Hay libros difíciles de encontrar porque, entre otras cosas, las editoriales que las publican no son esos monstruos multinacionales de la edición. Hace tiempo que quería leer un libro que en la famosa "casa del libro" on line te ponen a la venta, aunque no lo tengan. Efectivamente, después de mucho esperar, porque el libro lo tenían que pedir a la editorial primigenia, me comunican que está agotado. ¿Y si no lo tienes, por qué dices que me lo vendes? Total, que en otra empresa que se dedica a la venta de libros sí que lo tenían en stock y ya voy más allá de la mitad del libro.
Es una especie de diario de un fraile capuchino que asistió a reos en la prisión de Torrero, Zaragoza, en plena guerra civil. Más que a reos, asistía a los que entraban en capilla para ser fusilados. Da voz a los reos y manifiesta, no pocas veces, el horror de los actos que contempla.
Narra no pocas veces como los condenados a muerte ni siquiera han tenido un juicio y que muchos reniegan de los auxilios espirituales no porque no sean católicos creyentes, sino porque sienten que la religión tiene un peso enorme en el fin de su vida. Aquí el padre Gumersindo, el autor, dice en la página 144 algo muy curioso: "Precisamente aquel mismo año se publicó un libro llamado "Guerra Santa". Su autor, el Muy Ilustre Sr. Doctor D.A. de Castro y Albarrán, canónigo magistral de Salamanca. El libro trae un prólogo del cardenal Gomá, arzobispo de Toledo, el cual califica de santa varias veces la guerra civil iniciada por Mola y Franco. pero el sr. Albarrán se esfuerza en demostrar que la Iglesia ha bendecido la guerra y ha alentado a todos a la batalla. [...] El cardenal dice en el prólogo: "Una guerra santa (como esta) pide a lo menos un santo esfuerzo para que no sea estéril la sangre en ella derramada"
. Y luego vaya usted a decir a un reo de muerte que los sacerdotes no son árbitros de guerra y de las sentencias de muerte".
El padre Gumersindo se siente apesadumbrado y lamenta que haya religiosos que se involucren de esa manera en la guerra. También narra como en lo alto de la capilla hay un retrato de Franco (Es el año 38), colocado como si fuera un santo en el altar, que solivianta a los reos y que él pide retirar, pero nadie se atreve a hacerlo para que no los consideren desafectos y acaben ellos delante del pelotón.
Portada del libro
Entre muchos testimonios de fusilados (Y agarrotados) cuenta uno horrible. Dicen que van a agarrotar a un monstruo que en Tarragona cometió mil tropelías. Dicen que mató a noventa personas de derecha, quemó tres iglesias y obligaba a las monjas a salir de paseo desnudas. Aseguran que es un monstruo vil e infernal. El padre Gumersindo habla con él, como con todos, desde la humildad y el preso le dice que él es pescador, que casi no pisa la ciudad y que no ha cometido ninguno de los actos de los que le acusan. Es más, se confiesa cristiano y reza con el padre. Después de ajusticiarlo mediante el garrote, pasado un tiempo, llegó al convento del padre Gumersindo un capuchino de Tarragona, y el padre Gumersindo preguntó por las tropelías de Tarragona. De eso no había nada. Preguntó por el reo. Nadie lo conocía. Meses después tuvo la oportunidad de preguntar a una familia de derechas de la misma ciudad. Ni era verdad lo que decían del reo, porque ni lo conocían, ni era verdad nada de los crímenes atribuídos.
Y como estos, muchos más. Se tardó mucho en publicar este libro que es un diario de los días del padre Gumersindo de Estella entre los reos de muerte de la prisión de Torrero, Zaragoza.
Un testimonio sobrecogedor contado por un hombre religioso que se siente apabullado por la cantidad de barbaridades que hacen algunos en nombre de la defensa de la religión.
FUSILADOS EN ZARAGOZA (1936-1939). Tres años de asistencia espiritual a los reos. de Gumersindo de Estella. Editorial Mira, Zaragoza 2003. 302 páginas.