En el calendario del trabajo aún luce octubre, le doy la
vuelta para dejar noviembre. Es un calendario que glosa el santoral, y es que
es un calendario de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios. No puedo evitar fijarme en el día 6 que indica bajo el guarismo que este día es el de los “Mártires del siglo XX de España”.
Calculo que esto se debe a los daños colaterales de una guerra
infame, pero sólo a las víctimas de ropa talar, y sólo a las asesinadas por los
rojos, porque víctimas religiosas también las hubo que murieron a manos de asesinos catoliquísimos que mataban por Dios, por la Patria, por el Rey, por Franco y por
la Santa Cruzada de los cojones, y, sin embargo estos mártires son ninguneados por parte
de los maestros de ceremonias religiosas y carnavaladas perifascistas.
Hay otros mártires españoles del siglo XX, pero la iglesia los desprecia.
Esto de glosar el santoral de mártires de la guerra,
pasándose por el hisopo a la inmensa mayoría de asesinados en las cunetas y en
las tapias de los cementerios durante la contienda y más allá de la posguerra, es muy de iglesia rancia revisionista. Así que
una se pone a mirar y se encuentra que el arranque de tal hito de calendario se
debe, en primera instancia, a Pablo VI que preguntó allá por los tecnócratas y opusianos 60 a los
obispos españoles del franquismo más arraigado su parecer, y ellos, claro,
encantados.
Y he aquí que si Pablo VI arrancó el homenaje onomástico a
los mártires católicos asesinados por el bando rojo, fue el inefable Juan Pablo
II, azote de todo lo progre, el que obró con ardor furibundo sumando mártires
al santoral. Al polaco poco le importabaque asesinaran a obispos salvadoreños dando misa porque sus asesinos eran
devotos católicos defensores del orden, la clase y la desigualdad social.
Los papas siguientes, Benedicto XVI de las hitlerjugend y
Francisco I amiguete de la junta militar, han seguido sumando mártires pero han
olvidado, con sus santos hisopos, tantos asesinatos cometidos por católicos que
no dudaron en apretar el gatillo durante la guerra y después de ella para
hacinar cadáveres en olvidadas fosas comunes que hoy día sus nietos se muestran
reacios a reconocer.
Los revisionistas vaticanos deciden, a la postre, quién es mártir y quién no. Estos de la foto, no, como podréis adivinar.
Los mártires, que lo son, han sido reconocidos con un día
fijado en un calendario que los recuerda cada 6 de noviembre; los mártires asesinados por la santa cruzada
bendecida por los obispos españoles, en muchos casos, siguen enterrados en
cunetas sin que ningún calendario los recuerde.
El padre Ariztimuño, cuyo seudónimo literario era Aitzol. Asesinado en la guerra por los defensores de la Santa Cruzada. Este no cuenta como mártir.
Para acabar, los religiosos, que los hubo, asesinados poresos católicos que tanto llamaban a la guerra santa como fanáticos cegados deodio que eran, esos no gozan de fecha en el santoral por su martirio, que lo
tuvieron. Pero, claro, no me imagino a ningún santo padre afín a la crueldad de
los ejércitos y la clase de mando terrenal subiéndolos a los altares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario