Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

domingo, 20 de junio de 2021

Desidia

A la hora de la siesta la tele echaba "The Hurricane", la dura historia de Rubin Carter, el boxeador que se tiró veinte años enjaulado por pura maldad racista e institucionalizada. Claro que a nosotros nos llega la versión edulcorada protagonizada por el guapete de Denzel Washington, donde todo sale bien felizmente y  pocos se paran a pensar que el cine suele ser maquillador de la fea verdad.

La gente que ve pelis de injusticia manifiesta como esta pueden pensar que eso son cosas que aquí no suceden. Si "no suceden" es porque ya se encargan de que no se sepa. Para empezar la justicia no es igual para todos, cosa que ya sabemos. Cuanto más pobre eres y menos recursos tienes, las probabilidades de jamar maco aumentan de manera exponencial. Si tienes pasta para un buen bufete de abogados y buenas relaciones para influir en el tribunal y caer bien a la prensa, todo irá mejor.

Hace poco presté un libro sobre el caso Altsasu que ha ido rulando por unos cuantos ojos ávidos de conocer otras versiones y recordé un par de frases que me habían inquietado. En un capítulo en que algunos padres contaban el desarrollo de la vida carcelaria de sus hijos, una de las madres explica que su hijo a algunos compañeros presos  "[...]les escribe cartas. A mí me tiene frita con el teléfono: "Ama, llama a este, llama a este otro". Yo no sé si quienes son ni nada. Marco el número y tengo que decir a alguien que meta dinero en el teléfono de nosequién. Porque, en la cárcel, si te quedas sin dinero no puedes llamar para que te metan más. Fíjate cómo funcionan. No sabes ni la de teléfonos que tengo ya grabados en el móvil del módulo dichoso. Hay gente que sigue en prisión con la condena cumplida solo porque fuera no tiene a nadie y nadie se preocupa por él". (pp124-125)

A mí esta última frase me impactó de tal manera la primera vez que la leí, que no me la pude quitar de la cabeza. Los funcionarios de instituciones penitenciarias, por lo visto, no tienen al día su trabajo y a nadie le importa lo que pase con gente que quizá debiera estar ya en la calle.

El sistema, además, sólo puede ir a peor, tal y como están las cosas en este mundo canalla y desquiciado. ¡Y lo que no sabemos!

1 comentario:

Emilio Manuel dijo...

Ya conoces ese refrán que dice "ojos que no ven corazón que no siente".

Saludos.