Dicen las meteorólogas que se avecina una ola de calor. Por estas fechas yo no sé diferenciar una ola de calor de un sofocante clima de pleno verano normal, corriente y, sobre todo, moliente. Mis poros siempre han sido gandules, no tiendo a licuarme, pero esta mañana, aún temprano, era capaz de empapar la camiseta, hale, como si hiciéramos honor al refrán de los deportistas "pofesionales".
¿De qué se sonreirá el Lorenzo?
Con estas temperaturas hasta me meto a gusto a trabajar con el clima regulado por aire acondicionado. No soy nada fan de estos cacharros que reparten frigorías como si no hubiera un mañana. Menos mal que, gracias a la deidad qué más les guste y al señor que montó los aparatos en este humilde lugar donde me hallo, la implacable ola refrigeradora no me alcanza. Eso sí, mantiene fresco el ambiente, aunque los ordenadores, la centralita, la impresora, etecé, etecé, consiguen crear un microclima a mi alrededor, así, en una especie de guerra entre máquinas.
El vendedor de cupones de la entrada, qué cachondo, dice que ojalá le toque la lotería para poder irse a la playa. No sabe ná.
Anatomía de una caída
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Soy fan de la ficción en torno a los tribunales de justicia, tanto en el
cine como en la literatura. Me han apasionado a lo largo de los años
novelas, pel...
Hace 1 hora
1 comentario:
Hasta ahora, era un verano setentero, de aquellos de la infancia. Espero que no se tuerza y volvamos a batir récord tras récord, como le gusta a Mauri y Molina...o no.
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