Hoy, viernes, iba a publicar otra cosa, pero, hoy escribo este post a la memoria del actor Alfredo Landa, que siempre ha sido, quién sabe si por sus "genuínas" películas de los 70, un poco nuestro, de todos nosotros.
Landa y su "poderosa" en el Puente de Bardem.
Esta misma semana, quizá anteayer, pensaba en la genial película "atraco a las 3" de José María Forqué, y, fatalidad, me decía a mí misma que de todo el irrepetible elenco de actores sólo quedaba vivo Landa. Ya, por desgracia, ni siquiera él.
Esta película, de 1962, fue la primera aparición de Landa en el cine. Aún no sería ese personaje de finales de los 60 y los 70, dotado de unas poderosas cuerdas vocales bizqueando al paso de las suecas por las playas mediterráneas.
Pero, sí, esas españoladas que dieron paso al landismo, le dieron de comer, e incluso, una de ellas, no desearás al vecino del quinto, que hasta que llegó Torrente, la de Santiago Segura, fue la película más taquillera del cine español, le dieron un reconocimiento enorme a la hora de protagonizar a un fingido y oxigenado homosexual.
El vecino del 5º
En 1977, Bardem lo dirige en el puente, una película quizá no demasiado conocida, que hoy día nos convendría revisar, porque nos hace ver que la solidaridad entre trabajadores frente a los atropellos es fundamental. Aquí Landa, mecánico, agarra su moto y baja al sur descubriendo, por el camino de esta road movie, que hay una realidad social que no se espera. Su papel es uno de los primeros que se aleja del landismo.
Y llegaron los 80, y José Luis Garci, al que muchos desprecian, a pesar de que hace un cine bastante bueno, le dio un papel que nos descubrió un Landa excelente. Un actorazo. Un papel alejado de su histrionismo habitual. En el crack (y en el crack II), Landa interpreta al investigador privado Germán Areta, "el piojo", un hombre frío que sólo se expresa con los ojos.
Y llegó la soberbia adaptación de la novela de Delibes, los santos inocentes, donde hace de Paco, el bajo, un hombre que vive, junto a su familia, en una finca extremeña, cuyo dueño es un señorito aficionado a la caza. Landa, buscador de piezas, Terele Pávez, su esposa, Juan Diego, el caprichoso señorito que piensa que sus cirados le pertenecen, y Paco Rabal, haciendo de Azarías, el criador de la milana bonita.
Y Berlanga, un año después, nos lo presenta como un brigada de carrera, que decidió mostrarse fiel al ejército de la república, yendo, junto a unos camaradas de armas, a recuperar una vaquilla para poder comer, y de paso "joderles la fiesta a los fascistas". Aquí, el mejor resumen de la peli, de la boca de Landa "¡Que le den mucho por el saco a la vaca! yo, me voy a comer"
Y otros muchos papeles como el del bandido Fendetestas de el bosque animado, o el de la marrana, o tantos otros que, durante tanto tiempo hicieron tan nuestro a Alfredo landa. Por eso hoy despedimos a alguien tan querido.