que lleva desde entonces. A mí se me ha caído un mito a los pies. Una mujer de una pieza dando gritos y botes como un heavie desatado. Y todo porque un reptil ha tenido el capricho de subirse a su brazo. Porque tienen mucha cara, que les das la mano y te toman el brazo los lagartos. Igual es que los invasores de V han vuelto (Para esto, lector, has tenido que vivir en los 80). Creo que se le quitó el calor de golpe. Ay el lagarto Juantxo, o Wally Gator. Ya lo hemos bautizado y todo.


sábado, 18 de agosto de 2012

La guerra civil española de los italianos

El golpe de estado de los militares africanistas contra el gobierno de la República del frente popular fue apoyado en España por poderosos industriales, el clero, monárquicos, entre ellos, los carlistas, que no solo los alfonsinos y un minúsculo grupo de imitadores del fascismo italiano que llevaban por bandera los colores copiados al anarquismo, el rojo y el negro, y se atrevían a llevar camisas azul-mahón de trabajador con brillantina en el pelo, de niño rico que en su vida había doblado el lomo. Mientras, la Sociedad de Naciones, la antigua versión de la ONU hacía como que no veía y prohibía a los países de alrededor mezclarse en la trifulca peninsular, a excepción de la Alemania de Hitler, que llevó sus Heinkel y Junkers para preparar su luftwaffe de cara a un futuro y los italianos de Mussolini, que querían glorias para su país.

Así que la Italia fascista manda a unos 75.000 italianos englobados en el Corpo di Truppe Volontarie (El CTV) y en la aviación al mando de potentes aeroplanos Fiat. Los italianos trajeron mucho transporte ya que construían autos, camiones, carros de combate....Sin embargo dentro de las CTV, la mayoría de sus miembros no sabía a dónde los mandaban. Muchos creían ir a Abisinia (Etiopía) ya que en el año 35 habían guerreado contra Haile Selassie, el emperador etíope, cuyo nombre era Ras Tafari Makonnen (El "Rastafari" que los jamaicanos de Marcus Garvey creían el Mesías), y que era conocido por aquí como "El Negus". Muchos fascistas de aquella época se darían de cabezazos contra lo afilado de sus fascios si supieran que sus nietos llevan el león de Judá que ellos creen jamaicano sin saber que es el símbolo del emperador etíope contra el que lucharon sus abueletes. Volviendo al post, así que muchos de los miembros de los CTV creen ir al cuerno de África, unos pocos sí que saben dónde van y otros muchos centran su interés en la paga de soldado para que en su casa puedan comer. Sea como fuere, los italianos fascistas desembarcan en la guerra civil española del lado de los levantiscos haciendo honor a su divisa: "Credere, obbedire e combattere" (Creer, obedecer y combatir).

Los CTV motorizados hasta arriba, gracias a la Fiat

Llegan en diciembre del 36, y su campaña comienza en Mallorca,  Málaga, la aviación bombardea Madrid, Guadalajara, sobre la que volveremos, Santander, el frente de Aragón, Catalunya y el final, en Madrid. Mussolini en Roma, y el conde Ciano, que se paseaba por el Estado Mayor perdonando vidas, se las daban de arrogantes protagonistas de algo de lo que nunca nadie se debiera sentir orgulloso, que es el acabar con la vida y la paz. Muchos italianos comenzaron  a darse cuenta de donde se habían metido cuando vieron las carnicerías de Málaga. Se dieron cuenta de que esto no era un paseo.

Muy elegantes y arreglados, y hasta perfumados, eran motivo de burla por parte de otras tropas tanto enemigas como del mismo bando y es que a los cazurros carpetovetónicos les producía risa que los hombres fueran aseados y olieran a colonia y no a choto, tabaco, y sobacos en requesón de meses. 

Los italianos en la batalla de Guadalajara.

En marzo de 1938 tuvo lugar en el frente alcarreño una larga batalla. La ofensiva la abrió el CTV, que durante un par de días consiguió ganar terreno a las brigadas internacionales, pero estas, finalmente, consiguieron doblegar a los fascistas italianos. No tengo ni idea de táctica militar, ni de historia bélica, pero el dato curioso es que uno de los batallones de las brigadas internacionales, llegadas para defender a la República, que se encontraba en Guadalajara en aquel momento era la Garibaldi, compuesta por muchísimos italianos antifascistas, agregada a la 11ª brigada internacional. Así algunos fascistas italianos fueron sorprendidos y hechos prisioneros por compatriotas por el relax de oir su propio idioma. Ni que decir tiene, que de una posición enfrentada a otra corrían mensajes, insultos, reclamos propagandísticos e incluso recados por si alguno volvía a casa.

