Unos son santos mártires y otros, despojos de cuneta.

Debido a la pandemia tuvo que aplazarse la beatificación de tres capuchinos catalanes que fueron asesinados el verano del inicio de la maldita guerra del 36. Los tres capuchinos  profesaban en esta miniciudad y este fin de semana se anuncian los fastos religiosos de subida a los altares de estos tres mártires, que nadie duda de que lo son y para más información, aquí mismo, sobre estas letras.

Unos la palma, otros los palmos...de tierra.

Su muerte a manos de unos desaprensivos, en esta ocasión, milicianos antifascistas no quita que el acto sea un escarnio para todos los que aún descansan en cunetas víctimas de sendos asesinatos de los desaprensivos del otro bando. Del bando donde la iglesia llamaba a la cruzada y absolvía de pecado a los reos en los paredones y hasta alguno gustaba de ir dando tiros de gracia.

Que la iglesia quiera hacer santos a fusilados no es lo feo. Lo feo es que esta iglesia no haga todo lo posible por limpiar el nombre de tantos cristianos, porque los hubo, que murieron igual de mártires e igual de asesinados que los que han de llevar palma. Eso es lo feo y lo que hace despreciable a la iglesia. 

Ya que estamos, por si algún listo dice algo, los fascistas en mi tierra asesinaron a un buen número de sacerdotes y estos, tan víctimas y tan mártires, son despreciados por la iglesia que erige santos a unos y olvida con desdén a los otros.

Si la iglesia no tuviera el peso que tiene en el estado, con lo que cobra del estado, me parece inconcebible que ese sector conservador que va de buen cristiano organice fastos como los que se han de celebrar este domingo y proclame con fanfarronería que no piensa mover un dedo para acatar la ley de la memoria histórica. Para qué van a mover un dedo, si lo suyo es levantar el brazo a la romana