Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Reyes latinos

La monarquía española vuelve a estar en horas bajas de popularidad, como hace cien años. No es un tema que me preocupe, pero como sigan así el ciclo de la historia volverá a rodar. Creo que esta ¿institución? viene a ser como usar miriñaque: Es algo anticuado, poco práctico y prescindir de este da cierta libertad. Pero ese país de declarados juancarlistas que juran solemnemente que no sabían cómo las gastaba "el campechano", decir ciertas cosas te pone en situaciones difíciles, y a veces, en el talego como a Pablo Hasel. 

El cuarto ejemplar de heredero al trono del reino Borbón no es otro que el inefable sobrino. Ese que aprueba la ESO de manera más que sospechosa, que se pasa la vida de juerga y que se lía a navajazos como si fuera un latin king. Curiosamente, el sobrino de "el preparao" se parece a uno de sus antepasados y no sólo en el carácter, sino también en el físico. 

Una semejanza absoluta en físico y carácter ¿Absoluta y absolutista?


El antepasado del sobrino la lio mucho cuando fue corona testada. Una de las tres efes que hicieron tanto mal en la historia del país. Esperemos que no nos toque la cuarta efe.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Similitudes del panorama político en América Latina

 Este es un espacio en el que cuento, sobre todo, impresiones. Así que nadie vaya a pensar que este es, ni por asomo, un tratado de ciencia social, pero me voy a servir un poco de mi experiencia como facultada del ramo para tratar de dar una leve pincelada sobre algo que me es lejano pero que siempre me ha interesado mucho, que es la situación política y social latinoamericana. (Muy en general, ya lo sé). Quizá alguno piense que  es algo inabarcable (Seguro) por las dispares realidades sociopolíticas de cada uno de los estados que conforman esa gran mayoría geográfica de aquél continente o que el planteamiento es muy superficial (Soy consciente), pero lo que me sorprende (no tanto) es que en muchos de esos países se suceden hechos sociales y políticos que se repiten de una manera más que sospechosa.

Acaban de condenar a seis años de prisión a la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández, y por favor, nada de "de Kirchner", que ese es el sambenito de pertenencia que les ponen a todas las mujeres casadas en nuestra cultura, aunque en España ya está en desuso, pero hasta los 80 era frecuente mostrar la pertenencia al esposo. La condenan sin unas pruebas reales igual que condenaron, y encarcelaron, a Lula Da Silva en Brasil.  No es casualidad.

Acaban de arrestar a Pedro Castillo, ex presidente de Perú, por un pronunciamiento, que los medios liberales en medio mundo, y, como no en España, tildan de golpe de Estado, aunque muchos medios sepan menos de la política de Perú que yo misma. Castillo, en efecto, pronunció una disolución de cámaras y la creación de un gobierno de excepción. Creo que Castillo se precipitó, pero iba camino de acabar como Evo Morales o como a Zelaya en Honduras o como Correa en Ecuador. 

No todos son iguales, pero muchos acaban igual.

No creo que sea fruto de la casualidad sino de una estrategia global. Las clases populares, entre las que se cuentan en muchos de los países las comunidades indígenas, empiezan a tener fuerza a la hora de votar y las minorías que controlan la pasta y el poder no pueden tolerar perderlo. Ya no se pueden montar golpes de Estado terroríficos como en los 70, aunque siga habiendo paramilitares, pistoleros y asesinos de activistas sociales, sobre todo asesinos de significados referentes de comunidades indígenas en todo el continente, así que han cambiado de estrategia y se han decidido por las mociones de censura, el linchamiento mediático o los procesos judiciales cuestionables. Por cierto, los asesinos de activistas indígenas contrarios a las deforestaciones se dan en países con gobiernos populares o con gobiernos liberales. Los que mandan, como es lógico, siguen siendo los de siempre. Eso es difícil de cambiar.

Es curioso que los presidentes votados por la clase trabajadora que se enfrentan a unas élites económicas ultraliberales que pretenden mantener la desigualdad social y la explotación de recursos de manera extensiva acaben, o bien, expulsados, o bien, detenidos. Cada país, ahí está la diferencia, mantiene sus intensidades de "civilización occidental". Eso sí, en todos los países del entorno, los gobiernos de izquierda votados por las clases trabajadoras tienen enfrente una máquina arrolladora de propaganda en contra. Eso no es diferente a lo que tenemos en este rinconcito del sur de Europa. Los medios de comunicación y la pasta que los mantiene siempre están del lado de los ultraliberales y clasistas que necesitan controlar los gobiernos para mantener a raya su estatus.