Ahora que acaba de morir Paul Bocuse y que Sergi Arola anda, muy lamentablemente, tocando fondo, según cotilleos de revista amarilla, que no deben ser del todo ciertos, cabría recordar que tener doctas dotes culinarias no significa ser un soberbio, que enseñar a comer a la gente cosas nuevas no significa denostar la cocina tradicional, que hacer concursos-humillación cruel-explotación infantil en la cadena pública riéndote de un crío de siete años porque no sabe hacer una espuma de marisco sobre verduras escarchadas, es una majadería y una obscenidad.
Argiñano ya lo dijo en un programa estupendo, Fora de Sèrie, de la TV3 en el que una periodista, en este caso Gloria Serra, elige un entrevistado, como Julia Otero eligió a Anna Gabriel, y muchos cretinos sólo han pillado la parte interesada en este caso concreto. El cocinero beasaindarra, que tiene su restaurante en la preciosa Zarautz, pensó que la estrella Michelin que le otorgaron en su día sólo le perjudicaba. Él vivía de su negocio y la mayor parte de sus clientes eran del entorno. Hacer un restaurante exclusivista sólo le perjudicaba, ya que no vive en una gran urbe.
Minuto 26'50'':
Y, como acaba el gran David, David y no "Dabiz", por Dios, que ser un reputado cocinero no te da permiso a destrozar la ortografía y el buen gusto...de la escritura, que son cocineros, no bioquímicos salvando el planeta de una invasión alienígena.
3 comentarios:
Tengo claro una cosa, nunca, aunque pueda hacerlo, me gastaré en un restaurante de alto copete la friolera de 300 €, por lo menos, por comer con mi pareja una chorradas que, sin necesidad de tratamientos químicos, se pueden hacer con 20€ o 30€.
La filosofía del cocinero Santi Santamaria que llego a decir: "Los cocineros trabajan por la putapela" se comenta por si sola.
¿Sabes? Yo también tenía una estrella Michelín y luego resultó, que en la barriga, ser que se me transparentaban esas venillas azules por mala circulación. Con lo contenta que estaba con mi estrella Michelín.
Bromas fuera, pues yo si dispusiera de cash sí que me gastaría lo que fuera. Me gusta descubrir nuevos sabores y nuevos platos, y me gusta lo clásico pero también lo innovador.
Desde que no veo la tele no me entero de nada. Eso sí, mejor discutir sobre qué comer que no poder llevarse nada a la boca.
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