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Tmeo, la mejor revista de humor

viernes, 23 de marzo de 2018

Airbag fue "fariña" de otro costal

 La serie televisiva del momento es "Fariña", esa que habla de la época de los grandes narcos de las costas gallegas. Tarde reaccionaron en darse cuenta de que entusiasmó el papel de Pablo Escobar en la "Narcos" de Netflix,  y tarde, también, reaccionaron a la hora de dramatizar una historia tan conocida gracias a las operación nécora, por ejemplo. Así que tiraron de lo que había publicado, y se encontraron con una obra de Nacho Carretero, también llamada "fariña", que había sido editada en 2015, en la que contaba, con bastante gracia, la historia del contrabando en Galicia, desde el café traído de Portugal, la penicilina, el "fume" o tabaco de batea y, claro, el salto al hachís marroquí y a la coca colombiana.

Y entonces fue cuando un juez ordenó secuestrar el libro, que llevaba tres años publicado, pero que nadie había leído hasta que se anunció la serie de Atresmedia, porque un alcalde de un bonito pueblo costero das Rías Baixas salía un poquito retratado en alguna frase del libro. Para alguien que lo leyó, va y lo aborrece.

Y entonces, en la página 113 del libro de Carretero se cuenta con asombrosa certeza que sí hubo una película de 1997 que, entre risas, efectos especiales de primera, música bien elegida, derrapes y chistes salvajes y a veces grotescos, insinuaba todo aquello y nadie se dio cuenta por aquél entonces. Será que fue sutil.

La peli fue la más taquillera de la historia del cine en España hasta la llegada de Torrente, el brazo tonto de la ley. Por cierto, Santiago Segura hacía un papelito con bastante mala leche: Un politicastro relacionado con los narcotraficantes al que pillaban por pederastia.

Fariña por todas partes

Cuando estrenaron la peli fuimos al cine a verla. Teníamos veintipocos y la disfrutamos y nos reímos hasta el dolor de barriga con Manuel Manquiña en su papel de Pazos, el duro matón disléxico, zafio y patán del narcotraficante y proxeneta señor Villambrosa (Paco Rabal).

La peli fue un éxito de público, no así tanto de crítica especializada que la menospreció por chabacana y grosera, pero es que esa grosería era totalmente intencionada. Quizá hoy día no se pudiera hacer esta misma película tal y como están las cosas. 


La primera película totalmente comercial de Juanma Bajo Ulloa que no volvió a dirigir hasta 2004, siete años después, para volver a hacerlo en 2015 con una película que se vendió como Airbag 2 y ni lo era, ni le llegaba a los zapatos. Rey gitano decepcionó a pesar de contar con una pareja de policías imposible, que repetían desde Airbag (Manuel Manquiña y Karra Elejalde), pero que dejaban en manos de un actor por debajo del nivel, Arturo Valls, el peso de la película.

En fin, os dejo con la página 113 de la secuestrada "Fariña":

  Puede parecer una broma, o también una evidencia de lo poco que ha reflejado el cine la realidad social de las rías gallegas en aquella época, pero una de las películas que mejor muestran estos años dorados del narcotráfico es la comedia «Aribag». En clave de humor —en ocasiones absurdo y no siempre efectivo— la película presenta a un capo gallego interpretado por Paco Rabal que intenta cerrar un trato con traficantes portugueses. Rabal es un personaje que viaja con chófer, enjoyado, violento, acompañado de mujeres jóvenes y bienvenido en el casino. También es socio y benefactor de políticos. La película está plagada de giros y detalles que parodian lo que eran los capos en aquella Galicia. Y en la parodia hay una carga de realidad que, probablemente, muchos espectadores no creyeron en su momento. En una secuencia del filme, el narco interpretado por Rabal amenaza a los protagonistas que, rodeados y apuntados por armas, intentan calmar los ánimos diciendo: «No puede disparar, hay decenas de testigos aquí». El capo mira a su alrededor y responde: «Son ciudadanos. Y la ciudad es mía. Y por cierto, los jueces también» 

1 comentario:

emejota dijo...

AIRBAG genial, inteligente y burlona. El humor era la cortina de humo, por eso los jefecillos ni se dieron por aludidos.