Tengo un bló

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sábado, 25 de abril de 2020

Epidemia de tifus del 1941

Acabo de recordar una de las conversaciones que tuve con mi abuela, hace ya más de veinte años. Ella me recordaba cómo estuvo a punto de morir al inicio de los años 40 por una epidemia de tifus exantemático. Entre 1939 y 1943, justo al concluir la guerra civil, España sufrió un brote de tifus que se cebó en aquella población desnutrida, expoliada, desasistida y miserabilizada. Un país destruido en el que lo más importante era erradicar enemigos que infecciones tardó más de cuatro años en superar una situación tan grave. Con una sanidad desmantelada y unas condiciones higiénicas deplorables,  lo que hacían las autoridades era echar balones fuera:

"...Se insistió sobre el aseo personal; fueron recogidos algunos tipos de mendigos repugnantes, supervivientes de la época en que la mendicidad era una especie de industria; se raparon centenares de cabezas masculinas e incluso femeninas; " (La falta de higiene es cosa de rojos, por lo visto).


La nueva España que miraba cara al sol se encontraba con un problema muy serio que se intentó silenciar de cara al exterior, que estaba atento a otras cosas como era la segunda guerra mundial, que tuvo sus propias víctimas en lugares como Bergen-Belsen, campo de concentración donde el tifus y la disentería acabaron con la vida de miles de deportados, como por ejemplo Ana Frank (Cuánta gente se está fustigando en estos días de confinamiento con su diario) y su hermana Margot.


Pocas fotos de hospitales con pacientes de tifus de la época encontraréis.

Volviendo al tifus en España, no hay datos certeros sobre la cantidad de muertos producidos por la epidemia. Se aceptan algunos miles en el año de mayor virulencia, 1941, pero nadie es capaz de arrojar una cifra de fallecimientos. También hay que decir que hubo un rebrote de otras enfermedades  como la tuberculosis, la viruela o la difteria, y, sobre todo miles de muertes producidas por el hambre y la ingestión de plomo delante de paredones.

En aquella España cuartelera de uniforme azul se achacó a las autoridades rojas de los estragos del piojo verde. Un cuadro cromático interesante y tremendamente letal. Se despejaban responsabilidades y se silenciaba la situación:

"Nosotros tenemos la obligación de causar con nuestras medidas, el menor trastorno posible al país, excusándole sobresaltos, molestias exteriores y hasta campañas políticas interiores. Por esta razón hemos silenciado en lo posible las epidemias de Granada y Sevilla y la primera de Madrid. " Palabras atribuídas a autoridades sanitarias en la revista Palanca Recogida en el estudio "El tifus exantemático de la posguerra española (1939-1943) de Isabel Jiménez Lucena.

Mi abuela tenía 30 años en 1941, vivía en una provincia, Álava, que no había sufrido la guerra directamente. Madre de cuatro hijos y una quinta en camino tuvo que ser ingresada en el hospital de Vitoria en estado muy grave. Entre su estado delirante y febril recuerda a una monja de fuerte acento vascoparlante que la alimentaba con un caldo mientras atajaba las protestas de otras pacientes (No había comida para todas) diciendo "el caldo es para las nesesitadas".

Es de extrañar que ahora, en esta época tan desasosegante por la pandemia que se sufre, todo el mundo se acuerde de la peste del siglo XIV o la gripe española de 1918 y nadie recuerde esta que fue muy mortífera y mucho más reciente, pero, claro, el gobierno franquista intentó por todos los medios acallar los estragos de esta enfermedad, por eso apenas hay datod fehacientes. Para acabar con el tema, retomando el trabajo de Isabel Jiménez Lucena, a ver a qué os recuerda esto, recogido en el mismo texto citado: «¡Toma tus precauciones, que estamos en momentos de epidemia. Nosotros trabajamos; pero cuidate tú de protegerte a tí mismo, y cuidado con tus vecinos! »

4 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Tenia una frase de Galeano que me venia mientras leía tu entrada, la que has puesto al final también viene que ni pintada.

Anónimo dijo...

Mi madre(82 años y recién recuperada de la covid-19),y mi tia, que desgraciadamente se fue en el año 2001 ccon 65 años,pasaron las dos el tifus.Mi madre me contaba que mi abuela ya tenia preparada la mortaja para sus dos hijas.
Me encanta leerte!
Saludos
Núria de titeres sin cabeza

Robin dijo...

La vida es una caquita. Y la humana más, puesto somos conscientes de ello.

Esti dijo...

Es que la peste era tan asquerosa y tan espectacular y tuvo tantos publicistas (Bocaccio, Shakespeare) que normal que nos tire tanto. La realidad es que los virus aparecen, existen, crecen, se adaptan... y nosotros llevábamos muchos años sin encontrarnos con uno chungo de verdad. Pues ya nos ha tocado y, en comparación con los anteriores, al menos este nos ha pillado con netflix y directos de instagram de pilates. Yo me estoy poniendo cachas y todo.