Tengo un bló

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martes, 4 de noviembre de 2014

Un buen libro de testimonios

Hace poco recuperé una de esas lecturas pendientes que nunca rescataba del estante. Un libro que me regalaron por un aniversario quizá porque es voluminoso, 456 páginas, pero que se lee muy facilmente. Este libro, realmente, es una edición tipo aceite para bisagras, es decir, tres en uno. Tres libros cortos de memorias de tres personas que, en julio de 1936 se encontraban en Andalucía. Tres personas diferentes que cuentan las vicisitudes tétricas de la sublevación en el sur. Tres voces de tres procedencias diferentes.

La primera es la que da título a esta obra, Un año con Queipo de Llano, escrita hacia 1938 por Antonio Bahamonde, un hombre de derecha, sevillano, que sirve como delegado de propaganda del ejército del sur, que pronto empieza a ver las barbaridades de la guerra y la catadura moral de sus jerifaltes. Decide escapar en 1937 de todo aquello, porque no da crédito a las bestialidades de los alzados. Huye a México, donde publica este libro, haciendo un retrato de Queipo de Llano como lenguaraz, traidor y ególatra. 

Testimonios sobre los actos de estos bárbaros de la foto

Narra varias anécdotas, pero dice que la que más le impactó, en un pueblo de Extremadura, un crío mal vestido (Sólo con un delantal) y descalzo, pidiendo para llevar dinero a su madre. Su padre, médico, fue fusilado y a su madre y a él les quitaron todo lo que tenían, aparte del médico. Al niño le daban de comer en Falange, pero cada vez que iba le hacían recordar que su padre era malo, malísimo. 

También cuenta el peso de la Portugal salazarista en el conflicto. La cantidad de espías que detectaban españoles y los entregaban al ejército franquista, y, como no, la ayuda inestimable de Hitler y Mussolini, con aquellos militares extranjeros que se creían dueños de todo.


La siguiente crónica, Noches de Sevilla, es del reportero franco-canadiense Jean Alloucherie, que viaja por la España nacional, entre Salamanca y Sevilla, que, no pocas veces está a punto de buscarse un disgusto, pero gracias a su carnet de reportero guiri, es librado de la cantidad de fusilados diarios en cualquier calle sevillana.

La tercera parte del libro es narrada por Edmundo Barbero, un miembro del equipo cinematográfico de CIFESA que estaba rodando una película aquel julio en Córdoba. Desde el alzamiento, la ciudad vive momentos terribles. Los que son de izquierda se sienten como ratones atrapados. Una de las actrices es hermana de un funcionario público en Madrid y eso le cuesta la cárcel. El mismo Barbero es detenido. Son delatados por un compañero que se hizo famoso, Fernando Fernández de Córdoba, un actor de simpatías fascistas, que no dudaba en denunciar a cualquiera de sus compañeros para hacerse un hueco importante el día de mañana. La narración de Barbero se llama el infierno azul, y cuenta su periplo en la cuerda floja de un país en guerra entre Córdoba, Sevilla y Lisboa. Otra vez salen las infaustas delaciones de la policía portuguesa y su red de confidentes y la gran ayuda que prestó al franquismo.


El libro explica historias de tres personajes que coincidieron en el lugar y en el tiempo, que, a pesar de tener ideologías diferentes, llegaron a concluir en la barbaridad de la guerra y en la crueldad de los hombres.


La referencia del libro: Un año con Queipo de Llano; editorial Espuela de Plata, Sevilla, 2005. 456 páginas.

1 comentario:

mariajesusparadela dijo...

Fácil de leer no sé si es, pero ¡qué bien lo cuentas!