La biblia, después de pasar el capítulo de los reyes, nos presenta el paralipómenos, o crónicas. "Paralipómenos", curiosamente parece mucho más.
Se abre con las genealogías desde Adán, sin mencionar a Eva, porque las mujeres no pintamos nada, y en el paralopómenos, menos. Y aquello parece la lista de los reyes godos a lo bestia. Sale Noé, sus hijos Sem, Cam y Jafet, de las tribus amerindias y polinesias no dice ni (San)pío (X). Sale Túbal, que por una gracieta del padre Kardaberaz ¿O era Larramendi?, allá por el siglo XVIII, algunos se creyeron cierta la historia de la tribu perdida de Israel por los Pirineos, hoy en desuso, y es que entender mal un chiste puede generar mucho debate intelectualoide.
Descendientes directos por parte de vecino del quinto.
Salen los doce hijos de Jacob, el gemelo malvado, que se recitaba antiguamente como si fuera la alineación del equipo estrella de la liga: Como portero, Rubén; defensas, Simeón, Leví, Judá e Isacar; en el centro del campo: Zabulón, Dan y Neftalí; delanteros: Gad, Aser y José. Chupa banquillo, Benjamín, la gran promesa del Maccabi de Tel Aviv. Claro que peor son los hijos de Judá, el defensa, que son Er, Onán y Sela. Ya os conté la lúbrica historia del pobre Onán, que tenía cierta aprensión a cumplir con la ley religiosa que decía que si tu hermano moría sin descendencia, tenías que tirarte a tu cuñada hasta hacerle "un hijo póstumo". ¿Póstumo?, si el muerto ya no "chutaba". Onán tenía aprensión y por eso se la meneaba antes de copular con la cuñada. Dios le castigó, pero no por pajillero, sino por no cumplir la ley preñante.
Lo cachondo del paralipómenos es que te cuenta que los jeteos, los jebuseos y demás tribus que en otros libros anteriores no eran de la familia, aquí sí que lo son, volviendo a traernos a la memoria que los pueblos de ese lugar tan concurrido como es Oriente Próximo, con sus descendientes de Ismael, hijo de Abraham, son tan semitas como el que más, así que, por favor, dejen de usar "antisemita" cuando hablen de los actos de los palestinos, sirios, libaneses, jordanos....que son tan semitas como los que se creen con derecho exclusivo del término, aunque sean más blancos y más rubios que una horda de vikingos.
Y así, el paralipómenos, en su primera parte, parece el catastro, contándonos genealogías, clanes, ciudades y villorrios. Podríamos decir que, los que escribieron la biblia, que se abstienen de mencionar el dominio egipcio o asirio de sus tierras y los tributos que los hijos de Israel debían entregarles, hasta que llegaron los babilonios de Nabucodonosor, deberían haberlo llamado "paralipómenos lobos, Caperucita".
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
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fue Han...
Hace 1 semana
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