La biblia cuanta en el génesis que desde Adán y Eva, todo el mundo de la época acostumbraba a tener los hijos a las tardías edades comprehendidas entre los ciento ochenta y los quientos años. Para que vengan ahora diciendo que la maternidad se está retardando. Cuando el mundo se estaba poblando de paisanaje, vivía en la zona un tataranieto de Adán y Eva que se llamaba Noé y tenía tres hijos, Sem, Cam y Jafet.
Un buen día Jehová se mosqueó con los humanos, a los que había hecho a su imagen y semejanza, a algunos más que a otros, y decidió cepillárselos. Pero resulta que, por lo visto, Noé era un buen chaval, justo y honrado, así que Jehová le dijo que se construyera un barco. Le dio los planos, las medidas, la dirección del Ikea y un casco de obrero, porque menudos son los delegados de prevención de riesgos laborales. Le ordenó que embarcaran en la barcaza él, su mujer, sus hijos y sus nueras y luego que él haría llegar a todo tipo de animales en parejas macho-hembra, para que del amor del barco de
vacaciones en el mar, surgieran nuevas criaturas con la que luego repoblar la zona.
Y Jehová dió por comenzada la fiesta de la espuma y abrió todos los grifos durante cuarenta días y cuarenta noches. Se supone que todo el mundo, excepto los peces, se ahogó, así que el agua tenía que estar llena de cadáveres para alegría de escualos y pirañicas. Con el tiempo, el nivel del agua comenzó a bajar y el barco del capitan Stubbing encalló en el monte Ararat, actualmente Armenia, creo. Noé soltó un cuervo y el bicho emigró a la torre de Londres, parece ser. Como no volvía, soltó una paloma, se supone que porque estaba hasta los cojones de que le cagara por toda el arca. Y el bicho inmundo volvió con un ramico de olivo, en vez de haber vuelto con bocadillos de jamón, que sería más celebrado. Así que Noé ya no esperó más y sacó la pasarela de desembarque. Jehová le dijo que practicaran ellos y los animales las matemáticas del sexo, y es que la iglesia sólo piensa en el sexo como procreación y para cepillarse infantes.
Noé y algunos de sus animales en el arca
Jehová prometió que ya no se dedicaría a jugar al Titánic con su creación. Noé decidió ponerse a sembrar y puso hasta una viña. Tanto es así que con la primera cosecha de vid se agarró tal cogorza que deja en nada las melopeas de la Massiel.
Los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet tuvieron una descendencia tan dispar que se dice que fueron los padres de las tes razas humanas de la tierra, cosa que no se explica, porque si Jehová se cargó al resto del mundo no cuadra, a no ser, como siempre, que los judíos, ya que el libro es suyo, sólo se refieran a su entorno. Sem fundó a los semitas, y aunque el
Ave Turuta se enfade, tan semitas son los hebreos como los árabes de la zona. Cam tiró para África y engendró a los negricos, y Jafet, se supone que a los eurpeos. Entonces mi pregunta es: ¿Y a los asiáticos y a los amerindios quién los parió? El egocentrismo bíblico es prodigioso.