Barcelona a l'ast
La España de hace 100 años, era una monarquía triste gobernada por un jovenzuelo tarambana -Alfonso XIII- y un puñado de políticos repartidos en dos partidos políticos de dueños oligarcas que se iban turnando en el poder sin fijarse en que la mayoría de la población no estaba representada ni de lejos. Excluídos del mamoneo de las cortes se hallaban los grupos nacionalistas, los socialistas y, sobre todo, los anarquistas.
Alfonso XIII -en el centro- y su gobierno militar con P. de Rivera -izda.-
España hacía 11 años que había perdido Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Sólo les quedaban los territorios africanos. En la zona de Marruecos, unos cuantos aristócratas con título nobiliario y graduación militar controlaban un puñado de minas de las que sacaban sus réditos, hasta que unos moros armados decidieron aprehender dichas minas que se encontraban en su suelo. A los militares mineros, como el conde de Romanones, que encima zascandileaba por el gobierno, y, sobre todo, el marqués de Comillas deciden promover la guerra en África. Así que se moviliza a la juventud en edad de servir, con gran disgusto de sus familiares. Los jóvenes de posibles, pagando una fortuna, se podían librar de ir a pegar tiros al Magreb, y ante eso, el gobierno decidió movilizar a la gente en la reserva. Muchos ya padres de familia. Muchas de las movilizaciones tuvieron lugar en Barcelona. La primera revuelta surgió del supino cabreo de las madres y esposas de los soldaditos, que montaron un cristo en el puerto de la ciudad condal. La indignación de la situación prendió en los movimientos proletarios que eran soberanamente ninguneados y en los catalanistas, pues hacía un tiempo que la catalanofobia era palpable en el gobierno de la corona, habiendo asaltado la sede de la lliga regionalista, o la redacción de la publicación satírica "cu, cut".
En unos días, la ciudad de Barcelona se convirtió en una barbacoa y no dejó de haber tumultos aderezados con cargas policiales y militares. Los anarquistas aprovecharon para quemar las sedes del poder (sobre todo iglesias y conventos). Al hacerse cargo de la situación, el gobierno de Antonio Maura zanjó la situación condenando a un cabeza de turco. Francesc Ferrer i Guàrdia acarreó con la culpabilidad de los hechos y fue condenado a muerte. Ferrer i Guàrdia no era más que un educador que fundó la escola moderna y pretendía universalizar la educación entre todas las clases sociales. Fue ejecutado y con ello el gobierno de Alfonso XIII miró para otro lado.
La guerra de Marruecos se alargó dieciocho años más. Murió juventud en cantidades industriales. Al final de la guerra, un ejército depauperado fue peresa de la carniecería de Annual. (Las tropas de Abd el Krim, caudillo de los rifeños, hicieron barbaridades inmensas) Esto tiene su importancia en el futuro de la historia de España, ya que a resultas de este desastre de Annual, un militar español fue nominado por las autoridades para que elaborara un expediente en el que depurar responsabilidades. Sería interesante saber qué decía aquél expediente Picasso (así se apellidaba el autor). Lo cierto es que cuandose iba a examinar por el gobierno, tuvo lugar el golpe de Estado del general Primo de Rivera, que duró hasta poco antes del advenimiento de la República.
Monte Arruit 1921.
La importancia de los militares africanistas en el devenir histórico de la España del siglo XX es notoria. Pero, como es típico del carácter de muchos responsables de este país, todo tiene que ver con los expedientes que de ellos se hicieron. Hemos hablado del de Picasso, que derivó en la dictadura de Primo de Rivera, y luego en el advenimiento republicano. Otro general tostado en tierras magrebíes, Sanjurjo, montó otro golpe de estado en el año 32 porque estaba molesto por el expediente que se le había formado por unos sucesos del año anterior cuando él era comandante en jefe de la guardia civil. El levantamiento de Asturias tuvo otra investigación que iba contra los militares africanistas que se habían ensañado en las cuencas mineras. La consecuencia fue la rebelión militar del 18 de julio del 36 para acallar este expediente depurador.
Lo que queda de los soldados españoles de Monte Arruit
Vamos, que la avaricia de un rey y sus lujosos aristócratas militares por unas minas cabreó a una empobrecida población que veía marchar a sus hijos, padres y esposos a pasar penurias piojosas, hambre, sed y muerte a Marruecos por defender las minas de quienes los enviaban. Aquella guerra fue desastrosa para la población pero no se toleró que se depuraran responsabilidades y por eso hubo un golpe de estado, al que se respondió dando una patada al rey una vez muerto el general en jefe, y, después cada militar tostado en África que metía la pata por usar la fuerza bruta daba otra asonada militar cuando le pedía cuentas.
La guerra de Marruecos fue decisiva para que España sufriera sus consecuencias durante la mayoría del siglo XX, pero por si acaso, poco nos enseñan de esta en la escuela, no sea que nos de por pensar demasiado.
Así sigue pasando hoy, que aquellos que se creen descendientes de la pata del Cid, no aguantan que les abran investigaciones, aunque ya no son militares que mamaron África.