Tengo un bló

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miércoles, 18 de abril de 2018

Cuando la sentencia está fallada antes del juicio.

Hoy se celebra el tercer día del juicio contra los detenidos en Altsasu, Navarra, por una agresión a dos miembros de la guardia civil y sus respectivas parejas que los medios no tardaron en convertir en terrorismo y delito de odio. Altercado hubo, como suele haberlo en muchas partes cuando hay mal beber. Lo de delito de odio queda grande, pero tiene una intención muy clara.

Vaticinaré que el juicio, por mucho que se celebre, ya tiene la sentencia fallada de antemano. No puede ser de otra manera ya que, para escándalo de la imparcialidad, las pruebas y testimonios presentadas por la defensa no han sido admitidas por el tribunal, con lo cual se crea una total indefensión de los acusados, quienes, por un hecho agravado como terrorismo, por una bronca de bar, llevan camino de los dos años de prisión preventiva con el agravante de haber entrado en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento, FIES. Una condena extra al internamiento preventivo.

 Juicio ejemplarizante para mantener cuarteles

El tercer día, hoy, después de las declaraciones de los detenidos presenta a una camerera y el regente del establecimiento donde dicen que se produjeron los hechos. Ambos niegan que dentro del local hubiera pelea. No importa, claro.

¿Que por qué no importa? Pues porque los ocho acusados de la agresión "terrorista", por mucho que algunos puedan probar que no vestían como se detalla en la acusación o que ni siquiera estaban allí, aunque no cuenta en el juicio, no son más que el vehículo, el medio, el altavoz para que todos los cuarteles de la guardia civil que se encuentran en el territorio vasconavarro sigan teniendo la razón de su permanencia porque hace seis años que se les acabó la excusa (Afortunadamente para todos). Esos chavales presos no les importan a nadie. Son simples peleles de intereses superiores que se nutren del delito de terrorismo y odio, por ellos tipificado, para continuar tratando a los naturales del lugar como sospechosos peligrosos de lugar en guerra. Son la excusa para que cuatro altos oficiales se cuelguen medallas y otros tantos altos cargos de la administración aspiren a mejores puestos. Y si para ello deben servirse de la judicatura, y ya sabemos cómo se nombran a los jueces en este país, pues se tira de ellos para oficializar la cosa.

No les interesa si los enjuiciados son inocentes o culpables. Ya los culpabilizarán los lametraseros del régimen desde sus tribunas mediáticas. Se habla mucho , gente como Isabel San Sebastián a la que acabo de escuchar metiendo una cuña publicitaria, de lo culpables que son, pero, por si acaso, las declaraciones de los testigos o policía foral de Navarra no se vocean tanto, no sea que pillemos antes al mentiroso que al cojo.

Plaza del Castillo de Pamplona pidiendo justicia, pero de verdad, para los detenidos.

Como hay un objetivo que cumplir en esta satanización de la bronca etílica convertida en terrorismo, en vez de juzgarse en Navarra, como es un delito de terrorismo gracias a la instrucción judicial de turno, se hace en la Audiencia Nacional, esa que deviene del Tribunal de Orden Público del franquismo que se creó, con el nombre de tribunal para la represión de la masonería y el comunismo al acabar la guerra por obsesión de los jerifaltes vencedores.



Una lástima que la sentencia ya esté fallada antes de empezar el juicio y que estos jóvenes vayan a tirarse en la trena unos cuantos años antes de que Estrasburgo sancione a España por atropello de derechos. Van a perderse años por algo que, en el peor de los casos era una sanción económica y meses de prisión y en el mejor, con pruebas existentes, absolución. Al menos no les pasará como a Sacco y Vanzetti, a los que ahorcaron después de un juicio farsa en Boston, pero se parece bastante.

2 comentarios:

ROSA M. dijo...

El sábado emitieron la entrevista a dos de las madres, admirable entereza ante lo que están pasando y lo que les viene encima

Leopold Estapé dijo...

El juicio señala la deriva autoritaria del estado español. Con el terrible silencio de gran parte de la su puesta izquierda que aun así se denomina.