Los milagros de los Santos y apariciones marianas en esta península son bastante frecuentes, pero tienen su particular idiosincrasia. Hay algo singularmente macabro en las gentes de esta tierra que hace que las obras divinas tengan un particular regusto difícil de digerir.
Si se despellejaba y se metía en toneles rodantes a la adolescente Santa Eulalia (Un día hablo de esto) o se hacía una parrillada con Santo Dominguito del Val, en la villa castellonense de Morella obró un milagro San Vicente Ferrer a raíz de un hecho muy, muy grave. ¡Qué digo grave! Una barbaridad insólita.
Resulta que San Vicente Ferrer, que predicaba por su zona, iba camino de Peñíscola a comienzos del siglo XV y recaló en Morella. Fue a alojarse en una casa donde sus pobres moradores, con el agobio de hacerse hospitalarios y ofrecer al santo varón la comida más sustanciosa, que no tenían, pues eran pobres como ratas, deciden guisar a su hijo de pocos meses con verduritas. Algunas fuentes cuentan que fue consenso de los progenitores y otras que fue idea de la madre. Como siempre, las ideas diabólicas las ha de tener la mujer. Aprended esto, queridos feligreses: las mujeres son malas, pero no por ello permitamos que dejen de cocinar.
Recuerdo de mi primer canibalismo
Se sientan a la mesa y San Vicente descubre el ingrediente secreto del plato del día, así que obra el milagro: Recompone al crío como si fuera un puzzle, y, después de guisado, este vuelve a la vida. Dice otra versión, que al crío le falta un cachico de dedo que se comió la madre para probar el guiso. Otra delación de la maldad femenil.
En Morella existe la casa, llamada Rovira, en la que hay un recuerdo azulejado que se anuncia en su fachada.
Morella, tribu de antropófagos medievales (Y bella ciudad)
Desde luego, las obras de los santos de la península dice mucho de la superstición de sus habitantes. Al menos, en Santo Domingo de la Calzada, la Rioja, lo que cantó después de asada fue una gallina y no una criatura. Y luego se quejan del difunto Javier Krahe por asar un Cristo crucificado. ¡Si empezaron ellos!
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 2 semanas
2 comentarios:
Casualidad, tu hablando de santos yo de vírgenes.
Un saludo
Uy, pues cuando fui a Morella no la vi, mira tu...
Que se puede esperar de una religión que tiene como libro sagrado un compendio de crimenes,violencia por un tubo y otras lindezas dignas de Hannibal Lecter...en fin, que así nos va,con medio mundo matando y cometiendo atrocidades en nombre de Dios, Alà o cualquier otro iluminado...
De pena
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