Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

jueves, 9 de noviembre de 2017

sinsabor embolsado

No conozco  a nadie a quien no le gusten las patatas fritas. Lo que no entiendo es por qué, si gustan las patatas, hay que ponerle sabores  a las de bolsa. Hay veces en que me cuesta encontrar patatas con sabor a patata.

Patatas con sabor a huevo frito, así, sin el placer de mojar la yema ni nada.

Empezaron metiéndole aroma de jamón. Aroma, no jamón. Menos mal que en las etiquetas viene en portugués, por nuestra localización geográfica ibérica, y nos colocan que es "presunto jamón", que sí, que presunto es jamón en portugués, pero yo lo entiendo a la castellana, porque real, lo que se dice real no es y esa aromatización es asquerosa.

Presunto jamón sin serlo

Y no puedo soportar que metan sabores a las patatas de bolsa. ¿Qué os han hecho ellas, con su sabor original tan aceptado? Y no, no me refiero a las pringles, esa cosa hecha a base de triturar patatas, desecarlas y darles forma, que ni tienen la textura ni el sabor de unas buenas chips y se ven obligadas a disimular su aroma de papilla reseca poniéndoles aires de cebolla, paprika, queso o fabada asturiana.

Sabor a pollo a la brasa

Porque no entiendo que las patatas de bolsa sepan a hamburguesa con queso. Si quieres saborear una hamburguesa con queso, cómete una y no jales patatas que engañan y se parecen algo sin acabar de lograrlo.

Sabor a hamburguesa con queso

Y espérate, porque aún no ha llegado, pero lo hará, al país que dio al mundo la paella de marisco, las patatas fritas que saben a eso mismo.

Con sabor a paella de mariscos

Por favor, ¿Tan difícil es que la gente acepte que las patatas tienen que saber a patata? Porque cada vez que me dan una saborizada, parece que esté chupando una pastilla de  concentrado de caldo. Qué desazón me entra, a pesar de que, irónicamente,  las cargan de sal hasta arriba. ¡Qué lamentable error! Otro día os cuento la tragedia de los yogures con sabores.

3 comentarios:

JL F dijo...

Es muy difícil, porque ahora la mayoría antepone comprar rápido en el super más cercano, la comida precocinada y el fast-food o fast todo, para poder ver Gran Hermano, La voz y disfrutar mejor de la tele o de la mierda (con perdón) de series norteamericanas de Netflix. Perder tiempo pelando la patata y cociéndolas no merece la pena, que la basura es más fácil y te evita tener que pensar. Lo de disfrutar del sabor es de los tiempos de los abuelos, que ahora todos somos más modernos y globalizados.

Saludos

Desbordamientos Puntuales dijo...

Jajaja, Juli, comparto contigo tu estupefacción ante el hecho de que añadan sabor a algo que, por sí mismo, ya tiene un sabor excelente. Me declaro amante de las patatas fritas; me comería bolsas y bolsas hasta reventar. Eso sí, de las patatas que saben a patata. ¿Para qué estropear un producto tan perfecto? En fin, espero con ansia la entrada sobre los yogures. ¡Muchos besos!

Emilio Manuel dijo...

Cuanta razón tienes, será por eso que mis nietos vienen a casa a que su abuela les prepare unas buenas patatas fritas realizadas con un buen aceite de oliva, y cortadas gorditas para que queden crujientes por fuera y suaves por dentro. ¡¡ummmmm!!