Batallón Garibaldi, que detuvo a compatriotas del CTV

La batalla fue una sangría y los datos de los muertos, como suele ser, varían y mucho. Manuel Aznar, el abuelo del ex-presidente, afín a Franco, daba unos datos muy altos, para justificar la pérdida frente a la plana mayor. Se calcula que 4000 fascistas italianos murieron en aquél momento. De los italianos del batallón Garibaldi no hay datos concretos.

Lo cierto es que tras la debacle, Franco relegó a los italianos a destinos menos ofensivos, Mussolini, que pensaba darse un baño de gloria, en el fondo lo que se dio es una hostia que hizo tambalear su prestigio que había subido como la espuma tras liquidar a los etíopes del Negus ganándose Abisinia. Es lógico que entre los republicanos no tuvieran grandes simpatías, pero es que entre los sublevados, como ya hemos visto antes, se les tenía bastante desprecio, lo cual fue caldo de cultivo de chistes y burlas.

Efectivos del CTV llegando a la batalla.

Una de las populares canciones fascistas italianas era el faccetta nera (Carita negra) la cual es una canción dedicada a una etíope en la que dicen que le van a dar otras leyes y otro rey, y que tendrá la bandera italiana como propia y que desfilará delante del Duce y del rey, cuando se llevaban bien, sería. La podéis encontrar interpretada en la película Ay, Carmela, en la que se hace cierto escarnio de los italianos, cantada teatralmente por el Teniente Ripamonte, papel que borda Maurizio (Armando) De Razza, el profesor Cavan de El día de la bestia


La única versión encontrada es una mezcla de una versión grabada y la de la peli, con burla de los oficiales de la plana mayor de los sublevados.

La desgracia de Guadalajara, y los recelos que los CTV despertaban en ambos lados de la trinchera sacaron hasta versión del Faccetta Nera con letra propia, que decía:

Guadalajara no es Abisinia,
que ya tenía carreteras construídas.
Franco y el Negus no son igual.
Y menos la Brigada Internacional.
Desde Brihuega hasta Sigüenza
corrieron más de mil doscientos sinvergüenzas.
Como no hubo nadie que los paró,
hubo un italiano que llegó hasta Nueva York.

Es curioso como a pesar de que nadie se atrevía a dar una ayuda a un gobierno elegido en las urnas, por no adelantar una guerra inminente, y de que Francia se dedicaba a frenar en su frontera toda ayuda al gobierno legal, la Italia fascista, contra toda lógica, comerciaba con el gobierno de la República y enviaba productos como azúcar y otros alimentos. Y es que la pasta es la pasta.

Aquello es un dato poco conocido y bastante curioso, al igual que curioso fue el episodio de los italianos enfrentados en ambas trincheras en suelo extraño luchando por un país que quedaba tan lejos de sus casas. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

El mensaje del limón limonero

En este mes vacacional hemos gozado unos días de visita por mi tierra y nos hemos llevado a las sobrinas de mi novia. Por las mañanas mi novia torturaba, digo, despertaba a sus sobrinas con la vieja canción de Henry Stephen que habla de su limón limonero.

Uno como éste hay en casa de mi padre.

En mi casa estaba el single de portada psicodélica y parahippie de este cantante venezolano. Nunca le presté demasiada atención hasta que un día escuché el temica, destrozado, como suele suceder, insufriblemente, por el inefable Karlos Arguiñano, que te taladra los oídos a la vez que te hace una merluza a la donostiarra. Volviendo al hilo, Henry Stephen es un músico venezolano hijo de un antillano de la isla de Granada y de una venezolana de orígenes trinitarios. Caribeño puro, pues, se mire por donde se mire.

La cancioncica se te mete por todas partes pues la melodía es bailable (No hay más que ver la coreografía de mi chica despertando a sus sobrinas.Si no lo pongo es porque me tocaría dormir en el sofá por tres meses) pero la letra tiene un mensaje que se nos escapa a no ser que se nos ocurra leer las primeras novelas "narcohomoeróticas" del peruano Jaime Bayly.

Bayly escribe muy bien, y pronto una aprende a conocer las palabras de desconocido significado en este lado del océano. Así "poto" es el culo, estar "durazo" es estar drogado, la "pinga" es el pene, y hay una palabra clave que dota de sentido a la canción de Stephen. Si llegan a comprenderlo en la España del 68, lo censuran y vetan de por vida.

