Sigo con el trajín desenfrenado que me impide pasarme por este rincón. De todas maneras, el panorama social y político da asco y pena a partes iguales y, desde luego, no dan ganas ni de reírse de la flamenca del palo que sobreactúa en cada acto donde chupa cámara y dice sandeces o de la enajenada que promociona cervezas en los parques de atracciones mientras infunde nacionalismo centralista pera hacer olvidar el oprobio de las masacres negligentes en los geriátricos durante la primera oleada del covid.
Prefiero dedicarme a cosas más productivas, como aprender ricas recetas americanas. Encontré una especialidad paraguaya mientras aprendía cosas de Paraguay, que siempre me ha parecido un lugar fascinante cuyas gentes siguen manteniendo con orgullo su idioma guaraní y difunden su maestría con los instrumentos de cuerda, sobre todo, esas arpas magníficas. Aquí, su tema más icónico, "la galopera".
Y entre sus platos, me fascina la chipa. Que es una especie de panecillos hechos con harina de mandioca y queso paraguayo. En estas latitudes es un poco difícil encontrar ambos ingredientes, pero siempre se pueden sustituir, con un poco de imaginación, por harina de arroz y quesos locales.
Si algún paraguayo me lee, posiblemente se ría o le pase como a los valencianos cuando se indignan ante las curiosas variantes de paella, que, según ellos es arroz con cosas. Así que, paraguayos queridos, he hecho lo posible por aprender de vuestra chipita y la he adaptado a lo que tengo, creando una receta tal que así: 250 gramos de harina de arroz (Aunque debería ser de mandioca), 75 gramos de harina de maíz (En vez de la precocinada, tengo una ecológica de estas que hay que cocinar un rato que le da un toque crujiente), 2 huevos, 1 cucharada de queso rallado (Y le pongo Idiazabal que traigo de mi tierra, que le da un toque genial), 80 gramos de mantequilla, 150 gramos de queso (Yo le puesto un emmental de quesería industrial, porque no encuentro paraguayo, pero cualquier queso valdría) y, para rebajar el espesor, media taza de leche tibia.
Chipas de diferente modelo, a ver qué queda mejor.Se trabaja todo y se consigue una masa elástica pero que no se pega. Queda mejor un rato en el frigo, pero se puede trabajar con ella haciendo palitos, o rosquillitas (Siendo esto lo más típico), y poniéndolos en la placa del horno a 240º de 20 a 25'.
Me sorprendió para bien el sabor y la textura, aunque tengo que encontrar un queso algo mejor que el emmental, aunque la cucharada de Idiazábal de la un toque fantástico.
2 comentarios:
Has dejado de cabrearte hablando de política o de la Biblia, ahora toca alimentación, bueno, no está mal para evitar cabreos, por mi archivo ronda una carpeta donde meto todas las recetas que me gustan, ya tengo unos cuantos centenares, pero no estoy capacitado para meterme de cocinero. Me imagino que tu pan, al estar customizado, sabrá muy diferente al original, pero no está mal intentar comidas de otras regiones, es saludable.
Saludos
Hija, soy Robin, que cada vez que me cambio de móvil pierdo una funcionalidad. Un saludo y tienen las chipas un aspecto estupendo.
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