Foto de la madurez
De la Quadra Salcedo fue atleta, reportero, aventurero y hábil conversador. Se rehizo de una mala pasada que le hizo la IAAF por ser miembro del equipo olímpico de un país raquítico en un mundo renacido de una guerra global y otra latente conocida como guerra fría.
Lanzando martillo
Volviendo al hilo, el finado, que gastaba bigote con guías estilo decimonónico, cuando yo era una cría, salió en un programa de la tele llamado "a la caza del tesoro". Aquél programa que era, ciertamente, vistoso, estaba copiado de un programa de la tele francesa, creo que de Antenne2 que se llamaba "la chasse au trésor" que acabó transmutando en Fort Boyard. La versión española estaba presentada en estudio por Isabel Tenaille que estaba sana y salva en Madrid con los concursantes y estos, mediante pistas, iban enviando al pobre Miguel, que ya pasaba de los cincuenta, pero corría como un campeón, por cualquier rincón de Latinoamérica, subiéndose y bajándose de un helicóptero, sin perder, del todo el aliento, pues tenía que hablar, encima, a la vez que correteaba por el lugar.
Corriendo como un poseso en plena forma
El hombre estaba hecho un Tarzán, a pesar de su edad. A mí, el señor vestido como en coronel Tapioca, me parecía muy gallardo. Para su edad estaba en muy buena forma. Mi padre, que era unos años más joven que el mandado del bigote y los auriculares, entonces, se lamentaba y nos contaba que a este señor la Federación Internacional de Atletismo le hizo una marranada enorme.
Explicando cómo consiguió de joven pulverizar un récord
Miguel de la Quadra era un tío muy apuesto. Alto y apolíneo en los años del raquitismo carpetovetónico, destacaba entre la media. Dedicado al atletismo consiguió logros en lanzamientos de martillo y probó la jabalina al estilo de los palankaris vizcaínos. Los palankaris (Palankariak) de Vizcaya conseguían lanzar sus barras muy lejos y Miguel de la Quadra intentó adoptar el estilo rotatorio de los palankaris, Apellániz y Erauskin, al lanzamiento de jabalina.
Al igual que en el lanzamiento de disco, adoptar la energía centrífuga para lanzar más lejos conseguía mejores resultados. De la Quadra consiguió el récord del mundo superándolo en varios metro pero no fue homologado. A punto de ir a las olimpiadas de Melbourne de 1956, la IAAF, viendo que un tío de un país subdesarrollado como España podía pulverizar, que lo hizo, un récord de algo que era "monopolio" de quienes tarifaban en su guerra fría, decidió prohibir la modalidad alegando vaguedades como que "se podía herir a alguien", cosa que en las pruebas de Montjuich y Anoeta nunca pasó. La IAAF incluyó en el reglamento del lanzamiento de jabalina que los giros rotatorios sobre uno mismo quedaban prohibidos. A España, claro, nadie la escuchó, apenas sabrían ponerla en el mapa.
Mi padre siempre se lamentaba de aquél hecho y solía referirse a él cada vez que el bigote de de la Quadra aparecía por la tele. Añadía, además, que de la Quadra protestó y fue descalificado en todos sus lanzamientos y borrados sus registros.
Volvió a las olimpiadas en Roma 1960 como atleta lanzador de disco, un lanzamiento rotatorio, pero no de jabalina. Un par de olimpiadas después, en Roma, un tío llamado Richard Fosbury cambió la forma de saltar la altura, dejando en desuso el estilo de "rodillo ventral". "Estilo Fosbury" se llama ahora. Como Fosbury era yankee a nadie se le ocurrió vetarlo, lo cual es estupendo. Lástima que con otros estilos de países menos potentes no hubiera la misma aceptación federativa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario