Cómo se nota que han acabado las clases porque la calle de detrás de la escuela de ingenieros de esta miniciudad está prácticamente desierta. Sólo están ocupadas estrategicamente las plazas de aparcamiento con sombra arbórea incorporada. Aparco al "solano", pero sin hacer maniobra, porque no hay la escasez de los postreros meses y, mientras lo hago, me encuentro subiendo la calle, que es dirección prohibida, a un Audi blanco manejado con rapidez fittipáldica por una rubia que frisa la cincuentena.
Emerson Fittipaldi, piloto brasileño de F1 de los 70 que por estos lares significa "conductor adicto a la velocidad"
La miro con cara de sorpresa y desaprobación, porque hay que ser "listilla" para saltarse no una sino dos señales de dirección prohibida, y ella gira el volante con soltura y una sola mano, da la vuelta, pero sólo porque la estoy viendo, porque no hay nadie mas a las tres de la tarde que ose asomar el hocico al tórrido lorenzo de sobremesa, y enfila el coche de vuelta cuesta abajo. Otra que ha pensado "bah, total, como no hay nadie, me ahorro la avenida y los semáforos y tiro por dirección prohibida estos cien metros".
No, si hay gente "pa tó".
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