Me gusta la prosa de
Sánchez Ostíz y hará unos meses me leí "el Escarmiento", un libro acerca de los primeros días del alzamiento de Mola en una Pamplona postsanferminera. El Escarmiento se llama así porque Mola lo dijo. Pretendía escarmentar a quienes no pensaban de una manera rancia y reaccionaria. ¡Y vaya si lo hizo!
El libro de Sánchez Ostíz contiene referencias a otras obras, como la de Galo Vierge, que en plena posguerra escribió, de tapadillo, claro, pues se jugaba la vida, una obra llamada "Los culpables; Pamplona, 1936", en la que narra su arresto, las barbaridades que se ven por la calle, y unos cuantos fusilamientos en masa, como el de las Bardenas, donde murieron centenares de personas, que se conoce gracias al testimonio de Honorino Arteta, que se fugó, herido, y pudo llegar a Francia. Por cierto, que, como confesor de almas en su último momento, estaba un cura llamado Antonio Añoveros, conocido, después como obispo de Bilbao. En este holocausto participó ungiendo in extremis a los sojuzgados.
Galo Vierge
Entre las cosas que cuenta Vierge, hay un par muy significativas. Uno de los fusilados de las Bardenas era José Zapatero, joven vecino de la calle Jarauta, miembro de la peña sanferminera la Veleta. Después de fusilado y después de raparle el pelo a su anciana madre y hacerla pasear por Pamplona para mofa y escarnio de su pobre alma republicana, llega una carta de la Comandancia Militar reclamando a José, el fusilado, para cumplir con el servicio militar.
El hermano mayor del fusilado se presenta con la carta al comandante :
- Mire usted, reclaman si parar a José Zapatero para que se presente en el cuartel a cumplir el servicio militar, pero mi hermano desgraciadamente no puede presentarse porque fue fusilado en las Bardenas el día 23 de agosto de 1936.
Al escuchar estas palabras, el teniente coronel Martínez Oyaga se levantó de un salto del sillón, como si hubiera sido catapultado por un poderoso resorte, y echándose las manos a la cabeza, frenético de furor, con unos gritos que retumbaron como un trueno en el despacho contestó esto:
- ¡Venga! ¡Venga!Salga por esa puerta antes de que me arrepienta y lo mande a presidio. En la España de Franco no se fusila a nadie; aquí el que falta es que ha desaparecido. ¡No se le ocurra decir semejante patraña! ¡Fuera, fuera de aquí!
Para qué discutir con quien tiene la pistola empuñada.
Libro de memorias
Vierge iba y venía por las calles cruzándose con movilizados que gritaban felices ¡ESTA TARDE A MADIRD A MATAR MÁS GENTE QUE DIOS! Vierge era autodidacta. Por ser de familia pobre con muchos hermanos, de niño fue interno de la casa de Misericordia, poniéndose a trabajar muy joven, como muchos de su época. Vierge tomó afición por las letras y se hizo con una vasta biblioteca personal. Al ser detenido por estar sindicado en la CNT, los requetés que registraban su casa, tiraron sus libros por la ventana, para hacer una hoguera. Vierge tenía un libro de Tolstoi y una Biblia en la mesilla de noche. El requeté que registraba, se queda mirando la biblia para decir "¡Seguro que es protestante!" y la tiró al fuego. Estos animales que decían luchar por la cristiandad eran capaces de quemar hasta una Biblia, pero, claro, siendo la carne inculta de cañón de unos bien guarecidos instigadores del odio, qué se puede esperar. Quieren ignorantes que obedezcan sin tener el más mínimo conocimiento.
Galo Vierge salvó su vida porque alguien se preocupó de exigírselo al mando militar en plaza. Vierge cuenta muchas cosas en sus memorias. Mucho muerto por las calles, mucha obra de miserables armados. En un lugar donde no hubo guerra, Navarra, parece mentira que hubiera tanta indigestión de plomo-