Pues no sé muy bien cómo es eso de que cuando se espera algo con mucho ahínco se diga que es como agua de mayo, porque llevamos media primavera destrozando la metáfora del refrán. Amanecen mañanas con cielos limpios, aunque corre un aire aún frío, pero, al mediodía las nubes inundan el cielo y al atardecer estas se compactan, oscurecen, chocan entre ellas, sueltan rayos, truenos, y, como no, una lluvia furiosa que va arreciando o amainando como impelidas por un ser caprichoso que las conmine a ello.
Y esta tarde, mientras leía perezosamente, el cielo se oscurecía, tronaba a lo lejos y el viento empujaba con fuerza. Así que he salido a la terraza para recoger la ropa tendida y, una vez hecha la tarea, me he quedado un rato sintiendo el avance de las nubes grisáceas acercándose mientras el viento me daba en la cara. Un momento lleno de fuerza, aún no caen las primeras gotas, aunque las cortinas de agua se ven en las montañas, pero el aire encolerizado ya trae el aroma de la tormenta. Este es un momento hechicero.
Tormenta llegando
Cuando tengo tiempo y ocurre este fenómeno, me gusta disfrutar de este peculiar instante, justo hasta que las primeras gotas dan paso a un arreciado aguacero, entonces ya me cobijo de la jarreada. Es un momento fugaz, pero muy especial, donde el aroma de tormenta llega con fuerza.
Los catalanes tienen un refrán que dice "al maig, cada dia un raig" (Por mayo cada día un chorro), y, desde luego, este mes se está dando con asiduidad.
Marco
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Hace 1 semana
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