Hace años que leí el recomendable libro de Naomi Klein llamado "la doctrina del shock". Esta periodista explicaba como un hatajo de expertos economistas neoliberales, encabezados por Milton Friedman y su escuela de Chicago, se dedicaron a experimentar sus teorías con la población de países en dictaduras impuestas por políticos de escasa moral afines a sus ideas.
Control con la excusa sanitaria
Será que el tiempo libre te da de largo para (mal) pensar sobre la situación de confinamiento por una razón sanitaria principal pero otras posibles que se nos escapan y que, de seguro, nos van a influir en los próximos años. Hay algo que me sorprende, para mal, en estas redes sociales que carga el diablo, pero que usamos todos: Un montón de listos, da igual si son profesionales de la salud o de las alpargatas, sin que se me ofenda el sector del calzado, se dedican a amedrentar a la gente con el armaggedon, el fin del mundo y las epidemias, mientras siembran la peor de todas ellas: El miedo.
La vecina que insulta me parece mucho más peligrosa que la que corre.
Todos obedecemos ciertas nuevas normas de esta versión de Estado de excepción con el ejército en la calle y sus altos mandos dando ruedas de prensa en la tele y empezamos a mostrar naturalidad por estas nuevas normas. Es más, he llegado a escuchar inconcebibles vítores a unos policías que reducían a una mujer por hacer footing mientras la insultaban desde sus seguros domicilios. Hay algo de descarnizado, inhumano y salvaje en el comportamiento de esos seres que son capaces de lanzar su rabia contra alguien que se ha saltado una norma que se puede saltar si se saca al perro, se va a comprar o se tiene salvoconducto para ir a trabajar en un espacio cerrado con otras treinta personas con las que compartes material de oficina y gérmenes.
Me preocupa esta involución que se está dando y la que vendrá. ¿Qué estaremos dispuestos a sacrificar según las (des) informaciones a las que estamos expuestos? ¿Quién se está beneficiando de todo este problema, que lo es? De momento vamos a empezar la segunda semana encerrados en casa, algunos sumidos en un ERTE, otros pensando cómo podrán pedir el paro por tener contratos de días.
Muchas cosas que transmutan en poco tiempo y que no digerimos con prevención. Saludos desde lejos y sin contacto.
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 1 semana
5 comentarios:
Por orden de gilipollas: primero la policía que no ha sabido tratar el tema, segundo esos hombre y mujeres que chillan desaforadamente, y por último una ¿deportista? que incumple unas normas que están cumpliendo otros deportistas olímpicos que hacen manifestaciones totalmente defendibles y justas al ser el deporte que practican, su trabajo a pocos meses de una Olimpiadas que parece que no se van a aplazar seguramente por cuestiones meramente economicistas.
Estoy contigo con el hecho que con esta situación alguien está sacando tajada, seguramente nos enteraremos mas tarde, no podremos hacer nada, o sí; no se como va a quedar la cosa tras este confinamiento que seguramente se extenderá unos cuantos días más. De momento nos hemos dado cuenta de una cosa, los recortes en sanidad están haciendo estragos, si después de esto no nos movemos es que ya nos han inoculado un miedo que nos hace insensibles.
Mira, el salvoconducto. Decirte que Homo sapiens es un animal social pero que cuando se produce una superpoblación la competencia por el recurso actúa como resorte de la lucha. Hay demasiada gente.
Lo justiciera que se ha vuelto al gente da miedo. Recuerda a los vecinos que delataban a otros vecinos en la guardia civil para que los fusilaran.
Desde la cómodo del sofá y tras la pantalla, todo el mundo se ha vuelto experto sobre el tema y la gente se toma libertades para abuchear a gente por la calle, que a saber si son sanitarios que van a trabajar.
Mucho miedo todo
Por cierto, hoy he visto la peli de "El hoyo" (netflix) y todavía más "esgarrifada" me hallo con la naturaleza humana
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