Su ilusión, no tenía otra, era comprarse un coche potente. Uno de esos vehículos bávaros tan celebrados, aunque no tuviera ni idea de donde estaba Baviera. Quería un auto para fardar y se lo compró negro y con un motorazo turbo que atronaba destrozando siestas, quietudes y nervios del vencindario. No tenía un gran empleo y no vivía en un lugar demasiado ilustre. Su casa era una vivienda milimétrica construida al calor del hacinamiento vecinal de la periferia, una periferia algo peligrosa, la verdad, donde convivían pensionistas de miseria, inmigrantes sin papeles, desempleados honrados y vividores de la sirla, de la sustracción de cartera y del tirón de bolso. Como no podía ser de otra manera, un buen día, su flamante automóvil desapareció de la calle.
Lo encontraron semanas después. Bueno, encontraron la carrocería, del resto, como del cerdo, se aprovechó todo. Motores, piezas, pedales, volante, ruedas, asientos, aparato de música, climatizador, faros, paneles de puertas....
Le han robado hasta los arañazos de la columna del párking
Apareció en una calle sin asfaltar, no lejos de uno de esos cinturones viarios que circundan la ciudad. El coche robado, al lado de un salón de culto religioso cristiano a cuyo predicador se le oía desgañitarse con vehemencia "en el nombre de Jesucristo". El dueño del coche robado, se volvió a casa en una bici de segunda mano que había comprado por internet.
Marco
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Aitor Arregi y Jon Garaño me parecen dos buenos directores, tanto cuando
trabajan juntos como por separado. La única película suya que no me gustó
fue Han...
Hace 2 semanas
3 comentarios:
Me has recordado la etapa pre crisis, donde muchos, poco más que niños, dejaban de estudiar para trabajar en la construcción, conseguidos unos ahorros se compraban uno de esos coches despampanantes, luego llegó el llorar y el crujir de dientes, no podían ni pagar ni vender, ¿cuantos coches han sido robados de esas calles?, ¿no seria esa historia que has contados del años 2008-9 o siguientes?, podría serlo.
Un abrazo.
Coincido con Emilio... Aun se ve por ahí chavales que consiguieron conservar sus cochinos, pero la mayoría acabaron el el segunda mano. La insana importancia de aparentar lo que uno no es.
Y el resto del mundo tirando de metro y utilitario.
Que bonita y triste historia la de ese coche y su dueño.
Como no conductora, tengo nula pasión por los coches... pero me lo pensaría por un coche antiguo, tipo Donwton Abbey. Anda que no fardaría yo con uno así. Hasta que me lo robaran, claro.
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