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sábado, 8 de julio de 2017

Pamplona, 8 de julio de 1978

Pamplona, 8 de julio de 1978. Acaba la corrida de toros de aquel sábado, como hoy. Varios miembros de una peña sanferminera saltan al ruedo portando pancartas a favor de la amnistía y la liberación de presos de las cárceles franquistas. En las gradas, división de opiniones, unos aplauden, otros silban, pero a los pocos segundos sólo se oye el coro unificado del respetable gritando "¡San Fermín!, ¡San Fermín!" porque la fiesta es la fiesta. Todo se calma. Sin embargo, a continuación se abre la puerta grande y comienzan a entrar grises disparando sus armas (La policía armada que hoy se llama "nacional" y ahora va de azul). El público lanza las almohadillas en las que se sentaban. Una lucha desigual, balas, pelotas de goma y botes de humo contra almohadillas. Hay un total de siete heridos por bala.

La policía entrando a saco en una plaza llena

La ciudad es tomada por la policía y por las calles de Pamplona sólo se oyen sirenas y disparos. Algunos jóvenes levantan barricadas ante la indignación de que la policía, aún franquista, reviente la fiesta. No tarda en producirse una víctima mortal, miembro de una peña, que se llama Germán Rodríguez.

Germán Rodríguez, al que siguen destrozando el símbolo de su memoria.

Con toda la cantidad de turistas que vienen a celebrar los sanfermines, pillados en medio de las batallas, estos huyen despavoridos. Muchos pamploneses abrieron sus casas a los sorprendidos transeúntes que se vieron en medio de la batalla campal. Hay varios testimonios en un libro que se publicó poco después que se tituló "¡No os importe matar!". ¿Por qué ese título? El comandante de la policía lo dijo así por radio en medio de la batalla.

¿Qué pretendía la policía?

No se investigó, claro, pero se decía que había elementos que habían venido a reventar la fiesta llevando camisetas alusivas a la amnistía, pero siendo miembros parapoliciales.

El hoy condecorado ministro de gobernación, el franquista Rodolfo Martín Villa, salió en los medios alegando chulescamente que si se habían producido víctimas en Pamplona era porque "lo nuestro serán errores, lo otro son crímenes".



La indignación popular determina que se monte una huelga general, sobre todo en el País Vasco. Los gobernadores provinciales, franquistas hasta la méddula, no lo pueden tolerar y despliegan a la policía. En las manifestaciones de repulsa de la ciudadanía hay otra víctima de bala en San Sebastián, se llamaba Joseba Barandiarán.

Policía chorizando el Rentería, Guipúzcoa, aprovechando las algaradas

Ahora me incluyo yo en la narración. Tenía 4 años y estaba en el pueblo de mi madre en las fiestas. Se suspendieron y volvimos a San Sebastián porque mis padres consideraban que el asunto era muy grave. En mi barrio, como en otros, hubo una manifestación. Mi recuerdo nítido de mis cuatro años es que, con el gentío de la manifestación pasando por el puente sobre la autopista, la policía, debajo, empezó a disparar para dispersarnos. Y corría con mi madre que empujaba el carrito de mi hermano de 11 meses mientras ella gritaba a la vez "¡Que hay niños pequeños!"

Pamplona reivindica 

Vuelvo al tema general. Nunca se investigó. ¿Para qué, si los que lo llevaban a cabo ya sabían por haber participado? A la ciudadanía sólo le quedaba especular, aunque con buen tino. Se estaba redactando la constitución y a algunos no les hacía ninguna gracia que Navarra tuviera siempre a mano la opción de formar una Comunidad Autónoma unida a las provincias vascas de la parte de España. Eso soliviantaba a algunos. La ultraderecha también la había liado a tiros en Jurramendi, Estella, contra sus incómodos y mal avenidos camaradas de la guerra, los carlistas.

Germán Rodríguez era del LKI, partido comunista

También se especula con que, asesinado el comandante de la policía de Pamplona pocos meses antes por parte ed ETA, el nuevo comandante, Fernando Ávila, venido de la legión y voluntario para el cargo, había venido para "darle un escarmiento a esta ciudad tan rebelde". Y vaya si así fue.

Libro "Euskadi. ¡No os importe matar!" donde se relatan los hechos.

Murió un joven,  hubo 150 heridos y se suspendió la fiesta, pero al comandante Ávila no le pasó nada aunque berreara por la radio de la policía esto: "Repeled lo que nos están haciendo estos 200 o 300 hijos de la gran puta. Defended el área, cojones, defenderlo ahí como sea. Dad la vuelta a la plaza, preparad todas las bocachas y tirad con todas las energías, lo más fuerte que podáis. No os importe matar"



Eso sí, ni a él ni al ministro, el mismo que hará unos días fue condecorado como adalid de la democracia por el monarca Felipe VI. Un adalid de la democracia franquista al que le importó muy poco que el fascismo matara. Tan poco que los crímenes quedaron impunes.

El documental, lo podéis ver aquí.

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