Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

lunes, 16 de julio de 2018

El reino de los súbditos amaestrados

La última cortesana del reino del emérito ha hablado, y, como no es súbdita de esta monarquía impuesta por decisión testicular antemórtem, ha dicho lo que le ha salido de los reales sitios. Y, claro, a los muy inocentones les ha sorprendido y a los que no lo son les ha indignado y a los monárquicos de raigambre les solivianta que se aireen las vergüenzas de su familia coronada, pero no porque sean falsas, y hay que correr a desacreditar a esa fulana de rancio abolengo, sino porque demuestra que la realeza, en cuestiones de pasta, demuestra maneras de aprovechado concejal de urbanismo de villorrio turístico.

España del pelotazo en el que los pobres soportamos y consentimos porque no queremos ver.


Urdangarín, que es culpable, ciertamente, pero también el eslabón más débil por ser plebeyo, es el que paga los desmanes que "pudiera haber hecho" su familia política.  Y digo pudiera haber hecho porque es peligroso decir ciertas cosas en este reino si no perteneces al bando de los herederos de los vencedores. Urdangarín pasa su condena recluido en una cárcel cómoda de mujeres con un módulo sólo para él, y, seguramente, está prestando sus servicios a la casa de su suegro. Él no es nadie dentro de la intangibilidad de su familia política y le toca pagar el pato sin pringar a los demás y, de todos es sabido que al rey emérito "lo abdicaron" porque después de su lío en Botswana, con rotura de cadera incluida porque hay "deportes" que ya debe practicar con moderación debido a su edad, había que sacarlo antes de que explotara el escándalo, que no es, ni de lejos, la conocida sucesión de favoritas reales.

Hasta la constitución lleva el escudo de la España fascista con su águila de San Juan, su yugo y sos flechas falangistas.


En un reino en que pocos súbditos quieren ver la realidad, porque esto no pilla de sorpresa a los más críticos con la jefatura del Estado, va a ser tarea difícil que los más incautos despierten ante el sopapo de las verdades. Pequeñas noticias indicaban ciertos aspectos siempre contados con prevención y timidez, por miedo a acabar maniatados, condenados y amordazados por la ley homónima.

Ahora, claro, para salvar el honor nacional los más recalcitrantes de entre la prensa más lameposaderas bombardearán con noticias sobre el comportamiento nada recatado de la cortesana, como si con eso se ocultara que el rey emérito se ha hecho una fortuna a base de su posición privilegiada e intocable porque lo dice la Costitución. ¡Qué pena de país que hará más caso a las lucecitas de colores que a la verdadera noticia!

2 comentarios:

artús dijo...

No por robar los critican los plebeyos, sino por envidia. Envidia de no poder robar como ellos, de estar en su lugar.
Los criticaban cuando no estaban, como los critican, ahora que están.
Los criticaba la plebe, mirando como se gastaban fortunas en la ruleta, cuando no estaban. Mientras a ellos, muertos de hambre, se les caía la baba. Por algo dicen que la envidia es el deporte nacional.
Para algo unos son plebeyos y otros testas coronadas. Por decisión Divina, del Papa de Roma y del que del Valle de los Caidos, quieren échar.
Por eso, y por ser descendientes de las mejores espadas, que en su momento, a la mujer de Carlos IV, le calentaban la cama.
Envidiosos, que son unos envidios, y criticones además.

Robin dijo...

El comentario anterior me gusta. No se remedia, efectivamente, porque se envidia.