Tengo un bló

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Tmeo, la mejor revista de humor

domingo, 6 de noviembre de 2022

Tiene usted demasiada edad para entrar al local

 Pues esto es que nos fuimos de cena unas cuantas compañeras este viernes con la excusa de que una de nosotras ha alcanzado el feliz estado de jubilada con todos los derechos y, además con una energía, gracia y salero que ya quisiera gran parte de la juventud. Éramos una media docena echando para arriba en edades comprehendidas entre la preceptiva sesentena y el tierno inicio de la veintena. Comimos y bebimos a gusto y con buen humor y decidimos echar una copita en un local de la misma calle al cual habíamos entrado en otras ocasiones con motivo de infinidad de ágapes, desde cenas de empresa navideñas, cumpleaños o alargamientos de la cervecita "afterwork" porque sí, la mayoría de las ocasiones, en épocas prepandémicas, todo hay que decirlo.

Total que el camarero de la taberna donde solemos acogernos para contentar el estómago ya nos avisó de que en aquél local ponían pegas a la gente que pasaba sobradamente de la veintena, pero decidimos ir a verlo con nuestros propios ojos con edad para la incipiente presbicia.

Llegamos al local y un joven barbudo plantado a la puerta nos invita a no entrar. Nos dice que dentro lo que hay es "ambiente universitario", un eufemismo que encuentro chusco porque le pregunto si dentro, en vez de bailar y beber se hacen sesudos debates sobre la repercusión de las directrices liberales de la escuela económica de Chicago y su peso en las dictaduras latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX. Hay que joderse con lo del ambiente universitario. Si es por eso, me paseo con mi titulito, así, por una vez en la vida, le doy utilidad.


La encargada del establecimiento ha salido a la puerta un momento y oye nuestra discursión. Obviamente, para no arriesgarse a una denuncia, nos cuenta que de ninguna manera nos puede prohibir la entrada (Sería un acto anticonstitucional, aparte de una marranada) pero que la gente de dentro tiene entorno a los dieciocho. Preguntamos si piensa que vamos a pervertir a la juventud, a pesar de que ya sean mayores de edad. Nos vuelve a salir con evasivas que lo que indican es que no ven con buenos ojos nuestra provecta edad. Preguntamos si es que tienen miedo de que tengan que usar desfibriladores para paros cardíacos de gente añosa. La situación es delirante y hemos bebido mucho, aunque no tanto para montar un pifostio, menos mal. Ante la estupidez de los argumentos que esgrime la encargada, rebatidos con gracia por nosotras, finalmente decide que pasemos, pero, nosotras preferimos anunciarle que no queremos dejar nuestro dinero de viejas a unos hosteleros que demuestran de una manera tan cutre esa gerontofobia.

2 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Así está la cosa, con más de 20 años ya se es viejo y si a eso le sumas el derecho de admisión ahí tienes, se puede denunciar pero... ¿nadie llevaba calcetines blancos?.

Saludos

Francisco Cordero dijo...

Hicistéis bien en largaros. A mí no me dejaron entrar una vez en un local porque tenía una camiseta que ponía "En caso de accidente, no me quiten el vaso". Es una suerte que todavía dejen entrar en estos garitos "modennos" a los feos y a los calvos. Pero todo se andará. Somos una auténtica plaga.