La letra dice:

Me siento malo morena 
Cabeza hinchada morena 
Que no me paro morena 
Voy voy voy 
Coro 
Me siento malo morena 
Cabeza hinchada morena 
Que no me paro morena 
Voy voy voy 

Y es que "pararse" significa simple y llanamente "tener una erección". Si Henry Stephen no se para, es que no se pone palote ¿Estamos? Pues eso era. Cuando hace poco oí la letra, recordé a Bayly y pillé el, antaño, absurdo, que no tanto, mensaje del temica de Stephen.




Por cierto que el coro femenino, estridente, se nota que está hecho para la canción melódica de los 50 pero no para un tema alegre y picarón como este. Le queda como a un Cristo un Kalashnikov.

lunes, 13 de agosto de 2012

Festarik behar bada (Si hay que hacer fiesta)

El sábado empezó la semana grande de San Sebastián. No es que sean las fiestas más queridas de los donostiarras, porque estas suelen repartirse entre la Euskal Jaia de septiembre, Santo Tomás, el 21 de diciembre, los carnavales tradicionales de allá, el primer fin de semana de febrero, y, sobre todos ellos, el día de San Sebastián, el 20 de enero. Pero es la fiesta que más dura, concretamente, nueve días.

La semana grande siempre ha tenido fama entre los donostiarras de ser una fiesta "mírame y no me toques" hecha más para los turistas que para los propios vecinos de la ciudad. Cuando la capital guipuzcoana, que no siempre fue la capital de Guipúzcoa, por cierto, era la ciudad de moda entre la realeza, la nobleza, la alta burguesía y todos aquellos lameposaderas que se arrimaban al poder allá por aquellas épocas entre las tres últimas décadas del siglo XIX y el primer tercio del XX, se intentaba animar la vida a los veraneantes. A alguien se le ocurrió que, aprovechando la festividad de la virgen de agosto,  se podía amenizar con un festival taurino el ambiente, y así, entorno a 1876, surgió la semana grande, al igual surgió en Bilbao, Santander o Gijón. Las verbenas y las carreras en el hipódromo vendrían después.



Claro que los tiempos cambian, y como, y en Donostia yo he vivido semanas grandes diversas y mutantes. Para empezar, los toros se alejaron hasta alberos más o menos cercanos, ya que en 1973 tiraron abajo la plaza del Txofre, además del casino Kursaal. En el Txofre edificaron viviendas. Mis tíos viven allá, cerquita de la Zurriola. El Kursaal fue un agujero negro hasta 1999, que es cuando inauguraron los cubos de Moneo, que, no se engañen, fue elegido en un concurso pero porque era el más barato, cosa que luego se encareció, entre otras cosas, por tener que corregir defectos, como el surgido tras caérseles la escalera central.

El hipódromo, que es un lugar fantástico, espero que no cambie jamás, ya que suele ser un lugar por el que se puede pasear entre semana. Los días de la copa de oro aún se suele llenar de rancios herederos de cuadras, títulos nobiliarios y añejos pisos de veraneo en la zona romántica del ensanche Goikoa (El centro de la ciudad)

Pero durante mi infancia y juventud no había toros, afortunadamente, y, al igual que ahora, la pasta que se juega con los caballitos no me interesaba nada. Bajábamos a Donostia -Soy de barrio alto y alejado-, primero con los padres y luego con los amigos, a dar una vueltecica, cenar algo en forma de pintxo o bocadillo y quedarte a ver los fuegos artificiales. Porque toda la semana hay un concurso de pirotecnias. Muchas noches mi padre nos metía en su SEAT 1430 y nos llevaba a aparcar por la vetusta fábrica de cervezas El León, hoy la zona moderna del barrio de Benta Berri. Nos sentábamos en la playa de Ondarreta a ver los fuegos y luego a comernos un helado. No hay nada tan simple, no hay nada tan copiado. Las riadas de personas que se dirigen a las heladerías del centro nada más acabar la exhibición. Durante los fuegos, tuvimos una época, mis amigos y yo,  aprovechábamos para ir a por helado o cenar tranquilamente por los bares desiertos. Todo el mundo miraba al cielo, y nosotros a los vasos.

Todo hay que decirlo, el día 14, a las siete de la tarde se cantaba la salve a la virgen y venían las autoridades. Siempre había follón. Había que andar con cuidado. Solíamos bajar mi hermano menor y yo al ferial del paseo nuevo, porque había menos gente, y veíamos decenas de furgonetas de la policía nacional, primero de marrón, luego de azul, ya, años después los beltzas (iban de negro) de la ertzainza. Algún año nos ha tocado subir por Urgull para quedar con nuestros padres en la plaza de la basílica del Coro, y bajar por la subida al Castillo porque la 31 de agosto era un campo de batalla. Era extraño potear con los padres, los primos,( la prima cantaba en la escolanía San Ignacio una parte de la Salve Solemne de Récife y el Ave María de Usandizaga. Todo el mundo acababa cantando el Agur Jesusen ama, la salve de los marineros vascos a la virgen), y mirar como la plaza de la Consti se llenaba de humo y de tipos con casco y "pelotero" mientras dentro del bar nos amorrábamos a la coca-cola viendo el triste show.

