Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

martes, 6 de noviembre de 2018

Los mártires tienen su día de la memoria histórica, al resto se los olvida.


En el calendario del trabajo aún luce octubre, le doy la vuelta para dejar noviembre. Es un calendario que glosa el santoral, y es que es un calendario de los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios.  No puedo evitar fijarme en el día 6 que indica bajo el guarismo que este día es el de los “Mártires del siglo XX de España”.

Calculo que esto se debe a los daños colaterales de una guerra infame, pero sólo a las víctimas de ropa talar, y sólo a las asesinadas por los rojos, porque víctimas religiosas también las hubo que murieron a manos de asesinos catoliquísimos que mataban por Dios, por la Patria, por el Rey, por Franco y por la Santa Cruzada de los cojones, y, sin embargo estos mártires son ninguneados por parte de los maestros de ceremonias religiosas y carnavaladas perifascistas.

Hay otros mártires españoles del siglo XX, pero la iglesia los desprecia.

Esto de glosar el santoral de mártires de la guerra, pasándose por el hisopo a la inmensa mayoría de asesinados en las cunetas y en las tapias de los cementerios durante la contienda y  más allá de la posguerra,  es muy de iglesia rancia revisionista. Así que una se pone a mirar y se encuentra que el arranque de tal hito de calendario se debe, en primera instancia, a Pablo VI que preguntó allá por los tecnócratas y opusianos 60 a los obispos españoles del franquismo más arraigado su parecer, y ellos, claro, encantados.

Y he aquí que si Pablo VI arrancó el homenaje onomástico a los mártires católicos asesinados por el bando rojo, fue el inefable Juan Pablo II, azote de todo lo progre, el que obró con ardor furibundo sumando mártires al santoral.  Al polaco poco le importabaque asesinaran a obispos salvadoreños dando misa porque sus asesinos eran devotos católicos defensores del orden, la clase y la desigualdad social.

Los católicos vascos pidiendo la adhesión de los curas asesinados por los franquistas como mártires, pero la iglesia vencedora no toleraría semejante desfachatez.

Los papas siguientes, Benedicto XVI de las hitlerjugend y Francisco I amiguete de la junta militar, han seguido sumando mártires pero han olvidado, con sus santos hisopos, tantos asesinatos cometidos por católicos que no dudaron en apretar el gatillo durante la guerra y después de ella para hacinar cadáveres en olvidadas fosas comunes que hoy día sus nietos se muestran reacios a reconocer.

Los revisionistas vaticanos deciden, a la postre, quién es mártir y quién no. Estos de la foto, no, como podréis adivinar.

Los mártires, que lo son, han sido reconocidos con un día fijado en un calendario que los recuerda cada 6 de noviembre; los  mártires asesinados por la santa cruzada bendecida por los obispos españoles, en muchos casos, siguen enterrados en cunetas sin que ningún calendario los recuerde.

El padre Ariztimuño, cuyo seudónimo literario era Aitzol. Asesinado en la guerra por los defensores de la Santa Cruzada. Este no cuenta como mártir.

Para acabar, los religiosos, que los hubo, asesinados poresos católicos que tanto llamaban a la guerra santa como fanáticos cegados deodio que eran, esos no gozan de fecha en el santoral por su martirio, que lo tuvieron. Pero, claro, no me imagino a ningún santo padre afín a la crueldad de los ejércitos y la clase de mando terrenal subiéndolos a los altares.

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