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jueves, 24 de marzo de 2011

Iparragirre vida y obra

Hubo una vez un famoso bardo vasco que vivió una vida, cuando menos, apasionante. Un bardo, si ustedes recuerdan los cómics de Astérix, es ese tipo que improvisa canciones, como hacía el incomprendido Asurancetourix. Sin llegar a ser tan "rayante" como el galo que temía que el cielo cayer a sobre su cabeza, al cual nunca dejaban cenar al final de cada capítulo. Joxemai Iparragirre (Jose María Iparraguirre) fue un tipo apasionado que vivió de esa manera.

Nació en Urretxu, un pueblecico de Gipuzkoa  en 1820. Su padre era pastelero y quería que su hijo estudiara. La salida más fácil era la de hacerse cura, así que la familia se afincó en Madrid para que el chaval estudiara. De esto se acordará años después cuando cuenta como fue irse de su pueblo. "Gaztetandikan" (De joven)



En esto que se muere el rey, la sucesora es una niña de tres años y al hermano del difunto, que lo que le interesa es la corona, se la disputa. Así surge la primera guerra carlista, ya que Carlos se llama el pretendiente que reclama la ley sálica (Ley borbona por la que las mujeres no pueden reinar, ya que es obligatorio hacer malabares con la corona utilizando la punta de la polla) Como la industrialización y los cambios modernukis están haciendo mucho daño en zonas que hasta entonces se regían por sus leyes forales, estas apoyan al pretendiente que promete jurar por la glory of his mother que no tocará "ná" de eso. Iparragirre, que tiene 14 años, decide escaparse de casa, volver a su pueblo y alistarse en la guerra en las filas del malabarista genital. Lo hieren en la batalla de Arrigorriaga, la cual debió ser cruenta, ya que "Arrigorriaga" significa "piedras rojas" y se dice que el nombre le viene de la cantidad de sangre que las tiñó.

Acaba la guerra, y como está entre los perdedores y pasa de abrazos de Vergara, por falta de desodorante sobaquil, le obligan a exhiliarse. Cruza la frontera francesa con 19 añicos y se dedica a buscar curro (y a aprender francés) como sea. Se une a una troupe de titiriteros ambulantes y luego se establece en París donde una señora lo descubre, le enseña música y canto y otros pasatiempos algo más mundanos. Iparragirre da algunos conciertos aquí y allá , pero en eso que apoya la revolución de 1848 contra  el rey Luis Felipe, y se dedica a arengar a las masas cantando la Marsellesa. Se proclama la II república gabacha, pero cuando Napoleón III, antes de ser emperador, se hace presindente de la república, decide echar a los agitadores y así expulsan a Iparragirre, que se va con la guitarra a dar exitosos conciertos por Suiza, Alemania e Inglaterra. Llenaba teatros, pero no el bolsillo, porque era el típico artista manirroto que era incapaz de ahorrar. La auténtica cigarra cantarina del cuento, como decía en "gitarra zahartxo bat" (Una vieja guitarrita)



Mientras está por Inglaterra dándole a las seis cuerdas recién entrada en la treintena, le llega el indulto y se apresta a volver a casita. Cuando pasa la frontera francesa por Irún deja esta melodía llamada "Hara, nun dira" (algo así como "Oh, donde están")


Vuelve a Madrid, donde todavía vive su madre ya viuda y se dedica componer, cantar y frecuentar cafés. En uno de ellos, en el café de San Luis (En la calle Montera) cantó por primera vez el famoso Gernikako arbola (el arbol de Gernika). Utiliza la palabra "arbola" de ahí que ciento sesenta años después un palurdo de la COPE dijera que los vascos utilizan "arbola" para decir árbol, ya que desconoce que usamos "zuhaitza" para referirnos al mismo. El Gernikako Arbola es el himno oficioso, que no oficial de la Comunidad Autónoma Vasca, que usa el "Eusko ereserkia", porque a los jeltzales (mal llamado PNV) no les hace ni puta gracia eso que dice Iparragirre de "eman ta zabal zazu munduan frutua" (da y extiende por el mundo tu fruto), lema que reza en el logo de la Universidad Pública Vasca y que no gusta al PNV, repito, por internacionalista.

Como es lógico, en cuanto puede, el gobierno madrileño decide expulsarlo de la villa y corte y luego, tras encarcelarlo brévemente en Tolosa, del país, como quedó reflejado en el "nere amak baleki" (Si mi madre supiera)



Durante su periplo de Tolosa conoce a una jovencita llamada Ángela Querejeta de la que se enamora, corteja y convive. En esto que llega su expulsión definitiva del país y marcha con su pareja, que no esposa, hacia Argentina en 1858. Al llegar deciden formalizar el matrimonio. Dos años más tarde, y con la ayuda de un primo, se establecen en Nueva Palmira, Uruguay , ya que la vida de bohemio no da para vivir, así que se dedican al pastoreo con ganado ovino. Pero Iparragirre es descuidado y mientras le va aumentando la familia, le disminuye el rebaño. Acaba a hostias con otro pastor y decide que se ha cansado de la vida bucólica.  Llega a Montevideo y monta un cafetín, pero como sigue sin ponerle interés al negocio, quiebra pronto. Llegan malos tiempos. revoluciones y epidemias de cólera. Pasado el tiempo, llegan noticias del País Vasco, y se entera de que los fueros por los que luchó en la mocedad han sido suprimidos definitivamente en 1876. Gran disgusto para un Iparragirre viejo. La familia, por fin, decide, por su salud, que vuelva a la vieja Europa, cosa que ocurre en 1877.

Aún tiene la fuerza justa para dar conciertos desde Madrid a su País Vasco, donde vive gracias a una pensión que le subvencionan las diputaciones del lugar. Reconocido y homenajeado por sus paisanos, aunque no deja de haber algún pique habitual entre bertsolaris (improvisadores de versos), como el que tiene con Xenpelar, que quedó registrado en el famoso "Iparragirre abila dela" (Que Iparragirre es hábil) del bertsolari de Rentería.


Pero Iparragirre muere a los 61 años, en 1881 en el pueblo de Ezkio-Itxaso (Famoso por las apariciones de la virgen allá por el 36 del siglo XX) siendo reconocido como un músico popular querido y cantado en dos continentes.

2 comentarios:

Sra. Castafiore dijo...

Jamía, lo que se aprende aquí, eres la D'Alambert y Diderot de la blogosfera.

Ingrid dijo...

¡¡Jesús!! Menuda vida... ¡y menudo post! He aprendido un montón, y encima tan didáctico como siempre. ¡Gracias!