Sentía un nerviosismo casi perceptible. Llegaba tarde a la reunión de directivos de la cadena de televisión y tenía que presentar el proyecto de nuevo programa-gran espectáculo en horario de máxima audiencia. Después de atosigar a los creativos del departamento, una cuadrilla de gandules que no hacen otra cosa que ver la tele extranjera para tomar prestadas ideas, no lo llaméis plagio, por favor, consiguió, in extremis, una buena idea de una joven creativa en prácticas que, por supuesto, no se llevaría ni medalla ni ovación por ello.
Le temblaban las piernas cuando, delante de un montón de consejeros que cobraban muy bien por no hacer gran cosa, anunció el nuevo concurso a celebrar, con famosos, por supuesto. Ese había sido el requisito insalvable. Había que incluir a famosos de todo pelaje para llevar a cabo el concurso-espectáculo-"realitichou" que se iba a titular: "bricostar". Un nombre con pegada, con su cantidad de inglés indispensable. Un montón de famosos se iban a enfrentar al reto del bricolaje. Ya tenían un programa de bricolaje que servía de relleno a mediodía y, que, a pesar de ello, seguía gozando de aceptación por el público, sin embargo la gente ya estaba cansada de ver a los famosos vagueando en una casa, pasándolo mal en una isla desierta, cocinando, bailando o cantando. Pocas cosas más quedaban por hacer con ellos y, no, la idea del granuja que producía porno no era una opción, teniendo en cuenta que las firmas que ponían pasta para producir esos programas se hubieran negado en redondo, exceptuando la casa que fabricaba preservativos.
Punto de venta del producto
Bricostar era el producto y a los mandamases de la cadena les pareció estupendo. Ahora sólo hacía falta conseguir algunos famosos que consintieran entrar en el proyecto, pero eso sólo era cuestión de precio, así que se pidió a la jefa de producción que buscara unos buenos candidatos. Los nervios habían pasado, la idea había sido aceptada. Una sensación de bienestar se adueñó de él, aunque la ansiedad le hizo acabar con las pastas de té que había en la bandeja de desayuno de la reunión de directivos.
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
Lo primero que tendríamos que definir es lo que significa famoso para nuestra sociedad, si en esa definición entran vagos, maleantes, presuntos violadores, hombres y mujeres de fama prestada, muertos de hambre con ganas de pillar cacho, etc, etc, seguro que seguirán los mismos llamando y entrando a ese programa, con ello se seguirá viendo lo de siempre; "es lo que gusta al público" dicen esos mismos directivo de la TV, en consecuencia seguiremos viendo "edredoning", peleas, confesionarios, palabras gruesas,desprecios, inteligencia de mosquito etc, etc, no creo que un verdadero famoso, de esos que trabajan de verdad ganándose la vida, entre en ese bodrio de programa por buena pinta que tenga.
A las televisiones, como establishment que son, solo pretenden atontar al personal con productos baratos.
Me ha gustado leer el relato. Lo he encontrado fresco y ágil. Me ha encantado leer la castellanización: "realitichou", porque la he tenido que leer a la vieja usanza, fonéticamente, y porque lo has convertido en un solo vocablo. Otra cosa que me ha gustado: no conocía la expresión, "un hombre con pegada", es la primera vez que la he leído y oído.
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