Desde que he llegado a estas tierras he batido récords laborales. Un récord fantástico entre echar un currículum, hacer un test psicológico y ser contratada. Y la misma celeridad para ser despedida ante la falta de quehacer. Ya decía yo, mientras me pasaba las horas aburrida en mi mesa, que no presagiaba nada bueno la falta de trabajo. Mi jefa embarazada desaparecía por las tardes, y mi compañera de oficina me enseñaba lo poco que podía enseñarme. Al final la superjefa de Granollers, a la que le hacíamos tareas de rastreo comercial, decidió prescindir de mi culo.
Las horas libres han permitido por fin encontrar abierto el local de la associació de veïns del barri, para apuntarme a classes de català. Su eficacia es espectacular: La chica de la associació me dijo que hablaría con la senyora professora para que el dimarts pudiera ir a clase a las vuit de la tarda, y efectivamente, ayer llegué y no sabían de mi existencia.
Me aceptaron en la clase con el morro torcido, porque no sabían si cabría una más. Por lo visto ya somos unos once, y ayer se notaba, porque contándome a mí y si contar a la mestressa, éramos quatre, aunque no gats sino dones. Dos moritas, una con chador y otra occidentalizada. La del chador, de la que se me escapa el nombre, es muy calladita y le cuesta mucho hacerse al alfabeto latino. La otra, con el cabello suelto y decolorado (Desde ahora Zouina) lleva ventaja. Yo me senté al lado de una oronda y rubísima mujer que resultó rusa con la que hice buenas migas (A partir de ahora Svetlana). La profesora tiene que ir deletreando a las magrebíes el alfabeto y a Svetlana y a mí nos va mirando los ejercicios en rápidos repasos. Dice que tinc molt bona pronunciaciò, lo cual no resulta extraño, porque al menos una de mis lenguas maternas es tan latina como el català, al contrario que mis exóticas condiscípulas. Se le iluminó el rostro cuando le pregunté por el número de vocales del catalán, supongo que por lo harta que tiene que estar de no salir de conjugar los presentes de indicativo de los verbos principales.
Esta mañana estaba llamando a carpinterías metálicas para que me hagan presupuestos para cambiar una ventana cuando me han llamado de una multinacional de las ett. La voz inequívocamente latinoamericana que preguntaba por mí quería concertarme una cita en la oficina principal de la firma en la ciudad condal para ver si soy apta en la oficina de la ciudad donde resido así que tengo una entrevista el simbólico 2 de mayo para ver si me quieren o no. Por cierto que el nombre de mi interlocutora también es genuínamente latinoamericano. Ay, como les gusta por esa región del mundo ponerse estrambóticos nominativos.
Ayer también tuve una entrevista en una empresa de alimentación de una localidad cercana. Me hicieron esperar un poco. No me desagradaría trabajar allá. A ver si me quieren. Esperaba un empresario cazurro, cabezón y deformado por la buena vida, estereotipos que tiene una en la cabeza, y me encontré con un hombre alto, educado, incluso guapete. (No te asustes, cariño, que sólo te quiero a ti). A ver qué me cuentan la semana que viene.
72 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián II (Perlas y
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