Vivimos en una calle tranquila llena de grandes almeces que dan cobijo a numerosas aves. Por las mañanas, cuando amanece, el jolgorio de las copas de los árboles es casi ensordecedor. Los tejados tambien tienen su vecindario aviar, principalmente gorriones, mirlos y golondrinas. También se ve mucha torcaz, sobre todo, tórtola.
Polluelo de mirlo, la víctima.De vez en cuando cae por la zona algún falcónido y con mucha más frecuencia se deja escuchar el gorjeo casi metálico de las urracas. Estas son bastante pendencieras y las he visto asaltar nidos de pájaros para comerse los polluelos. El domingo pasado mi pareja me tomó de la mano y me hizo salir a la terraza. Enseguida comprendí por qué. A mi pareja le da bastante impresión encontrarse bichos muertos y eso que nuestra calle frecuentemente presenta pollitos caídos del nido espachurrados contra el pavimento, pero es que lo que había en la terraza era un polluelo fiambre con un picotazo enorme en su cuerpecillo desplumado.
El presunto córvido malhechor.No será la primera vez que veo a una urraca matona picotear polluelos ajenos y tampoco es la primera vez que tengo que recoger un pájaro de la terraza tirado desde las alturas.
1 comentario:
Ahí no podemos hacer nada, es la ley de la naturaleza, otra cosa es que la hubieran tirado a base de pedradas.
Saludos
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