A veces, sin poder evitarlo, llegan a mis oídos temas de reguetón. La gente joven se pirra por ese estilo musical que, como boomer viejuna, no entiendo. Claro que lo mismo decían mis mayores del punk de mi adolescencia.
La chavalada escucha a Camilo, Dady Yankee, Nicky Jam, que son los únicos nombres que conozco con canción añadida, y después de oírlos pienso que muchos de estos cantantes no son nada sin el autotune. Ojo, quizá no precisamente estos, pero, de fondo, cuando oigo a más de un reguetonero me suena de fondo el eco falso del afinador digital.
Sonido portorriqueño.Vuelvo a repetir que mis mayores torcían el morro ante el sonido desagradable del punk de mi juventud, porque el punk era un grito desagradable. Esa era su esencia. Pero el reguetón (Y no, no voy a llamarlo reggaeton, que bastante deformado está ya el idioma en el que se expresan) no surgió como un grito protesta, o, al menos esa pinta es la que hace, ya que parece música consumible y desechable.
Los mensajes que mandan en sus temas no me hacen albergar grandes esperanzas para el afianzamiento de los postulados del igualitarismo en detrimento del machismo. Sí que he encontrado en ese Camilo de los bigote dalinianos un nivel de rima propio de los tiempos de Mecano con ese martillo para destrozarla. Ese rimar "rico" con "rico", y, sobre todo "orgullo" con "tuyo" hace que cada vez que canta el estribillo llore un vate...de béisbol. Llega a la bajura de Mecano rimando "payo" con "callo".
Y, encima, no me dejan quejarme en mi casa porque consideran que soy cruel burlándome del "nivelazo" del joven del bigote daliniano. ¿Burlarme, yo? Si él se está riendo con los bolsillos llenos de pasta. En fin, cosas de los tiempos. Supongo que de aquí a veinte o treinta años, el negocio musical habrá encumbrado a todos estos intérpretes del autotune como se hizo anteriormente con los grandes divos del rock.