Y ahora el FMI, presidido por la señora Lagarde, una vez pasada la carnavalada de las elecciones europeas, y justo antes de que el mundial de fútbol nos sorba el poco seso que demostramos, va y se atreve a decir que España, si quiere recuperarse debe tomar medidas como es subir impuestos indirectos (El I.V.A., como si no tuviéramos uno de los más caros de Europa), bajar el de las sociedades, a pesar de que ya pagan mucho menos que cualquiera, precarizar las condiciones de los contratos laborales, y privatizar servicios públicos. Encima, se atreve a decir el portavoz del FMI que si España quiere tener los mismos servicios que Europa, debe hacerlo subiendo impuestos, como allá. Cosa que es falsa.
Intermon-Oxfam, por el contrario, va y dice al par de días que todo eso es una patraña, que los trabajadores españoles pagan 50 veces más que las grandes empresas, que cada vez tributan menos, porque al FMI y a Bilderberg no les interesa, que la recaudación del IRPF cae en un 90% sobre las familias, un 10% sobre las pymes y un mísero 2% de las grandes empresas, con grandes beneficios, que se aprovechan de las políticas bilderberguianas y quedan impunes. Que casi tres cuartas partes del fraude fiscal lo hacen las grandes fortunas. Que el sistema tributario español es un coladero si sabes cómo, que los que se llaman patriotas y orgullosos españoles de casta social elevada olvidan que su dinero se guarda en Andorra, Suiza o las Caymán. Que el sistema tributario español recauda bastante menos que otros de Europa pero que no es porque los curritos no paguemos, que lo hacemos, y con creces, sino que quienes más tienen, más se libran. Que tenemos un sistema tributario sólo para pobres.
Y el FMI cínicamente, da sus directrices, porque son ellos, las grandes fortunas, los que se lucran y los que exprimen a la clase obrera. No nos engañemos, ellos ponen las reglas del juego y nosotros pagamos, luego, como son expertos, dicen que no basta, y mientras ellos se ríen en sus mansiones del Caribe, con todo lo que han escatimado a las arcas públicas, aunque de ellas saquen grandes beneficios para sus empresas, los pobres tenemos que sustentar un país que esquilman y saquean. Y luego querrán que no nos alegremos de la violencia ejercida sobre los ricos, y para ello reforzarán las sanciones sobre la libertad de expresión y la desobediencia civil.
Que nadie se tome a broma los descubrimientos de Daniel Estulin, el ruso que ha escrito largo y tendido sobre el club Bilderberg, esa asociación de élite financiera, industrial y política que quiere dominar el mundo a base de imponer sus directrices económicas. Lejos de ser un relato de ciencia ficción esta caterva de seres que se creen con derecho a hacer pasar penurias e incluso matar a miles de humanos, pero pobres,sin que por ello pestañeen in segundo a la hora de decidir la ejecución de sus planes, no es tan descabellado como se creen.
Los bilderberguianos se juntan desde hace sesenta años y deciden planes para ganar pasta, que es lo que se decide siempre. Son los que deciden la política mundial, quienes ponen o quitan dictadores en la latinoamérica de los 70, quienes deciden asesinar al democristiano italiano Aldo Moro, porque no quería entrar en el juego de desindustrializar Italia para, con ello, desestabilizar Oriente Medio, quienes deciden hacer crisis como la del petróleo del 73 o la caída de la Lehman bros. del 2008. Comemos de su mano y es su mano la que nos da la colleja final en la nuca, como si fuéramos conejos.