Tiempo después te dejaban ir con los amigos y, si quedabas en el barco de una amiga, que estaba tomando el sol en el muelle, tenías que meterte en el primer bar a mano, mientras la escaramuza duraba y los guiris flipaban y había que explicarles que era una suerte de "moros y cristianos" del siglo XX, o del XXI. A veces te quedabas mirando desde la plaza de la reina regente las descargas de la policía y los lanzamientos de objetos de los chavales...Y no tan chavales. Otras veces, mucho más grave, estabas tranquilamente comprobando como la banda verbenera desafinaba de lo lindo, intentando adivinar qué canción popular nada parecida a la realidad estaban perpetrando en el recinto de las txoznas del paseo nuevo, cuando había cuadrillas de blusas (peñas de fiesta) que el ayuntamiento logró año tras año deshacer, cuando la policía nacional irrumpía subiendo las viejas escaleras del aquarium y terminabas corriendo en estampida bien subiéndote al monte Urgull, bien hacia el paseo de Salamanca, dirección el puente del Kursaal. Una de las sensaciones más desagradables que he vivido, que te corten una fiesta cuando te lo estás pasando de miedo sin meterte con nadie y las ¿Fuerzas de orden público? irrumpen en un lugar lleno de gente sembrando el pánico, las carreras, las contusiones y el caos. Eso me pasó en el 91 y me volvió a pasar en el Nafarroa Oinez de Bera en el 93, pero eso es otra historia. Hará un par de años todo estaba tranquilo, y los únicos que se movían eran los reporteros de la tele con sus cámaras y cuadernos en ristre. La ertzaintza llegaba al derrape en sus furgonas y se bajaban amenazantes sobre la altura de cierto establecimiento hostelero en el que mucha gente, entre ellos, yo, estábamos con la cervecica fresca en la mano, a ver si alguno movía un dedo que les permitiera tener una excusa. Aburridos de esperar, y nosotros de mirar entre tragos, se largaban en plan hombres de Harrelson. Si eso no es provocar, yo soy japonesa.

Me estoy extendiendo demasiado pero es que se me agolpan los recuerdos, y eso que no son unas fiestas que nos interesen demasiado a los donostiarras. Sólo nos importa el día 14 y el 15 de agosto, porque por la noche, en la plazuela donde está la sede de Gaztelubide, se cantará a la fiesta. Y aunque la letra realmente pertenece a otra melodía que compusiera el maestro José Juan Santesteban, en Gaztelubide, cantan  la que compusiera el popular maestro Raimundo Sarriegi, el cual merece un post por ser el compositor que más alegría dio a las fiestas donostiarras.




La letra dice:

Festara! Festara! Festara!


Festarik behar bada
bego Donostia,
betikoa du fama
ondo merezia. (Bis)
Bestetan ez bezela,
hemen gazteria, beti
amaren sabeletik
dator ikasia.


¡A la fiesta! (3 veces)

Si hay que hacer  fiesta,
que sea en San Sebastián.
Tiene bien merecida
fama desde siempre (Bis)
Al contrario que en otras partes
aquí la juventud, desde siempre
lo tiene bien aprendido
desde el vientre de su madre.

Festara! (¡A la fiesta!)


Lo dicho, que mañana se canta el festara, y a pesar de mirar con embeleso otras fechas del calendario que no estas de Semana Grande, los donostiarras somos alegres hasta para este día. Y hoy, el abordaje pirata. Una idea "xelebre" que la corporación municipal quiso eliminar, como eliminara la bajada de Urgull de las extintas peñas festivas, que no tuvo más remedio que aceptar a regañadientes doliéndoles el tener que incorporarlas al programa de fiesta:





Y es que los donostiarras, a juzgar por lo que dicen de nosotros, nuestros vecinos de la provincia, somos demasiado "kaxkarinak" (alocados) quién sabe si es debido a la alegría gascona que dejaron en herencia los que hicieron grande la ciudad en siglos anteriores. Arturo Campión, que era pamplonés, decía de San Sebastián que era "jaiapolis" (La ciudad de la fiesta).

viernes, 3 de agosto de 2012

Hasta pronto

Por fin llegan las ansiadas vacaciones. Os dejo de dar la vara durante unos días. Me voy a ver el mar y las laderas verdes de mi tierra. 

