Si en el pasaje anterior de esta serie nada seria hablábamos del padre Abraham y de sus pitufos, hoy vamos a hablar de sus nietecicos, que eran dos gemelos algo dispares que se llamaron Esaú, el primogénito fortachón y Jacob, el taimado niño de mamá.
Esto es que Isaac, segundo hijo de Abraham, años después de haber sido carne de sacrificio, se casó con una mujer llamada Rebeca, aficionada a las chaquetillas de punto. Les costó un tiempo concebir, pero finalmente tuvieron dos nenes gemelicos. El promogénito se llamó Esaú y era el ojillo derecho de su padre, y el pequeño llamose Jacob y era el niño de mamá. Al igual que con Caín y Abel, otra vez dos hermanos van a sentar el precedente del mal rollo.
Jacob era un imberbe escurridizo y con una ambición mayor que su ego, y se pasaba el día por su casa y Esaú era un tipo hirsuto y atlético que se pasaba el día de caza sin importarle las épocas de veda. Un día que Esaú venía con un hambre de manada canina, estaba Jacob estofando unas lentejas. Esaú pidió a su hermano un platico para quitarse el hambre y el negociante de Jacob le pidió a cambio su primogenitura. Estos ya pensaban en estas cosas antes de matarse por la herencia. Esaú, que era un poco primario, y no hizo mucho caso, se la dió a cambio de una ración. Mira que cambiar la primogenitura por un triste plato de lentejas, porque aunque estén muy buenas estas legumbres, no son angulas, ni foie, ni pavo trufado, ni brick de hongos con jamón, y encima, como hebreos, ni chorizo, ni morcilla con que sacramentar la legumbre.
¿La herencia por esto?
Un tiempo después, Isaac que ya había agotado los telediarios que le quedaban, llamó a Esaú y le rogó que cazara una presa, se la cocinara y se presentara con el menú para que fuera bendecido, y con ello hacerse el amo de las pertenencias paternas. Rebeca, que era una mala madre, pues demostraba cláramente las preferencias filiales, va y le dice a Jacob, que tenía ganas de llevarse el gato al agua pisando la cabeza del que fuera, que le trajera, no el gato, sino un corderito para cocinarlo ella. (Y encima le hace el trabajo al nene) Pero Jacob recuerda que Esaú es velludo como algunas folklóricas, y Rebeca decide customizar la piel del cordero como vello "jacobino". Isaac, que no nos neguemos, tenía que estar más ciego que la directiva de la ONCE, se traga el cordero y la engañifa y bendice (hace heredero) al gemelo equivocado.
Jacob engañando a su padre y su madre se sonríe
Cuando Esaú vuelve con el plato de caza cocinado ya es tarde y se agarra un lógico mosqueo. Monta en cólera, que no es ningún caballo, pero Jacob ya se ha largado a instancias de su madre para que Esaú no le dé dos hostias por cabrón y mezquino. Cabe recordar que Rebeca, además de preferir a Jacob, no aguanta a sus nueras, porque Esaú tenía dos esposas, que lo dice la biblia.
Conclusión: El venerado Jacob hombre santo de la biblia era un sinvergüenza, traidor y conspirador. Menuda joya este padre de Israel.
American Beauty
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esta cinta, bella y perversa a la vez, que el talentoso director Sam Mendes
n...
Hace 1 día