Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

miércoles, 18 de mayo de 2016

El cuento de la transición trae estos lodos

Ese fascismo que siempre ha estado ahí y nunca se había marchado está desperezándose. Ese franquismo que nunca se marchó ahora se ha quitado la careta y la vergüenza de tener que oír a los vencidos y está de vuelta. Damos saltos hacia atrás como los cangrejos en aspectos tales como derechos laborales, sociales, de expresión...

Tiene -poca- gracia que aquellos que se cansan de repetir que "deberíamos olvidarnos del framquismo", que las historias del abuelo sobre la guerra sobran y que la gente es muy plasta con la memoria histórica sean los mismos que pertenecen a esa casta que se encumbró en el poder en aquella época, cuyos mayores gozaron la Victoria.

La transición, por mucho que la otra Victoria, la Prego, se encargue de ornamentar en libros y series de televisión, con el fin de anunciar su culminación, jamás acabó. Aún seguimos con ella. ¿Cómo, si no, se entiende que aún haya vetos al cambio de nombres de calle, largas con el tema de las fosas, policía que detiene y encarcela por orden de jueces no depurados, como pasó con los famosos titiriteros?

¿Cómo "transita" una democracia con símbolos fascistas?

¿En qué se nota que la transición no ha tenido fin? En que aún los medios se empeñan en hablar de graves problemas de terceros países para callar las injusticias del propio; que franquistas responsables de delitos hayan seguido ejerciendo en lo público y lo privado; que los ultraespañoles, más españoles que nadie, porque ya se sabe que los otros son rusos, se llevan la pasta fuera, porque el corazón pertenece a España, pero el dinero a Panamá, porque España les pertenece y a callar; Porque no se entiende que aún sea noticia que Otegi haba entrevistas en medios, dentro o fuera, y la Brunete, más que informar, se dedique a lanzar dardos con su doble moral...

En definitiva, ¿En qué se nota que el franquismo nunca se fue? en que no se ha superado la idea de que España pertenece a los vencedores y, el resto no tiene derecho a sentirse asqueado de esa España y que, como lógica al maltrato que padece desde la gran Victoria, pretenda echar del poder vitalicio a los "victoriosos" que lo gestionan todo como un negocio familiar sin creer que tienen que dar cuentas a nadie de sus corrupciones, o bien, como otros desafectos, prefiera largarse de esa España de los vencedores que les asfixia. Esos vencedores ni quieren ni pueden, porque no saben, arreglar el problema que ellos crearon y que antes de su "victoria" no era tan insalvable.


2 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Nuestra "modélica transición" es tan modélica que está llena de puertas falsas y giratorias, se han acostumbrado a vivir tan bien en esta miseria que ni algunos de los que perdieron quieren cambiar nada, se mueven muy bien en la basura.

Antxon Rabella dijo...

La oposición directa al cambio de nombre de las calles que llevaban nombres de falangistas o directamente franquistas, por parte de Rivera y el PP, diciendo la tontería de que había cosas más urgentes por hacer (y esto es la monda, resulta que supimos que Rajoy tenía aquellos días la agenda muy libre; un presidente de gobierno tocándoselos; y Rivera ha andado haciendo trapecismos sólo para salir en cualquier tipo de gobierno) no se sostiene.
Y no se sostiene porque era un tema municipal de Madrid, de la alcaldesa Carmena, que sí consideró que aquello era urgente desde hace tiempo. Además no cuesta nada hacerlo.

Se ve claramente, no sólo en este ejemplo, sino en otros muchos, que todavía quedan dirigentes (demasiados) que piensan, (como llegaron a pensarlo muchos ciudadanos en los últimos años de Franco) que Franco, era, buena persona (!!!!)