Una canción de regalo:


Bueno, dos :D

miércoles, 1 de agosto de 2012

La holandesa voladora

Como han llegado los juegos olímpicos para que la gente olvide a ratos alternos los recortes gubernamentales, no hacemos otra cosa que ver actividades deportivas  de toda especie, hasta que empiecen las fases clasificatorias de atletismo, la niña bonita de cada juego.

Londres ya había celebrado juegos en 1908 y en 1948, en esta segunda ocasión porque tras la segunda guerra mundial, nadie estaba preparado, excepto los ingleses, para ser sede olímpica montando un evento de tal magnitud mientras se recogían escombros. Tras Berlín, en el 36, con Hitler inaugurando los juegos y Lieni Riefenstahl sacando planos de apolíneos atletas, la ciudad donde deberían haberse celebrado los juegos de 1940 era Helsinki, pero la guerra, que todo lo pudre, no lo permitió, se cancelaron un par de meses antes de su celebración. Tuvo que esperar hasta 1952 para hacerlo.

En 1936 Holanda había llevado en su equipo olímpico a una chavalita de 18 años que lo hizo bastante bien. Recién llegada al atletismo fue seleccionada para formar parte del equipo de relevos 4 X 100 y para el salto de longitud, llegando a quedar finalista sin medalla. Al menos se llevó un autógrafo del rey de los juegos del 36, Jesse Owens.

Porque esa es otra. Cada olimpiada nos sacan alguien que se convierte en el rey o la reina de los juegos: Que si Nadia Comaneci, que si Jesse Owens, que si Mark Spitz, que si Zatopek... En los de Londres del 48 la reina fue esta mujer, que consiguió cuatro oros, la holandesa Fanny Blankers-Koen.

Londres, 1948, final de los 200 metros.

Fanny tuvo una suerte esquiva ya que en sus mejores años, la conflagración bélica le impidió destrozar récords y colgarse metales finos en el cuello. Casada con el entrenador del equipo femenino de Holanda, Jan Blankers, antiguo atleta del triple salto de las olimpiadas de Amsterdam, 1928, se dedicaba a entrenar, y a tener sus niños. Cuando tuvo el primero, en el 41, todos pensaban que su carrera había terminado. Una mujer que es madre y esposa no puede hacer otra cosa que quedarse en su casa y gobernarla. Pues no, Fanny siguió compaginándolo todo, y un año antes de las olimpiadas de Londres, tuvo otro hijo.

Tenía 30 años y todos la consideraban una vieja y encima a muchos en su país les parecía mal que se dedicara al atletismo en vez de hacer las cosas para las que existen las mujeres, que es limpiar, cocinar y criar niños. Pues Fanny Blankers-Koen no sólo rompió tanto cliché de edad y de género, sino que pulverizó récords y se llevó cuatro medallicas de oro. Vención en 100 metros lisos, 200 metros lisos, 80 metros vallas y en los relevos 4 X 100.
Ceremonia de las medallas, fnal de los 200 metros, Londres 48

Fue la reina indiscutible de los juegos de Londres del 48. La llamaban "la holandesa voladora" y también "la ama de casa voladora", porque la gente tiene unos clichés marcados a fuego en la sesera que no borra ni el cillit bang. Dio en el morro a todos esos neanderthales que juzgaban que el papel de la mujer no puede salirse del corsé de la casa. Con una edad que se consideraba rayana la medianía y madre de familia, enseñó a todos los cazurros que querían verlo que la vida de una mujer no se acaba en la puerta del hogar.

Continuó en el atletismo hasta 1953. De hecho, llegó a participar en los juegos olímpicos de Helsinki del 52 en los obstáculos, pero abandonó en la final al caer en la segunda valla y sufrir una lesión. En 1999 fue reconocida como la mejor atleta femenina del siglo XX. Murió en 2004 sumida en la postración del Alzheimer.

Los mejores del siglo-dicen-, Fanny Blankers-Koen y Carl Lewis.

Fanny Blankers-Koen quizá suene a muy poca gente. No era un hombre y encima tenía que lidiar con medio mundo que juzgaba que debería estar en su casita. No es Jesse Owens, ni Mark Spitz, ni Carl Lewis, y sin embargo fue grande. Fue rápida, alta y fuerte, lo que anuncia el olimpismo en su mantra de superación: citius, altius, fortius.

¿Conocíais a Fanny Blankers-Koen? ¿No?, Pues esta fue.