A él no le venían con mojigangas. Tan llena tenía la cabeza de noticias sobre el independentismo y su ferocidad que creía firmemente en hacer boicot a todo lo que oliera a "indepe". Se había hecho un experto. Compraba en grandes superficies producto nacional, nada de la región, él, que hacía apenas unos años atrás abogaba por el comercio de barrio, pero, es que en su barrio todos le hacían la puñeta y ponían lacitos amarillos. ¡Ni un duro a los comercios "indepes"! Compraba en ese súper de capital francés aunque desconocía que el gerente de la sucursal local era miembro de Convergència o como coño se llamara ahora. Ignorando aquello, prefería hacer su boicot de barrio. Sólo se libraba la mujer del kiosco y por eso él compraba la prensa seria allá. La prensa seria, claro, era el Abc, nada de pasquines "indepes".¡A él le iban a engañar! Nada de medios "indepes", ni la tele autonómica ni canales "rogelios". Él se informaba con veracidad, de manera seria y rigurosa, en la pública nacional y en la 13Tv.
¿Saben estos que Nutella y Nestlé son multinacionales y que Panrico se la quedó la mexicana Bimbo?
Tan informado estaba de la maldad manifiesta de aquella mala gente que dejó de frecuentar a sus amigos de toda la vida porque se habían vendido. Claro que los había nacidos en el país, como Xisco, pero Manolo...¡Si Manolo era de Albacete! Era un traidor, un vendido. ¿Pues no se había atrevido a decir que entendía a los independentistas? Dejó las partidas de dominó de las tardes en el bar. Prefería estar solo. Solo o mal acompañado. Julián era un pelmazo, pero por lo menos pensaba igual que él. Nunca lo había soportado, pero ahora lo prefería a él que a esa cuadrilla de demonios separatistas.
Tan concienciado estaba de esa verdad incuestionable que antes de entablar conversación con alguien, por la razón que fuera, le preguntaba si era "indepe" o de los buenos. Hasta al chico que atendía en la inspección técnica de vehículos se lo preguntó. Y a la charcutera, la médico de cabecera o la enfermera que debía ponerle la vacuna de la gripe. Si eran indepes, se alejaba de ellos como si fueran apestados. Si dejó de hablar a su sobrino porque este tocaba en un grupo de rock que amenizaba las fiestas de un pueblo cuyo alcalde era de la CUP.
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Él se sentía socialista, de toda la vida, aunque no supiera quien fue Marx, Lenin o Pablo Iglesias, el otro, el de ahora, no. Siempre había votado socialista, porque él era de Felipe, aunque primero votó a la UCD mientras su esposa, que de joven había sido una luchadora sindical chasqueara los dientes en señal de desaprobación, pero ¿Qué iba a decirle a su marido para que se pusiera de morros cuando éste aseguraba con gravedad que el comunismo era lo peor del mundo? ¿Qué le iba a decir a él, al "socialista", que la primera de las eses de la URSS, también lo era? Ella lo quería con sus estupideces ideológicas. ¿Pues no iba ahora él a votar a la chiquilla de Ciudadanos? No sabía diferenciar a Inés Arrimadas de Andrea Levy, la del PP, y no porque su ideología ultraliberal fuera la misma, sino porque no las diferenciaba. Total, él votaba a un ideal. Su voto estaba pensado para el gran aspirante naranja. Ese chico joven, bien vestido, el yerno ideal, el cuñado indeseable, decía su esposa, que aspiraba a gobernar con orden en España.
La Président es nacional... de Francia, concretamente.
Su esposa le preguntaba si se había fijado en los programas electorales. ¡A él con esas zarandajas si todo era lo mismo! ¡Él votaba con las entrañas! ¡Como un hombre! Poco sabía él que ganara quien ganara, siempre que fuera de derecha y ultraliberal, su magra pensión iba a seguir sufriendo la cicatería de los que verdaderamente mandaban en aquél lugar, en todo el país, y en el resto del planeta, porque eran los mismos. Esos mismos que sólo creían en el poder del dinero y que se reían desaforados de los incautos que les votaban con los ojos cerrados.
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Nota: Este cuento, inspirado en tantas burradas leídas últimamente en las rrss y escuchadas por la calle, podría ser dado la vuelta como un calcetín y cambiar el color de la ideología de sus personajes. Nadie se libra de hacer el imbécil.
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 2 semanas
6 comentarios:
Da mucho yuyu todo eso la verdad. Parece que (como hace 80 años) algunos aman terriblemente a su patria, pero exterminarían (o arruinarían) sin contemplaciones a miles de sus "compatriotas". En fin. Que no te quiten al menos las ganas de tomártelo con esa sorna...
En serio?, pues podrías haber empezado dándole la vuelta al calcetín y contando ese cuento desde el otro lado porque esos “imbeciles” seguro que están hasta los huevos de tanta independencia Catalana.
Saludos de otr@ imbecil.
"Anónimo": Supongo que tengo licencia a escribir las cosas como yo quiera. Otra cosa es que algo así sea capaz de afectarte en tu vida diaria. Si es así, sí que es triste. Mucho.
Ese anónimo no debe de conocerte mucho, de lo contrario sabría que además de coherente, escribes desde el conocimiento y la razón.Por cierto, imbéciles hay en todos los bandos, pero la ignominia impera sólo en uno de ellos.Y sabemos cual es.Un abrazo
Núria, de títeres sin cabeza
En un mundo donde los mercados son globales, hacer boicot, es una auténtica gilipollez, a no ser que tengas tu terreno y seas autosuficiente en todas tus necesidades y, eso ya no sería boicot, sería un chollo.
Si vives como dices en Cataluña y tu pareja no es afín a tus ideas, o bien no ves más allá de tus razones (narices) o mientes. Por cierto Anónima II o Nuria supongo que conoces a Juligan de algo más que de este blog por como hablas de ella si no, que triste. Y bueno Juli como ya paso de estos comentarios y sé que me contestarás como he visto en otros post (tu siempre la última palabra), solo desearte Feliz Navidad.
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