La Audiencia nacional ha fallado la sentencia del llamado caso Altsasu. Ha fallado a favor de la (sin)razón de Estado. Y, sin embargo, no se puede entender cómo es posible que declaren que NO es un delito de terrorismo, premisa por la cual una bronca de bar, juzgable en cualquier tribunal provincial, llegó hasta esta audiencia tan exclusiva para este tipo de casos, y, a pesar de ello, les caigan unas penas tan inconcebibles como desmesuradas.
Claro que el guión de la causa debía seguirse tal y como fue confeccionado, a pesar de denegar pruebas y testigos para la defensa y tener que admitir, a regañadientes, pruebas de sobra conocidas gracias a las redes sociales, que, sin embargo, han sido ignoradas por el tribunal.
El día de la sentencia Casado, golpe de efecto, se tiró unas cuantas horas grabando en el famoso bar Koxka. Por lo menos, espero que tuviera la consideración de pagar un par de rondas con pintxo, porque tiene toda la pinta de haberse pasado toda la santa mañana ocpuando una mesa con un mísero cortado. No debe ser cierto eso del odio, si va tan ufano hasta allá habiendo tantos establecimientos de hostelería en esta península.
Así, por una bronca de bar se piden más años de cárcel que por una violación en manada y su peligrosidad para los hombres, que no para las mujeres, es tal que siguen en prisión mientras que los reincidentes violadores de la piara, en Pamplona o en Pozoblanco, siguen en la calle.
Y ya que estamos comparando, menos mal que ya no existe la pena capital en este país, si no quizá hubieran sido ejecutados como Sacco y Vanzetti, aquellos emigrantes italianos que acabaron ahorcados después de un juicio de pandereta en el estado norteamericano de Massachusetts ahora hará cien años. Luego se reconoció, efectivamente, que los ajusticiados por la horca eran inocentes, pero ¿Quién los iba a resucitar? Un juicio amañado donde el tribunal estaba cargado de prejuicios xenófobos y de clase, ya que Sacco y Vanzetti, además de inmigrantes italianos eran de ideología anarquista, y eso significaba tener cuernos y rabo.
Los condenados por toda una Audiencia Nacional, voceados hasta la razón de Estado por prensa y partidos interesados, van a tener que esperar años entre rejas para que Estrasburgo, como viene sucediendo, le tire de las orejas a la justicia española por pasarse las pruebas por debajo de la balanza. Pero, mientras tanto, cuatro caraduras seguirán viviendo del cuento, la superpoblación policial de la zona seguirá siendo la más concurrida del continente y los agentes de la ley chulescos e intoxicados de alcohol seguirán siendo todo un peligro, aunque a estos sólo les pidan dos años por secuestro, intimidación, amenazas y abuso sexual. Pero, mientras tanto, estos altsasuarras seguirán en el talego porque a muchos la ocasión les viene bien.
Marco
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Hace 2 semanas
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