Cuando hay pleamar el temporal se vuelve furioso y da continuos zarpazos a la tierra. Todas las poblaciones de costa vecinas de este proceloso océano sienten su fuerza. Ayer me enviaron estas impresionantes imágenes tomadas en San Sebastián.
Están sacadas desde la subida a la batería de las damas que lleva al cementerio de los ingleses, mausoleo de unos soldaditos británicos de Lacy Evans que acudieron a defender la ciudad liberal de los ataques carlistas en 1835 y murieron en ella. El paseo castigado por los embates del temporal recibe el singular nombre de "Paseo Nuevo" aunque excede, con holgura ya, el centenario de años que lleva denominándose de esta manera.
Desde ahora mismo está prohibido bajo multa de 200€ el acceder a zonas de riesgo, tanto el Paseo Nuevo como el Peine de los vientos, justo al otro lado de la bahía. No es una tontería, más de una severa contusión, escayola incluida, ha recibido más de un incauto. La furia del mar se ha llevado automóviles y en cuantiosas ocasiones trozos de paseo: Bancos, barandilla, acera, asfalto, farolas, subsuelo... Los socavones que mellaban el camino tardaban un tiempo en ser reparados. Cuando era joven e inconsciente solía ir a ver la belleza del espectáculo, sobre todo en época de mareas vivas. Y, aunque solía ser bastante temeraria, jamás me pilló ola alguna. Inconsciencia de la juventud, pero se sabía cuándo acercarse y cuándo no por lo peligroso que resultaba.
A pesar de su impresionante furia, es de una belleza arrebatadora. Y este fin de semana, además, es único en San Sebastián. Mañana es víspera de fiesta y el sábado es el día del santo patrón. Quienes tengáis la maravillosa suerte de pasear, no ya por el Paseo Nuevo, sino por las calles de cualquier barrio de la ciudad, seguro que escucháis los sones de Sarriegi anunciando el carnaval.
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