Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

lunes, 29 de mayo de 2023

Estimulantes vitales

La semana pasada, pongamos el miércoles, madrugué, como todos los días, independientemente de si es laborable o festivo. Me fui a duchar y calenté el café y las tostadas mientras me vestía. Mi cafetera es italiana, de estas de rosca. No me gusta el sabor de las de cápsula y me parece un atentado contra el reciclaje usar lo que me parece "la dictadura del cafetariado", porque se han puesto tan pelmazos con esto de las cápsulas que el café molido va quedándose arrinconado en las estanterías de las tiendas de alimentación. El café que queda en la cafetera, lo caliento en el microondas. Suelo entretener mi solitario desayuno mirando alguna cosa como el programa "La Base" o las noticias gamberras de "hora veintipico". Salí hacia el curro sin novedad. Aún no amenazaba lluvia.



A media mañana me encontraba con una cefalea terrible y empecé a notar una falta de energía cada vez más creciente. Preferí no tomarme otro café en el curro, cosa que hago a veces, por no pasarme con el estimulante. Las horas transitaban a ritmo de caracol. Pensaba que quizá se debía a que formar a gente me roba la energía. Llegué a casa arrastrando los pies, y sacudiendo el paraguas, y anuncié que me iba a echar la siesta. Dos horas de siesta cuando, en la inusitada ocasión en que cierro los ojos en la sobremesa es para diez minutos y suele ocurrir una vez cada cuatro años. Estaba acostumbrada a empalmar trabajos y no podía gozar de las cabezadas vespertinas.

Al día siguiente volví a madrugar por imperativo sonoro de mi despertador, y seguí el ritual: Me duché, me vestí y, cuando fui a meter mi cafecito en el microondas ahí estaba, digna y solitaria, mi taza de café del día anterior esperando que la recogiera desde hacía exactamente 24 horas. 

¡La víspera no había tomado el café! ¡He ahí toda explicación al arrastre de un sueño tan pertinaz! Olvidadito en el microondas. Si es que una no sabe dónde pone la cabeza tan temprano. Ni la cabeza, ni la taza de café.

lunes, 15 de mayo de 2023

Campaña "electoril" otra vez

 Llego a casa con unas ganas tremendas de tumbarme a leer un rato después de gastar mi energía durante ocho horas. Abro la puerta y encima del mueble de la entrada se empieza a acumular la propaganda electoral buzoneada. Me escribe poca gente, de manera tradicional, digo, en papel y con franqueo pagado,  así que por mi casillero del portal pasa más la publicidad o las misivas del banco que otra cosa, pero ya se ha abierto la veda de la caza de posibles votantes y la mierda partidista los programas electorales colapsan los buzones.

Menos mal que no me ha tocado pringar en la mesa.

De momento ya me ha llegado la de los que se presentan a la alcaldía por dos de los partidos más rancios del abanico elegible. Esperando que llegue el resto de publicidad candidata al reciclaje en el contenedor azul. A la mierda buzoneada de Vox quizá la use para otros menesteres. Tiene el tamaño ideal para que sean envueltos en ella los tampones usados. Como me va a coincidir la llegada de la carta con mi calendario biológico, hasta puede que le de ese determinado empleo. Tanto asco que le dan las y los rojos, no se me ocurre nada mejor que asociar ese color con el desecho que vox representa para aunarlo todo.

lunes, 8 de mayo de 2023

Siguiendo la corriente...eléctrica.

Mi pareja, cuando se pone en plan Bricomanía, me da cierto miedito. No porque no confíe en ella. Es buena en esto. Le viene de lo que le enseñó bien su padre. Lo malo es que me toca hacer de pinche y no me hace demasiada gracia. En un rato tenemos que ir a cambiar los tirafondos que colocamos ayer para colgar un espejo por alcayatas, que es lo suyo. Yo, procrastino, a ver si no se da cuenta.

Le ha dado por poner luminarias. Encontró una fluorescente para poner sobre el mármol de la cocina y metió el cable por dentro. Una virguería. Lo mejor es que no tuve que sufrir la obra. Aprovechó mientras yo estaba en el curro. Lo malo es que, al ir a subir el interruptor general de la luz, petó el router. No es la primera vez que pasa. Los de la compañía cuasimonopolista de teléfonos tienen unos routeres de mierda que sufren si el térmico cae porque a la hora de hacer volver la corriente, se fríen. Segunda vez que nos pasa. Total, que llamo al servicio técnico para hablar con máquinas y ya ni envían al técnico, sino al repartidor de empresa logística de mensajería para que enchufemos nosotras el chisme.

Un apaño similar previo  a la colocación del aplique.


Ayer pusimos las lámparas del techo, porque no encontrábamos nada que nos gustara y, de momento tirábamos con la bombilla colgada de los cables de la luz (La toma de tierra, suelta). Menos mal que en el cuadro de la general de la luz hemos puesto un papelito que dice "Ojo!!! quitar el router". Y así, sí. Tengo aplique en el techo y puedo escribir enganchada a internet.